“COVID y aprendizaje ¡bienvenido futuro!”. Ese fue el nombre del encuentro virtual que organizó la Universidad Católica Argentina (UCA) este martes por la tarde. El título sugerente disparó el debate sobre el día después: ¿qué pasará en las aulas cuando el Covid-19 quede en el pasado? Más aún, ¿cuánto de este cambio educativo abrupto que todavía transcurre en casi toda la región será materia prima para el futuro?
El encuentro, que duró poco más de una hora, congregó a más de 200 personas, procedentes de distintos países latinoamericanos y provincias argentinas, en Zoom. Los dos oradores fueron Mercedes Miguel, ex secretaria de innovación y calidad educativa del Ministerio de Educación de la Nación, y Carlos Torrendell, profesor de políticas educativas de la UCA. Por su parte, Susana Mitchell, directora del Laboratorio de Comunicación y Medios de la Facultad de Ciencias Sociales de la UCA, ofició de moderadora.
“No tengo ninguna duda de que el Covid, más allá de la tragedia, está lleno de oportunidades”, abrió Miguel. “Solamente las crisis nos hacen salir del lugar de conformidad. Los sistemas educativos, sobre todo, se afianzan mucho en la tradición, en un anclaje de acciones que se hacen de la misma manera hace 200 años. Es una gran oportunidad, al mismo tiempo que una gran preocupación”.
Aún hay 145 países en el mundo con sus escuelas cerradas. En total, un billón de estudiantes en todo el mundo sin poder concurrir a clases. El momento, inédito en la historia, dejará cinco lecciones aprendidas, de acuerdo a la mirada de la especialista.
1) “Se empezó a valor enormemente la profesión docente. Los padres se dieron cuenta de lo compleja que es la función que tienen los maestros. Los docentes, más allá de que muchos están saturados, también se han reencontrado con la pasión por lo que hacen”.
2) “Se transformó en evidente la importancia de la socialización para aprender. Somos animales sociales. Necesitamos de estar con un otro para que funcione el proceso educativo”.
3) “Es un mito que los sistemas educativos no cambian y que a los docentes no les gusta cambiar. Hemos cambiado en tres meses mucho más que en 10 años en términos de incorporación de tecnologías. Eso va a ser un insumo importantísimo para el día después”.
4) “La sociedad ya está siendo muy fragmentada entre los que están conectados y los que no están conectados. Hoy Internet es una variable de equidad social. Tener a nuestra población conectada va a ser una enorme inversión necesaria a mediano y largo plazo”.
5) “Los currículums desbordan de una hiperinflación de contenidos innecesarios. Hemos aprendido que estamos llenando de contenidos que no sirven para nada a los chicos. Eso lleva a una cultura de estudiar para aprobar en vez de estudiar para aprender”.
De acuerdo a Miguel, haber tenido “el diario del lunes” de lo que pasó en Europa también ayudó en el plano educativo. Ahora, los países europeos están reabriendo las escuelas, pero nada es como antes de la pandemia: concurren de manera escalonada, con distanciamiento social y protocolos sanitarios rigurosos.
“Esta crisis nos está haciendo mirar por el ojo de la cerradura y apreciar lo que se viene: aulas mucho más interactivas, en las que la teoría va a quedar en la casa o la computadora. El valor agregado de estar en la escuela va a ser muy diferente. ¿De verdad vamos a tener profesores que lean los textos que ya tienen a disposición los chicos?”, señaló.
Luego tomó la palabra Carlos Torrendell, quien planteó sus dudas respecto a los cambios que experimentará el sistema educativo post-pandemia. “La pandemia no creo que nos cambie automáticamente. Primero hay que ver cuánto dura. Para poder innovar uno necesariamente debe conocer su pasado. De ese modo, uno puede detectar que algo que pasó pudo haber sido de otra manera. Los cambios no se dan solo por elementos intrínsecos. Se necesita una teoría del cambio que permita desde múltiples ciencias comprender que no solo la pandemia como fenómeno intrínseco nos va a cambiar”.
El profesor amplió su idea: “Uno con la tecnología, como tenemos hoy, también puede seguir impartiendo educación tradicional. Si esa lógica continua, aprendimos a usar la tecnología en una dinámica sin innovación. El secreto del cambio pedagógico se va a dar solo si el cambio viene desde las culturas institucionales. Los cambios se nos pueden escapar muy fácil si las inercias institucionales continúan”.
Para Torrendell, el verdadero desafío es “volver menos enciclopédica la escuela moderna”. Para ello, el docente debe asumir un nuevo rol. Dejar de ser un “aplicador de currículums” para convertirse en “un diseñador de posibilidades de aprendizajes”.
“En los mejores sistemas educativos los docentes se apropian de los desafíos que tienen en la escuela y diseñan nuevas estrategias de aprendizaje. Para motivar y hacer partícipes a los estudiantes lo que hay que lograr es que estén entusiasmado formando parte. La pregunta es cómo yo recreo este currículum de tal manera que resulte significativo”, explicó.
Por último, el especialista reflexionó: “Para cambiar una práctica hay que cambiar la cultura en la cual la práctica está inmersa. Las prácticas no van a cambiar si no están inmersas en una cultura organizacional distinta. Los docentes no es que no quieren cambiar. En general, no pueden. Después de la pandemia sabremos si seguimos con lógicas del siglo XIX más allá de que incorporamos tecnologías del siglo XXI o si realmente implicó un cambio cultural”.
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