El domingo 15 de marzo, en una primera instancia, el Gobierno suspendió las clases presenciales en todos los niveles por dos semanas. El coronavirus había arribado a la Argentina y se empezaba a expandir en el área metropolitana. Cumplido ese plazo, se prorrogó la suspensión, esta vez sin fecha de vencimiento. Pasaron ya seis meses y medio y todavía casi todo el país sigue con las escuelas cerradas. Incluso aquellas zonas en las que el virus ni siquiera golpeó.
Un relevamiento de Infobae muestra que 175 departamentos, un tercio del total del país, registraron menos de 30 contagios de Covid-19 desde que empezó la pandemia y, pese a eso, aún continúan sin clases presenciales. Se tomó el número arbitrario de 30 casos porque representa una medida ínfima más allá de la población que tenga cada departamento.
Solo tres distritos no tienen ningún departamento, partido o comuna debajo de esa línea: la Ciudad de Buenos Aires, Santa Fe y Tierra del Fuego. La mayoría de los 175 departamentos están alejados de los centros urbanos. Están compuestos por ciudades de poca densidad poblacional, que acumulan baja matrícula en comparación a las grandes urbes. Pero, al mismo tiempo, suelen ser las de menor acceso a la conectividad y, por ende, las que más necesitan del trato presencial.
En once provincias, incluso, hay departamentos completamente libres de coronavirus, que no registraron un solo caso: Salta (un departamento sin contagios), Catamarca (4), San Juan (5), Santiago del Estero (1), Corrientes (4), Misiones (3), San Luis (1), Buenos Aires (1), Neuquén (1), Río Negro (2), Chubut (5). Ciudades enteras que solo se enteraron de la pandemia por las noticias y que, aun así, mantienen sus escuelas cerradas desde marzo.
Pese a que un tercio de los departamentos del país se mantuvo prácticamente exento del virus -más si se ampliara el límite de los 30 casos-, solo el 0,2% de los estudiantes hoy tiene clases presenciales, según un informe de CIPPEC. De un total de más de 11 millones de alumnos, son solo 22.537 chicos, procedentes de La Pampa y Formosa, los que al menos algunos días a la semana concurren a la escuela.
Uno de los errores recurrentes de las provincias fue justamente mirarse como un todo en lugar de dar respuestas focalizadas. ¿Por qué si los contagios se concentran en los centros urbanos, no se habilita la apertura en las ciudades alejadas y en las zonas rurales, donde escasea el acceso a Internet y los docentes tienen que hacer malabares para sostener el vínculo con sus alumnos?
Los ministros provinciales, muchas veces, apelaron al traslado de los docentes como pretexto. A que no todos los maestros residen en el mismo lugar donde trabajan y que esa movilidad podría expandir el contagio. Si bien en parte es cierto, también es cierto que el regreso parcial que exige la pandemia se podría haber solucionado con los docentes locales. Faltó creatividad para diseñar propuestas acordes al momento y, sobre todo, faltó voluntad política. Muchos gobernadores optaron por la omisión en el plano educativo.
El 2 de julio, el Consejo Federal de Educación aprobó por unanimidad el protocolo de regreso a las escuelas. Un reglamento estricto que establece el piso de pautas que deben cumplirse en todo el país: tapabocas, 1,5 metros de distancia en el aula, asistencia alternada, alcohol en gel en los distintos espacios, un día de cierre ante un caso sospechoso, entre otras. Tres meses después, las provincias que echaron mano al protocolo y presentaron una propuesta de retorno son honrosas excepciones.
En el medio, según se supo a partir de la encuesta nacional que hizo el Ministerio de Educación, el 10% de los alumnos tuvo muy bajo o nulo vínculo con la escuela durante la cuarentena. La brecha entre los establecimientos públicos y privados se amplió y cada día que pasa sin escuela, hay más chances de que los chicos de sectores vulnerables, en especial en secundaria, se caigan del sistema. Eso al margen de las consecuencias psicosociales que sobrellevan después de estar encerrados seis meses, sin relacionarse con sus compañeros.
El protocolo plantea que la apertura podrá darse en las ciudades con baja o nula circulación del virus. Con ese parámetro a esta altura incumplido, mañana habrá una reunión en el Palacio Sarmiento. El ministro de Educación Nicolás Trotta se reunirá con algunos de sus pares provinciales, con autoridades de Salud de Nación, con gremios docentes, centros de estudiantes y especialistas. Allí definirán un índice epidemiológico objetivo para dar alguna certeza de cuándo sería seguro volver a las aulas en las grandes urbes. Ya a punto de arrancar octubre, a poco más de dos meses del cierre del ciclo lectivo.
Pocas aperturas y marchas atrás
Hoy solo dos provincias tienen clases presenciales. Formosa inició la vuelta el 12 de agosto y pudo sostener la apertura. La concurrencia es optativa y se centra en las áreas rurales. A excepción de Clorinda y El Colorado, donde hay algunos casos, volvieron al aula en las otras 17 delegaciones zonales. Todavía no se reanudó la actividad presencial en la capital.
La segunda provincia es La Pampa, que comenzó el regreso gradual el 14 de septiembre en horarios reducidos y días alternados, de manera focalizada por institución. La jurisdicción priorizó los últimos años de cada nivel, tanto en primaria como en secundaria.
Antes que Formosa y La Pampa, San Juan cortó la cinta para inaugurar el regreso escolar, pero tan solo duró once días, entre el 10 y el 21 de agosto. El gobernador Sergio Uñac decretó la vuelta a fase 1 de la cuarentena por un brote en Caucete. Por un puñado de contagios cerraron todas las escuelas y aún hay cinco departamentos que nunca tuvieron casos que siguen sin clases.
Algo parecido pasó en Catamarca, que retornó en zonas rurales el 18 de agosto y menos de un mes después volvió a interrumpir el ciclo lectivo por contagios que nada tuvieron que ver con la apertura escolar. Santiago del Estero había pautado el retorno para el mismo día, pero lo postergó por la aparición de nuevos casos. Misiones, la provincia que menos casos registra del país, nunca presentó una propuesta para reabrir las escuelas bajo el argumento de la cercanía con Brasil.
Hasta el momento, la única propuesta de reapertura que Nación bloqueó por considerar que no estaban dadas las condiciones sanitarias fue la de la Ciudad de Buenos Aires. El gobierno porteño primero quiso habilitar espacios digitales en las escuelas para los 6.500 chicos que identificó como aquellos que perdieron vínculo con sus docentes. Ante el rechazo, presentaron un segundo protocolo que contemplaba actividades escolares también para quinto año y primer grado al aire libre, en plazas y calles. Después de discutir con las autoridades nacionales, lo ajustaron y plantearon la vuelta de solo los 6.500 alumnos en los patios de las escuelas desde el próximo lunes. Todavía aguardan la respuesta.
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