Pocos minutos antes de las 10, llegaron los primeros chicos con sus bicicletas. Cruzaron el portón y se toparon con los primeros indicios del nuevo protocolo: pisaron un pedal para limpiar sus manos con alcohol en gel y pasaron por el control de temperatura. También se toparon con un sinfín de cámaras, micrófonos y reporteros. Miraban a su alrededor con cierta incredulidad, como si no llegaran a comprender. Por primera vez ir a la escuela es noticia. “Nos piden distanciamiento, pero acá están todos amontonados”, dijo uno de ellos.
Hoy en la Ciudad de Buenos reabrieron sus puertas las dos primeras escuelas, ambas en Monte Castro, divididas por la calle Virgilio: la Escuela Técnica N°35 “Ingeniero Eduardo Latzina” y la Escuela Técnica N°27 “Hipólito Yrigoyen”. Habían pasado exactamente siete meses, el viernes 13 de marzo, desde la última clase presencial.
Los pupitres se desplegaron en los patios, en rondas que en ningún caso superaron los diez alumnos. Si bien la asistencia es voluntaria, todos los chicos que debían asistir dieron el presente. Los encuentros se producen bajo una burbuja estricta. En principio, el mismo docente tendrá clases con los mismos nueve chicos una vez a la semana, aunque la intención es aumentar la frecuencia de acá a fin de año.
Tomás, alumno de la escuela N°35, apoyó su bicicleta contra la pared al llegar y le contó a Infobae: “Desde que empezó la cuarentena estamos pensando en volver a la escuela. A nosotros, que estamos en sexto año, nos tiró abajo todo. Yo estoy usando por primera vez la chomba de egresados. De mi parte tenía ganas de volver. Pasó demasiado tiempo sin poder reencontrarme con mis compañeros. Aparte nosotros necesitamos mucho del taller, de la práctica, de poder tocar. En las clases virtuales perdimos eso”.
La escuela tiene orientación en automotores y computación. Allí se vuelve indispensable la presencialidad. “La decisión nos tomó un poco de golpe. Los profesores de taller están acostumbrados a lidiar con protocolos, no por supuesto relacionados a la pandemia, pero sí con medidas de seguridad. Nosotros somos los que más necesitamos de la presencialidad. Yo no te puedo enseñar por Zoom a reparar un motor”, explicó Alejandro Crespo, jefe de sección.
Justo enfrente, en la escuela N°27, a pesar de que el sol pega fuerte, los alumnos lucen por primera vez sus buzos de egresados rosas con detalles azules. “Buen día. Arrancamos oficialmente. La verdad que se los extrañó. Ojalá en este tiempo podamos recuperar algo de lo que no se hizo”, les dio la bienvenida el rector Oscar Lazbal.
Su escuela tiene 1.180 alumnos. Solo en sexto año, tienen siete divisiones. “Nosotros ya teníamos todo bastante diagramado. Fue un desafío importante lograr que todos los chicos, en grupos de diez, asistan al menos una vez a la semana. Con los docentes no tuvimos ningún problema. Ellos también querían volver a la escuela”, dijo Lazbal.
En medio de la reapertura escolar, se da una discusión semántica absurda. En los indicadores sanitarios que aprobó el Consejo Federal de Educación, la Ciudad de Buenos Aires tiene un riesgo moderado. Por lo cual, pueden volver a “actividades educativas de revinculación”, pero no a clases presenciales como si dictar contenidos implicara más riesgos de contagio.
En Monte Castro, pese a la confusión, todos le llaman clases. Y en las clases hay contenidos. En la 27, se centrarán en “Orgánica 2” y “Química analítica cuantitativa”, dos de las materias más complejas, mientras que en la 35 priorizarán el trabajo en el taller que perdieron durante todo el año. “No se va a venir de paseo”, aclararon.
A lo largo de esta semana se abrirán 11 escuelas, entre técnicas y medias. Ya desde la semana que viene habrá un salto importante: un total de 190 establecimientos estatales retomarán la actividad, a las que se sumarán primarias que comenzarán a trabajar con los séptimos grados. Según los portavoces oficiales, el 60% de los colegios privados se comunicó con el Ministerio de Educación para iniciar el trámite de apertura también.
En la primera etapa, el foco está puesto en los últimos años de los niveles. Son ellos los que más necesitan de un cierre presencial, en especial en secundaria. Al cabo de poco más de una hora de clase, los chicos de sexto año salieron como llegaron, en sus bicicletas, con la expectativa de que el martes próximo volverán a encontrarse, esta vez sin medios, aunque bajo la misma normalidad pandémica, detrás de máscaras y tapabocas.
Fotos: Maximiliano Luna
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