Medio año escolar ya transcurrió a distancia en todo el país. Y si bien desde agosto las provincias con menos contagios comenzarán a volver a las aulas, la asistencia será alternada, por lo cual el sistema educativo tendrá que convivir con la virtualidad hasta al menos fin de año. Esa virtualidad es muy dispar en la Argentina, pero incluso en las escuelas conectadas, solo una de cada cinco tiene clases en vivo por videoconferencia.
El dato surge de un nuevo informe del Observatorio Argentinos por la Educación, con autoría de Mariano Narodowski, Víctor Volman y Federico Braga. El estudio, que encuestó a una muestra representativa de familias de primarias estatales urbanas, muestra que el 90% de las escuelas logró sostener el vínculo pedagógico, pero expone que en la mayoría de los casos el contacto entre docentes y alumnos es asincrónico.
En concreto, la mitad de los alumnos tiene una comunicación diaria con sus maestros. Más aún, 9 de cada 10 se contactan al menos una vez a la semana. En la gran mayoría, en 3 de cada 4 escuelas, el vínculo que se da es el intercambio de tareas: el docente propone actividades, los alumnos la completan y la envían de vuelta. En el 40,8% de los casos, las escuelas también se comunican para saber cómo están los alumnos e interesarse por su situación personal o familiar.
El dato más revelador acaso sea el modo de dar clases. Considerando que solo respondieron familias con conexión a Internet, ya que el cuestionario fue online, resulta muy baja la incidencia de las plataformas de videoconferencia como Zoom o Meet. Solo en uno de cada cinco establecimientos se utilizan las clases en vivo.
“Las estrellas de la educación remota son WhatsApp o el email. Zoom es muy poco predominante. La comunicación es básicamente asincrónica, casi en el 100%, combinada con un 17% de sincronía. Está sobrerrepresentada la presencia del Zoom por nuestro círculo de clase media, pero la inmensa mayoría no tiene o no lo usa. Es muy contundente el dato porque solo respondieron familias que están conectadas”, explicó Mariano Naradowski, profesor de la Universidad Torcuato Di Tella.
Ante la consulta de Infobae, Narodowski planteó: “No está claro cuál va ser el impacto en los aprendizajes, pero desde la pedagogía estamos completamente seguros de que va a haber un déficit, incluso para los conectados. Aún no hay precisiones respecto a qué estrategia -sincrónica o asincrónica- es superior. La herramienta en sí misma seguramente no sea lo esencial, sino cómo se use. Donde no caben dudas que habrá un perjuicio muy importante es en los desconectados. Son los que están en peores condiciones frente al aislamiento y los que en peores condiciones estarán en las clases pospandemia, con asistencia alternada”.
Algunos economistas, especialistas en el campo educativo, están haciendo proyecciones para medir el impacto de la cuarentena en los aprendizajes. David Jaume, investigador del Banco de México, trazó una analogía con uno de sus estudios que midió las consecuencias de la pérdida de medio año de clases por paros docentes durante los ’80 y ’90. Allí encontró una tendencia marcada en el futuro de esos alumnos: menores ingresos en la adultez, menor participación laboral y más posibilidades de no terminar la secundaria o la universidad.
“La pérdida de días de clase podría disminuir fuertemente la formación de capital humano de los niños, aunque hoy en día se cuenta con recursos que, de ser bien utilizados por políticos, padres e hijos, podrían mitigar gran parte de sus efectos. Habrá que prestar especial atención a los niños de contextos más vulnerables, que disponen de menores recursos en el hogar para suplir parcialmente la enseñanza en la escuela”, consideró Jaume.
El estudio del Observatorio reveló un esfuerzo de los docentes para sostener el vínculo pedagógico, que sus autores consideraron “muy positivo” dado lo imprevisto del escenario, que no permitió una preparación. El lunes 16 de marzo se suspendió el ciclo lectivo y al día siguiente comenzó el proceso de educación remota. Pese al compromiso generalizado, el 8% de las familias dice que sus hijos tienen contacto solo una vez cada 15 días con sus docentes más allá de disponer de conexión.
Los distintos estudios completan al que en los próximos días presentará el Ministerio de Educación, una encuesta a 30 mil directivos y docentes. Con esa información, delinearán la pospandemia en las escuelas, que tendrá un componente extra de dificultad: mientras un parte del curso esté en las aulas, otra parte estará en el hogar.
Al respecto, Sandra Ziegler, investigadora de Flacso, sugirió: “En el tiempo transcurrido hubo un énfasis en el envío de tareas y se registra una interacción reducida de docentes con los niños y niñas. Esto plantea que en el retorno a la presencialidad el desafío será reponer ese ida y vuelta. La vuelta a la escuela abre la oportunidad de trabajar con grupos reducidos, superar formas repetitivas y carentes de sentido. Así como se dijo que en las formas online no se podía replicar la propuesta presencial anterior, la ‘nueva normalidad’ exige explorar otras formas de trabajo”.
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