Soledad Acuña: “No nos podemos resignar a terminar el año sin clases presenciales en la Ciudad”

La ministra de Educación porteña habló con Infobae tras la polémica por la apertura de las escuelas. Dio detalles del “plan para recuperar la presencialidad” y adelantó que habrá más tiempo escolar para los chicos que no hayan aprendido lo necesario para pasar de año

Soledad Acuña, ministra de Educación de la Ciudad de Buenos Aires

El miércoles pasado se desató uno de los principales conflictos entre Nación y Ciudad de Buenos Aires desde que comenzó la cuarentena. El gobierno de Horacio Rodríguez Larreta propuso reabrir las escuelas como espacios digitales para los chicos más vulnerables. Desde el Palacio Sarmiento, el ministro Nicolás Trotta rechazó la iniciativa porque, considera, no se alinea con lo que fija el protocolo nacional de regreso a clases que el propio distrito aprobó. Soledad Acuña, que volvió a conducir el ministerio de Educación porteño tras su licencia por maternidad, reafirmó la necesidad de reapertura pese al primer revés.

En una entrevista con Infobae, la ministra adelantó la puesta en marcha de un “plan para recuperar la presencialidad” que dependerá, claro, de la venia del gobierno nacional porque no avanzarán sin consenso.

“Hay un punto a discutir en el dictamen de Nación, que dice que no nos adecuamos al protocolo macro. En realidad, no existe un protocolo a nivel nacional para lo que estamos planteando nosotros en una primera etapa. Nuestra primera propuesta no es volver a clases, sino abrir escuelas como espacios digitales para que 6.500 chicos, que perdieron vínculo con sus docentes, puedan conectarse desde los gabinetes. Ahí está la discusión de qué significa una vuelta a clases. Para nosotros esto no es vuelta a clases. Es solo un primer paso”, sostuvo Acuña.

-La sensación general hoy es que la Ciudad no va a volver a clases en lo que resta del año…

-No podemos resignarnos a terminar el año sin volver a las clases presenciales. En algún momento creemos que Nación va a entenderlo y terminará cediendo. Antes o después, es imposible seguir negando la necesidad de una vuelta gradual con todos los cuidados. No podemos dejar de pensar que tenemos que volver. Si no, las consecuencias van a ser cada vez más graves.

-¿Hasta dónde están dispuestos a insistir? ¿Podrían ampararse en el federalismo educativo, en que las escuelas son responsabilidad de ustedes, para abrir igual?

-Entendemos que en un momento tan excepcional es lógico que se tienda a la centralidad. Nosotros no vamos a forzar, ni abrir a la fuerza los edificios educativos, pero estamos en un Estado federal y las escuelas son responsabilidad directa de las jurisdicciones. Respetamos el decreto, pero no vamos darnos por vencido. Somos conscientes de que no va a ser la escuela de marzo. Hay que ser creativos, buscar las soluciones. Los especialistas nos dicen que los chicos de quinto año deberían poder ir dos veces por semana a la escuela, por ejemplo.

Acuña se reunió el viernes con el ministro de Educación, Nicolás Trotta, y su par de provincia de Buenos Aires, Agustina Vila

-Ustedes no están de acuerdo con el reclamo de los gremios, que apunta a que se le den computadoras y conectividad a esos 6.500 chicos.

-Estamos convencidos de que es mucho más profundo el tema. Lo estamos viendo en cada contacto que logramos entablar con los chicos que se cayeron.

-¿Cuáles son las situaciones que están viendo?

-Tenés muchas situaciones complejas al interior de cada hogar. Chicos que están a cargo del cuidado de las abuelas, familias numerosas a cargo solo de la madre, espacios pequeños, padres que no pueden acompañar, conflictos en las casas. La conectividad no soluciona el problema. Lo que notamos es que muchos de los 6.500 chicos son alumnos de primer año, que no llegaron a conocer a sus docentes. Tuvieron una ruptura absoluta en la forma de enseñar y aprender. Pasaron de tener un docente en primaria a trece maestros, uno por materia, y no conocieron en persona a ninguno.

-¿Por qué pudieron identificar a esos chicos recién cinco meses después de la suspensión de clases?

-El trabajo viene de hace meses. Las escuelas redoblaron el esfuerzo con toda esa matrícula vulnerable. Fueron trabajando con las familias, llamando por teléfono a las casas para estar presentes y lograron bajar el número de chicos que corre riesgo de abandonar. Se agotaron todos los recursos y ahora que la situación epidemiológica se estabilizó, desplegamos los brazos del Estado para revincular a los 6.500 que no pudimos sostener.

-Después de estas diferencias con el gobierno nacional, ¿hay una proyección para ir desandando el regreso a las aulas?

-Tenemos un plan de puesta en marcha de la presencialidad que surgió de la discusión con el propio sistema y se basa en variables epidemiológicas. Nuestra prioridad es volver a la presencialidad. Con el último mes de aperturas observamos continuidad en una meseta alta pero estabilizada. Los especialistas, con Fernán Quirós a la cabeza, nos dijeron que nos animemos a pensar un esquema de regreso.

La primera propuesta de la Ciudad es abrir las escuelas como espacios digitales (Lihue Althabe)

-¿Cuáles son las etapas de ese plan?

