Cerca de las 16, Nicolás Trotta dio por terminada la sesión del Consejo Federal convencido de que las clases seguirían tal como se venían dando en todo el país. De hecho, así se lo hizo saber a sus pares provinciales. Les pidió que sostengan las escuelas abiertas pese al avance de la segunda ola de coronavirus y, que en caso de que fuera necesario, aplicaran restricciones en otras actividades sociales.
“No podemos comenzar las restricciones cerrando las escuelas. Si tiene que haber una disminución de la presencialidad para restringir la circulación de personas, no debería implicar la suspensión absoluta de las clases en las aulas como primera medida”, dijo el ministro de Educación nacional durante la reunión virtual. Esa posición quedó expresada, incluso, en varios mensajes publicados en Twitter que, luego del anuncio presidencial, terminaron viralizados.
Algunas pocas horas después, pasadas las 21, el presidente Alberto Fernández lo desautorizó. Anunció exactamente lo contrario: suspendió por dos semanas las clases presenciales en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA).
Trotta se enteró de la medida en el mismo momento que los televidentes. El Presidente ni siquiera le notificó el giro abrupto que había tomado. “Estoy helado. Hoy hablé hoy con él. Nos ratificó que seguían las clases tal cual. Es una pena”, confió una fuente del sistema educativo a Infobae.
Trotta quedó desorientado con el anuncio. ¿Por qué ese giro tan radical sin siquiera avisarle? A los pocos minutos, analizó con su círculo más intimo y su equipo de colaboradores la situación y los pasos a seguir después del cimbronazo. Incluso, evaluó si era conveniente seguir en su cargo o presentarle la renuncia a Alberto Fernández. Cerca del ministro trascendió que en la conversación telefónica que mantuvo con el Presidente habría puesto a disposición su renuncia.
Es que el anuncio presidencial lo dejó en la cuerda floja. En el Palacio de la calle Pizzurno creen que la decisión de suspender las clases se tejió pocos minutos antes en charlas entre el jefe de Estado y el gobernador Axel Kicillof. Horacio Rodríguez Larreta, de hecho, tampoco estaba al tanto y se enteró por televisión.
La medida va en contra de todo lo que Trotta declaró desde que se reanudó el ciclo lectivo: que la escuela es un lugar seguro -respaldado por las cifras oficiales de contagios-, que hay que restringir otras actividades para priorizar la educación -los shoppings, por caso, siguen abiertos- y que los colegios deben ser lo último en cerrar, amparado en las recomendaciones de los infectólogos y en los especialistas en infancia.
Pronto, en las redes sociales, desde la oposición apuntaron contra él. El diputado Maximiliano Ferraro anunció que la Coalición Cívica, elevará hoy un pedido de juicio político por “su mal desempeño para garantizar el derecho a la educación”.
Los grupos de padres le achacaron la contradicción. Solo unas pocas horas antes, Trotta había tuiteado: “Coincidimos en que las restricciones deben estar vinculadas a los ámbitos sociales no protocolarizados que se dan fuera de las escuelas. Además, acordamos que ante la necesidad de restringir la presencialidad deberá considerarse la menor unidad geográfica posible”.
El ministro había presentado en el Consejo Federal una recomendación para “administrar la presencialidad” en los distritos más afectados para, de ese modo, evitar justamente el cierre total. Todos los ministros terminaron la sesión seguros de que las clases presenciales seguirían del mismo modo. Trotta nunca fue del agrado del kirchnerismo duro y hasta ayer era el Presidente quien lo respaldaba en su cargo.
SEGUIR LEYENDO