En los últimos tiempos, la Argentina ha tenido grandes avances respecto de la igualdad de género y el desarrollo sostenido del empoderamiento de las mujeres y minorías. Pero el crítico año 2020 bien pudo haber dejado relegada los principios de la Educación Sexual Integral. Aunque la ley ESI fue sancionada en 2006, la implementación todavía estaba en pleno proceso en 2019, por lo que en este ciclo lectivo que comenzó hace poco más de un mes, en febrero, sigue siendo uno de los principales desafíos a sostener y profundizar.
Diversidad y género en la escuela, de Gabriela Larralde (Ed. Paidós), no solo aporta una visión sobre cómo debería abordarse la ESI en las aulas, sino que incluye un extenso catálogo de libros clasificados por edad y temática, que se vuelve una guía imprescindible para cualquier docente. Adicionalmente, trae un anexo en el que figuran las leyes de ESI, tanto la nacional como la metropolitana, y un glosario de conceptos clave. El libro cumple con su cometido: lleva a la reflexión y aporta mucho material didáctico, tanto con lecturas como con videos, miniseries y páginas web.
A modo personal, Larralde cuenta que cuando sus padres se divorciaron alguien le regaló Historia de un primer fin de semana, de Silvia Schujer. Ella tenía 7 años y el libro tenía como protagonista a una nena que estaba atravesando su misma condición. Los libros son una manera de entenderse, de sentirse acompañado. Ese libro la ayudó a transitar la separación y es una de las razones por las que se dedica a trabajar este tema.
Si bien el divorcio es hoy una realidad aceptada en la escuela, hay muchas otras que todavía no tienen espacio. Como por ejemplo quienes no se sienten identificados con su sexo biológico o no responden a los patrones hegemónicos de la belleza. Por esta razón, dice, la ESI se vuelve una herramienta para romper con lo preestablecido y pensar la diversidad.
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