-Primero son los 6.500 chicos que identificamos, que perdieron todo contacto. Las escuelas nos plantean que a esos chicos, más allá de los esfuerzos, no pueden llegar. Después vamos a seguir con un segundo grupo con el que el vínculo fue escaso. Es decir, mandan la tarea pero no se conectan con la frecuencia requerida o no responden habitualmente a las actividades. En la tercera etapa sí volverían los últimos años de los niveles, séptimo grado y quinto año, porque necesitan recuperar la presencialidad para terminar el nivel, no tienen más tiempo. La cuarta etapa comprende a los primeros años, tanto de primaria como de secundaria, pero nuestra idea es dar autonomía a las escuelas para que definan. Son ellas las que conocen de verdad a su población y saben dónde hay que reforzar.

-¿El plan también contempla la posibilidad de cierre si hubiera un brote de contagios?

-La pandemia nos obliga a pensar todo el sistema de vuelta. Si mirás lo que está pasando en el mundo, hay una inestabilidad total, de países que abren las escuelas, después dan marcha atrás y después vuelven a abrir. Los optimistas pensamos que hay que aprovechar todo lo que se ganó durante este tiempo: el mayor involucramiento de las familias, la mayor autonomía de los chicos, el acercamiento de los docentes a la tecnología. Pero necesariamente vamos a tener que pensar escenarios donde la luz se prende y apaga.

-¿Cuán grande estiman va a ser el impacto de este año?

-La ONU está hablando de una tragedia generacional. A simple vista, lo más crudo lo vemos en los chicos chicos que se caen del sistema. Aunque hay un efecto más silencioso que es el encierro durante tanto tiempo. Nosotros hicimos un estudio con INECO y los resultados son súper preocupantes. Tanto en los chicos, con sus temores y angustia, como en los docentes que muestran niveles de ansiedad impresionantes, que incluso requirirían de tratamiento. Ese combo va a ser una bomba explosiva y se va a profundizar si no empezamos a pensar en un regreso.

-¿Con qué alternativas se desactiva esa “bomba” que menciona?

-Volver a la escuela común no va a ser simple. Vamos a tener que pensar una escuela que tenga que adaptarse a la nueva realidad, a chicos con menos capacidad de concentración. Si ya había disparidad en los aprendizajes, ahora la brecha se va a mutliplicar, sumado al factor emocional. Va a ser necesario pensar y repensar las formas de enseñar. Cambiar los tiempos escolares.

-¿Qué implicaría eso?

-Desde el vamos, revisar la carrera docente. Analizar otros tipos de espacios de estudio y planificación. Los supervisores nos dicen que una ventaja de estos tiempos es que les permite tener tiempo para la reflexión. La escuela prendía la luz todos los días y la vorágine generaba poco tiempo para trabajar en equipo, para pensar la relación con los chicos y vincular las materias. Incluso, otros tiempos para las jornadas institucionales, que siempre implicaron suspender las clases ese día. Los chicos podrían aprovechar y seguir aprendiendo en forma remota. Son muchos los puntos a revisar. Se van a necesitar reformas estructurales reales para hacer frente a la batidora emocional pospandemia.

Acuña impulsará más tiempo escolar para los chicos que no alcancen los aprendizajes mínimos

-En términos de aprendizajes, ¿cuánto creen que se está perdiendo? ¿Podría haber alguna evaluación para definir qué hay que priorizar?

-Cuando suspendimos el ciclo presencial, nosotros elaboramos documentos que definían los aprendizajes prioritarios, fuimos marcando los contenidos que tienen que dar sí o sí en este año. Sabemos que las condiciones de aprendizaje fueron muy diversas, pero el ciclo pedagógico es bueno en general. Vamos a evaluar cuando se dé el regreso a las aulas para identificar a los chicos que necesitan refuerzo escolar.

-En la Ciudad, entonces, se va a evaluar pese a que no va a haber promoción, como se definió en el Consejo Federal.

-Exacto. En el segundo cuatrimestre vamos a seguir el mismo modelo de valoración que en el primero, pero también vamos a evaluar a los chicos en los contenidos necesarios para la promoción más allá de que se haya establecido una unidad pedagógica con el ciclo lectivo de 2021. No va a ser un “pasan todos”. Para los chicos que no alcancen los aprendizajes vamos a habilitar nuevos espacios de aprendizaje. En criollo, más tiempo escolar y no el año que viene; este año. Ya sea ampliando el calendario, con escuelas de verano o clases de apoyo los sábados.

-Eso seguramente abra otro foco de conflicto con los gremios.

-Tiempos excepcionales requieren decisiones excepcionales. A la tragedia tenemos que responder con creatividad. No podemos discutir bajo los mismos criterios que lo hacíamos en un año normal. De igual manera, comprendemos la necesidad de descanso de los maestros. El refuerzo implicaría menos dotación y no necesariamente los mismos docentes.

-¿Cuánto tiempo llevará compensar lo que se perdió este año con las escuelas cerradas?

-Me parece más difícil recuperar las habilidades, el oficio de ser estudiante, que los contenidos en sí mismos. Va a ser muy difícil que los chicos puedan volver a tener una clase expositiva de 45 minutos, mirando a un profesor adelante y la nuca de sus compañeros, más allá de si ese modelo de enseñanza sea el deseable o no. Tiene que ver con los hábitos, el miedo, los deseos. El error sería pensar que los aprendizajes son el único rol de la escuela. La escuela tiene un rol fundamental en la construcción social. Los chicos no ven a sus pares desde hace seis meses. Los especialistas nos dicen que puede llevar muchísimos años recuperar eso.

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