Tras una semana sin apariciones públicas, el ministro de Educación Nicolás Trotta volvió a mostrarse junto al presidente Alberto Fernández el miércoles. Durante el encuentro intercambiaron posiciones respecto a la suspensión de las clases presenciales en el AMBA y Trotta le propuso ir hacia una “presencialidad administrada” durante la segunda ola de COVID-19.
Una semana atrás, el Presidente contradijo a su ministro de Educación que unas pocas horas antes había garantizado la continuidad escolar. Dispuso el cierre total de las escuelas en Capital Federal y el conurbano bonaerense durante dos semanas. La medida inconsulta desató el conflicto con el gobierno porteño que, fallo judicial mediante, sostuvo la presencialidad en las aulas.
En la reunión que sostuvieron, Trotta le llevó a Fernández la propuesta que habían comenzado a trabajar en el Consejo Federal de Educación el mismo día que anunció la suspensión de clases. El ministro nacional le planteó a sus pares provinciales una postura intermedia, que evite el cierre total de las escuelas: “Administrar la presencialidad”.
Se trata de una restricción parcial de la asistencia de los alumnos que permita bajar la circulación en las calles. Son tres medidas que se contemplan según el riesgo epidemiológico. Primero disminuir la frecuencia de la concurrencia a clases de toda la matrícula. Segundo, sostener la misma cantidad de horas en los grupos de alumnos considerados prioritarios, pero reducir la presencia del resto de los cursos. Tercero, sostener el régimen de asistencia de los chicos prioritarios y suspender definitivamente la concurrencia del resto.
¿Cuáles son los grupos prioritarios? Los ministros de Educación de todo el país lo definieron el año pasado, cuando todavía había clases a distancia, para que fueran ellos los primeros en volver a las aulas:
1. Los chicos más vulnerables, aquellos que no pueden sostener la continuidad pedagógica desde sus hogares.
2. Los niños en sala de 5 de nivel inicial y en el primer ciclo de primaria.
3. Los alumnos de primer año de secundaria.
4. Los alumnos con discapacidad.
De cara a la segunda ola, la intención es no replicar las medidas del año pasado. Se les pedirá a los gobernadores que, ante una escalada fuerte de casos, solo restrinjan la presencialidad en las localidades más afectadas. Es decir, ya no se considerará a las provincias como un todo, sino que se monitoreará el avance de los contagios por municipios.
Las suspensiones de clases, en el caso de haberlas, serán por un período breve, definido de antemano. Una vez cumplido ese plazo, las autoridades evaluarán su prorrogación en base al riesgo epidemiológico.
Más allá de la eventual interrupción de las clases, las escuelas seguirán abiertas, con guardias mínimas de directivos y docentes para asegurar, por un lado, el intercambio de tareas y devoluciones en los sitios de menor conectividad y, por otro, la provisión de la alimentación escolar.
Si bien el Presidente suspendió la presencialidad en el AMBA, en la cartera educativa sostienen que las escuelas no son foco de contagios, que en todo caso es la circulación que la actividad escolar genera lo que puede complicar la pandemia. “Los datos muestran que las escuelas son espacios de detección de casos pero no de multiplicación de contagios y que los mayores contagios se producen en espacios de sociabilidad sin control sanitario ni cumplimiento de protocolos”, dice el propio borrador en el que trabajan para reducir la presencialidad si fuera necesario.
Aún es una incógnita si en la provincia de Buenos Aires, una vez que pasen estas dos semanas, retomarán las clases presenciales. En el caso de que emprendan un regreso será parcial, siguiendo algunos de los lineamientos que elaboró Nación.
En la Ciudad de Buenos Aires, ya tienen preparado un plan con cuatro escenarios ante la suba de contagios similar al que se promueve en el Palacio Sarmiento, pero con algunas diferencias en los grupos a priorizar.
1) Bajar un 21% la presencia de estudiantes. Suspender las clases presenciales solo para la educación de adultos, la formación profesional, los niveles superior universitario y no universitario en todas sus modalidades. Este escenario ya está en marcha en la Ciudad.
2) Apelar un esquema bimodal, que alterne clases presenciales y a distancia en la secundaria, además de sostener las restricciones de la etapa anterior, que se traduciría en 33% menos de presencialidad.
3) Avanzar en la alternancia entre instancias presenciales y remotas en la secundaria y en el segundo ciclo de primaria. Esa reducción implicaría 44% menos de estudiantes.
4) La última etapa contempla la apertura únicamente de los maternales, sala de 5, 1°, 2° y 7° grados y 1° año de secundaria, con una revisión de horarios de ingreso y egreso. Lo que implicaría un 72% menos de presencia en las escuelas.
Después del decreto presencial, tres provincias se plegaron y aplicaron restricciones en educación. Formosa, Catamarca y La Rioja interrumpieron la presencialidad en las escuelas por dos semanas. El de Santa Cruz es un caso aparte: el 90% de los alumnos nunca volvió a clases presenciales. Solo los chicos que viven en parajes rurales asisten al colegio.
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