Después de un año sin clases presenciales, empiezan a surgir los primeros datos oficiales sobre el nivel de aprendizaje. Y las cifras son alarmantes: casi el 40% de los alumnos porteños en secundarias estatales se llevó tres o más materias. Es decir, no estarían en condiciones de promocionar en un año normal.
Los datos se desprenden de un informe que elaboró el Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires a partir de los reportes que cada escuela hizo llegar a fin de año. Mientras que en 2019, el porcentaje de estudiantes que repitieron fue del 13,5% en secundaria; en 2020, marcado por las clases virtuales, pudo haber sido tres veces mayor.
Por la pandemia, el Consejo Federal de Educación acordó eliminar la repitencia en 2020 y formar una unidad pedagógica con el próximo ciclo lectivo. Los chicos que adeudan más de dos materias pasaron de año bajo la figura de “promoción acompañada”. Eso implica que durante los primeros meses de 2021 tendrán clases de refuerzo para compensar los contenidos que quedaron pendientes y recién entonces acreditarán las asignaturas.
En total son 36.866 estudiantes los que pasaron de año con promoción acompañada, lo que representa el 37,79% de la matrícula del nivel. “En condiciones habituales, estos estudiantes tendrían mayor riesgo de repetir el año cursado”, señala el informe que también detectó a 4.546 estudiantes con más de ocho materias calificadas como “en proceso”. Según la cartera educativa, son los chicos cuya trayectoria escolar pende de un hilo. No solo podrían repetir, sino también abandonar la escuela.
Cuando se observa por curso, las mayores dificultades se registran en primer año. Los chicos debieron atravesar el salto de nivel -más materias, más profesores y exigencias- en un año en el que solo tuvieron una semana de clases en el aula. En tanto, los alumnos de las comunas 1, 4, 8 y 9 fueron los que menos materias pudieron aprobar en 2020. En general, pertenecen a barrio del sur de la Ciudad, donde la continuidad pedagógica se hizo cuesta arriba.
Aun así, de acuerdo al relevamiento oficial de diciembre, hubo respuestas positivas de las escuelas frente al cierre de los establecimientos. Más del 75% de las primarias y más del 70% de las secundarias, tanto públicas como privadas, manifestaron haber logrado abordar todos los contenidos que el ministerio definió como “priorizados”.
Dentro de esos porcentajes, se sostiene la disparidad en el contacto de acuerdo al hogar. “Los datos muestran que existe una distribución desigual de los estudiantes sin contacto o con contacto insuficiente. Estas zonas se corresponden con los barrios de la zona sur de la Ciudad”, detalla el informe.
En primaria también se produjo un salto marcado en la cantidad de alumnos con saberes pendientes. En total, son 6.272 los estudiantes que pasaron de grado en promoción acompañada, lo que equivale al 5,3% de la matrícula; más del doble que en 2019.
Esta cifra, a su vez, se cuadruplica si se consideran aquellos informes de 2020 que, sin figurar en “promoción acompañada”, manifiestan aprendizajes pendientes en cada una de las asignaturas. Por caso, en 6.049 informes de séptimo grado se indica que los alumnos deben reforzar contenidos cuando comiencen a cursar primer año.
En el análisis por curso, segundo grado es el que refleja más alumnos que no alcanzaron los objetivos. Pese a que la pandemia lo profundizó, es una tendencia que el gobierno porteño viene observando desde hace algunos años.
El regreso a las aulas como prioridad
En la primera reunión del año, que se llevó a cabo el viernes pasado, el gobierno porteño les ratificó a los gremios docentes su voluntad de iniciar el ciclo lectivo el 17 de febrero con clases presenciales. El ministerio de Educación que conduce Soledad Acuña respalda esa necesidad con datos que también pudieron recabar a fines de 2020. De hecho, el informe se lo presentaron ayer vía Zoom a organizaciones especializadas en niñez con la idea de trazar estrategias que compensen la pérdida de contacto entre pares.
“Las experiencias desarrolladas y la información relevada confirman la necesidad de la presencialidad”, enuncia el reporte. A partir de los testimonios de directivos y docentes, identificaron valores “intangibles” como el lenguaje corporal, el tono de voz, la mirada y los movimientos que se vuelven indispensables a la hora de dar clases y que con la virtualidad no se pueden alcanzar. “Estar físicamente con otros compañeros o maestros aporta una información ad hoc muy importante cuando se enseña y aprende presencialmente”, agregan.
Con la presencialidad se logra un intercambio más “ágil” y permite una sinergia más “rica” y “emotiva”. Ni hablar de la necesidad de socialización de los chicos, que los implica más y los ayuda a apropiarse de los contenidos. “Al compartir el espacio y el tiempo uno se constituye a través de esos vínculos y se supera a sí mismo”, marcan en la Ciudad.
Según los datos del año pasado, la apertura para actividades presenciales de revinculación que comenzó en octubre no generó más contagios en la comunidad educativa. Si se tiene en cuenta la evolución de las licencias médicas solicitadas por Covid-19, la curva de casos siguió el mismo comportamiento que se dio en el resto de la sociedad. Durante toda la pandemia, solo el 1,56% de los docentes pidió una licencia por haber contraído coronavirus y el pico se registró en agosto, antes de la apertura de las escuelas.
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