Un numeroso grupo de profesionales de la salud mental, la cultura y la educación escribió una carta abierta en apoyo al regreso de las clases presenciales. Preocupadas por la desigualdad educativa que se dio en 2020 y la salud integral de los niños, niñas y adolescentes, las psicoanalistas Natalia Zito y Bárbara Abadi tomaron la iniciativa, a la cual se sumaron muchas firmas importantes. Así, manifestaron que “la apertura de las escuelas debe ser prioritaria” y advirtieron que “otro año lectivo de escuelas a puertas cerradas tendría efectos psicológicos y sociales sin precedentes”.
“Ante diversas embestidas contra el regreso a clases presenciales ocurridas durante las últimas semanas, la comunidad de profesionales de la salud mental, cultura y educación abajo firmantes considera necesario respaldar la decisión del Gobierno Nacional, Gobiernos Provinciales y CABA respecto del retorno a las clases presenciales en el ciclo lectivo 2021 (fue ratificado para el 17 de febrero en la ciudad de Buenos Aires). Acordamos en que la apertura de las escuelas debe ser prioritaria y la presencialidad debe volver a ser el ordenador de nuestro sistema educativo en 2021″, comenzó el texto titulado “Retorno seguro a las escuelas”.
“La educación puramente virtual ha mostrado sus limitaciones, tanto para quienes pudieron acceder a ella, pero más todavía para quienes no tuvieron ese privilegio. Es innegable que se ha acentuado la desigualdad en materia educativa. Por ende, hemos contribuido a la desigualdad social. Se ha profundizado la brecha entre sectores vulnerables que no tuvieron acceso a la educación por falta de conectividad y recursos materiales mínimos para estudiar, o porque no contaron con adultos con herramientas culturales, simbólicas, emocionales y temporales para sostener la educación; y sectores que sí han podido sostenerlo, aún con déficits”, continuó la carta, que fue firmada por Santiago Kovadloff, Graciela Fernández Meijide, Ricardo Gil Lavedra, Daniel Sabsay, Fanny Mandelbaum, José Eduardo Abadi, Facundo Suárez Lastra y Diana Cohen Agrest, entre otras personalidades.
Tras recordar el informe de la Sociedad Argentina de Pediatría, que aseguró que “el aprendizaje no puede ser pensado más allá de las emociones”, la carta prosiguió fundamentando: “La escuela no es solo una institución que transmite conocimientos, sino que constituye el espacio privilegiado de socialización de NNyA (niños, niñas y adolescentes). Es en el tránsito por la escuela durante esos años decisivos en los que se estructura el psiquismo y se producen procesos subjetivos que dejan huellas permanentes. La escuela es el lugar de los NNyA en la dinámica social, es el principal detector de situaciones de violencia familiar, abuso sexual, problemas psicológicos y detección temprana de trastornos cognitivos que deben ser asistidos a tiempo para evitar males mayores. Es el canal de integración y sostén privilegiado para NNyA con discapacidad. Colabora con el cumplimiento del calendario de vacunación. Es en el vínculo con pares y docentes capacitados en donde se produce el desarrollo simbólico y social necesario para devenir seres sociales con habilidades necesarias para el futuro. Es nuestro deber alertar que la mera posibilidad de pensar en otro año lectivo de escuelas a puertas cerradas tendría efectos psicológicos y sociales sin precedentes, imposibles de cuantificar hoy en día, pero sin duda perjudiciales y fundamentalmente evitables”.
Asimismo, con respecto a los trastornos psicólogicos, argumentaron: “Hay que concebir el cuidado de la salud en términos integrales y tener en cuenta que el deterioro en términos de salud mental implica una enfermedad en sí misma, así como favorece la aparición de otras enfermedades. Las escuelas cerradas han generado un impacto negativo en la salud integral de los NNyA. Se han reportado aumento de síntomas de origen psicológico como trastornos alimentarios, trastornos del sueño, ansiedad, estados depresivos, inhibiciones, fobias, dependencia patológica de los padres, excesiva exposición a dispositivos digitales y la irritabilidad y daño cognitivo consecuente, aislamiento, regresiones madurativas, etc. La falta de clases presenciales ha impactado negativamente en los vínculos familiares, generando e incrementando tensiones entre padres e hijos, ha generado niveles de estrés y agotamiento insostenibles, cuyo efecto en el mediano y largo plazo aún desconocemos. Ha aumentado la violencia y maltrato familiar, y la desigualdad de género ya que el acompañamiento de la educación virtual de los NNyA y las tareas de cuidado doméstico han recaído mayoritariamente en las mujeres”.
Por último, la comunidad de profesionales de la salud mental, la cultura y la educación llamó a atravesar un 2021 distinto: “Hemos aprendido mucho en el tiempo transcurrido, contamos con experiencias de otros países y con datos que no teníamos hace un año. Eso debe llevarnos a tomar decisiones diferentes, que permitan proteger la salud integral de los NNyA. La escuela siempre ha sido un recurso de amparo para las infancias. Tenemos que poner a los niños, niñas y adolescentes a salvo, es decir, en la escuela”.
De esta forma, les respondieron a otros profesionales de la salud y de la educación, que días atrás habían considerado que la propuesta para el regreso a clases, ratificado en CABA para el 17 de febrero, era “ambigua, imprecisa y temeraria”.
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