El método “10-4”: las claves del modelo israelí que aplicaría la ciudad de Buenos Aires para volver a las aulas

El esquema diseñado por científicos de Israel se aprovecha de uno de los “puntos débiles” del Covid-19. Cómo se implementaría en la Ciudad una vez que se reanuden las clases presenciales

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Por la curva de casos en aumento, la ciudad de Buenos Aires todavía no puede precisar cuándo comenzará la vuelta a las aulas. Principios de agosto, la fecha donde se reabrirán las escuelas en casi todo el país, parece una quimera para el área metropolitana. Si bien no hay definiciones en el cuándo, sí empieza a delinearse el cómo. La modalidad de regreso seguiría el método israelí.

El modelo se conoce como “10-4”. Fue desarrollado por los científicos Uri Alon y Ron Milo, profesores de biología computacional y de sistemas en el Instituto de Ciencias Weizmann. El esquema se sustenta en las mismas propiedades del Covid-19: ataca lo que consideran uno de sus “puntos débiles”.

La regla se apoya en el período de latencia del virus. Es decir, en el lapso que transcurre entre que una persona se contagia y pasa a ser contagiosa para los demás. Ese tiempo se calcula en tres días y de ahí surge el modelo: 4 días en la escuela y 10 días de confinamiento.

Aplicado a las escuelas, y al caso particular de la ciudad de Buenos Aires, implica dividir a los cursos en dos de la siguiente manera:

-El grupo A asiste a la escuela en la primera semana de lunes a jueves, mientras el grupo B está en aislamiento.

-El grupo B asiste a la escuela en la segunda semana, también de lunes a jueves, mientras ahora el grupo A está en confinamiento.

-En la tercera semana retorna al aula el grupo A, en la cuarta es de vuelta el turno del grupo B y así sucesivamente.

-Los viernes son días libres en la escuela. Ni el grupo A ni el grupo B concurren. Sería el día destinado a la desinfección.

-En los días fuera de la escuela se continuará con los mecanismos de enseñanza a distancia.

La regla no es azarosa. Una vez dejado atrás el período de latencia, los chicos ya estarían en el hogar, cumpliendo el aislamiento. Por lo cual, estiman, las chances de que el virus se esparza en el aula se reducen drásticamente. Superados los 10 días en el hogar se completará el ciclo de dos semanas del Covid-19. De ese modo, ya podrían volver a las escuelas sin riesgos.

La mayoría de los países
La mayoría de los países europeos optó por reducir el tamaño de sus cursos (AFP)

“Los modelos que creamos en el Instituto Weizmann de Israel predicen que este ciclo de dos semanas puede reducir el número reproductivo del virus -el número promedio de personas infectadas por cada persona infectada- por debajo de uno. Por lo tanto, un ciclo 10-4 podría suprimir la epidemia al tiempo que permite una actividad económica sustentable”, afirman los científicos israelíes en un artículo que escribieron para The New York Times.

El método, explican los expertos, busca bajar el número de reproducción básica (R0), que mide a cuántas personas un infectado le transmite el virus en promedio. Cuando el indicador es mayor a 1, implica que la curva de contagios arroja un aumento exponencial. Una vez que se logra disminuir por debajo de 1, se empieza a controlar la pandemia.

En el Área Metropolitana de Buenos Aires hay distintas estimaciones, pero todas dan por encima de 1. experto: “El modelo de Israel en una población que tiene circulación comunitaria no va a eliminar la propagación del virus, pero tal vez ralentice los nuevos casos. En mi opinión, la salida a una vida más normal va a estar primero en el plasma del paciente convaleciente, en la inmunización por gamaglobulina hiperinmune y luego en la vacuna”, le dijo a Infobae Gabriela Piovano, médica infectóloga del Hospital Muñiz.

Por su parte, la médica infectóloga Cristina Freuler, jefa del Departamento de Medicina Interna del Hospital Alemán, indicó: “La apertura debe ser cuidando el distanciamiento social con lo cual suena razonable dividir a los alumnos en grupos. Posiblemente dependerá de las escuelas, tamaño de las aulas y número de alumnos cómo realizar la apertura. No será lo mismo una escuela de doble jornada que una de jornada simple. Se debería hacer hincapié en la higiene de manos y, ¿por qué no? en que cada uno antes de retirarse higienice su mesa”.

