Los estudios sobre género, ciencia y tecnología han aportado suficiente evidencia sobre los obstáculos que representan los ordenamientos de género para la construcción de vocaciones científicas en las niñas y jóvenes, así como la importancia de la escuela y la familia para reproducir o transformar esos patrones.
El término con el que se hace referencia a estos ámbitos son las disciplinas STEM por sus siglas en inglés (ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas) y los datos empíricos sobre las llamadas “brechas de género” son muy diferentes en cada una de estas áreas. La UNESCO calcula que las mujeres ocupan menos de un 45% de los puestos en ciencia y tecnología en Europa, y los números son peores en ámbitos únicamente tecnológicos. Otros estudios revelan que las inscripciones de mujeres a carreras universitarias es del menos del 25% en las carreras tecnológicas y de ciencias aplicadas (ingeniería, computación, sistemas, entre otras). Esta diferencia también persiste en el ecosistema productivo: sólo el 10% de ellas realiza emprendimientos tecnológicos. Esta falta de representación que afecta a las niñas en las ciencias, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas está profundamente enraizada y frena su progreso hacia el desarrollo sostenible. Comprender los factores que generan esta situación y explorar el rol de la educación en esta problemática permite repensar estrategias para estar en condiciones de revertir estas tendencias.
El rol de la escuela
A pesar de los avances significativos obtenidos en las últimas décadas, la educación no está disponible universalmente y aún persisten las desigualdades de género. En varios países, una de las grandes preocupaciones no es solo el limitado número de niñas que van a la escuela, sino también las sendas educacionales limitadas para las que asisten a ella.
Acorde a la UNESCO, “los sistemas educacionales y las escuelas juegan un rol central en determinar el interés de las niñas en las materias STEM y en proporcionar igualdad de oportunidades para acceder y beneficiarse de la educación STEM de calidad”. Estas disciplinas son la base que sustenta la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de la ONU y la educación en estas asignaturas puede proporcionar a quienes las estudian, los conocimientos, las habilidades, las actitudes y las conductas necesarias para crear sociedades inclusivas y sostenibles.
En la Argentina, durante el último mes de febrero del corriente año en marco del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, se realizó el conversatorio llamado “Niñas de hoy, científicas del futuro” donde se dialogó sobre las formas de sostener ese vínculo en la juventud, la divulgación de modelos, las referencias en ciencia y tecnología y el rol de la educación formal.
Estrategias en el aula
Para que una niña o una adolescente tenga vocación de científica, tecnológica, matemática o de ingeniería, debe poder imaginarse a sí misma en ese lugar. Tal y como demuestra un estudio reciente de la mano de las profesoras de la Universidad CEU San Pablo en colaboración con la Universitat Oberta de Catalunya , los referentes femeninos con profesiones STEM influyen positivamente en la percepción que las jóvenes de entre 12 y 16 años tienen sobre las carreras científico-tecnológicas. El autoconocimiento y los ejercicios de autoreferencia pueden ser abordados desde el aula desde diversas estrategias pedagógicas.
Para atender este desafío en la escuela se identifican cuatro estrategias diferenciadas y complementarias que pueden contribuir en esta conversación: la primera estrategia es visibilizar, es decir, dar a conocer a otras mujeres que están trabajando en estos ámbitos que realizan contribuciones al desarrollo científico y tecnológico internacional, regional y local. La segunda estrategia es inspirar. Un aspecto a destacar sobre la trayectoria de las jóvenes en las escuelas es la importancia de las docentes mujeres para poder tener un referente en el aula con el fin de demostrar que se pueden ocupar esos espacios y que, dicha dinámica, contribuya a sentirse reflejadas. La tercera estrategia es conectar. Existen actualmente diferentes redes de organizaciones y programas que promueven generar espacios de intercambio, reflexión y aprendizajes desde edades tempranas para contribuir a este debate desde la educación formal.
La cuarta y última estrategia es expandir más allá de los abordajes y perspectivas de género en sí mismo. Es importante señalar que cuando hablamos de vocaciones hablamos de actores sociales heterogéneos, en un complejo entramado en el que están el mercado de trabajo, la educación primaria, la secundaria, la familia. Cada uno de esos actores puede cumplir un rol muy alentador para despertar inspiración en estos ámbitos.
Melina Nogueira Fernández, es Licenciada en Administración y Sistemas de Información de las Organizaciones (UBA), docente en nivel medio e investigadora, Maestranda en Ciencia, Tecnología y Sociedad y Doctoranda en Ciencias Sociales y Humanas (UNQ).
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