De acuerdo a Alon, uno de los científicos que impulsa la regla “10-4”, el modelo es trasladable a cualquier país, sin importar las características de su población ni su riqueza. "No requiere de una gran capacidad para hacer tests que, lamentablemente, es lo que ocurre en la mayoría de los países”, sostuvo. No obstante, el experto insiste en que el esquema se debe complementar con otras medidas preventivas: el uso de tapabocas, el distanciamiento social y el cuidado de los grupos de riesgo.

Una versión simple, pero complementada

El modelo original propone que la reapertura de las escuelas vaya de la mano con el mercado laboral. Que las empresas también dividan a los empleados en dos grupos con asistencia alternada de cuatro días cada dos semanas y que esa estrategia, en el mejor de los casos, esté conectada a la actividad escolar. En definitiva, que los chicos y los adultos de un hogar concurran a sus respectivos establecimientos los mismos días y permanezcan en confinamiento los mismos días.

La Ciudad analiza optar por una versión simple, que solo involucra a los alumnos y no a los padres. La misma versión adoptó Austria en algunas ciudades. Desde el 18 de mayo, los cursos de las escuelas austríacas se dividieron en dos grupos, que asisten cinco días -cinco en vez de cuatro- semana por medio.

“La ventaja de este modelo es que facilita la organización familiar, entendiendo que ningún sistema se va acercar a la normalidad. Los padres saben qué semana, de lunes a jueves, tienen clases sus hijos de antemano”, explicó a Infobae Luis Bullrich, a cargo del ministerio de Educación porteño. “En Israel se registraron casos en tres escuelas y no tuvieron que cerrar por completo. Facilita el manejo del grupo en caso de haber un contagio”, continuó.

La alternancia en la asistencia no será el único cambio. La Ciudad de Buenos Aires tiene en mente complementar el esquema “10-4” con otras medidas que cambiarán la “normalidad” de los establecimientos, también apoyadas en experiencias internacionales. Por caso, el retorno será escalonado y priorizará a los últimos cursos de cada nivel: sala de cinco de jardín, séptimo grado de primaria y quinto año de secundaria. Dos semanas antes que ellos, comenzarían a reincorporarse los directivos, el personal administrativo y los auxiliares de las escuelas para que cada uno avance en sus tareas, ya sea de planificación, puesta a punto y limpieza de los establecimientos.

Mercedes Miguel, ex secretaria de innovación y calidad educativa de la Nación, integra la mesa de expertos que asesora al gobierno porteño en la confección del protocolo. Ella hizo un relevamiento de las medidas implementadas por los países que ya reabrieron las escuelas. “La nueva escolaridad asume un modelo integrado de presencialidad y virtualidad/distancia que va a perdurar mucho tiempo y quedará posiblemente instalado como uno de los máximos beneficios de los sistemas educativos para una nueva forma de enseñar y aprender”, advirtió.

Miguel señaló que todos los países optaron por un retorno compuestos por fases y escalonado, alternando días y grupos en un marco de estrictos protocolos sanitarios. “Todos los sistemas educativos toman decisiones en base a las definiciones de Salud. Por eso, el trabajo interministerial es más profundo y necesario que nunca”, subrayó.

El borrador que avanza en la Ciudad plantea reducir la extensión de la jornada, que pasaría a durar tres horas. A su vez, el ingreso y la salida de los establecimientos serán en tandas cada 10 o 15 minutos para evitar los amontonamientos. En los micros escolares deberán viajar dos alumnos como máximo por cada hilera de asientos.

El distanciamiento social abarcará también a las aulas, donde ya no habrá pupitres compartidos. A cada alumno se le asignará un escritorio y no podrá cambiarlo. Todos los chicos tendrán que usar tapabocas, a excepción de los menores de 6 o 7 años. El desayuno y la merienda se servirán en las aulas, los recreos serán espaciados y no se permitirá el contacto físico ni los juegos con pelota, incluso tampoco los niños podrán traer juguetes de sus casas.

La higiene será otro de los puntos en los que se insistirá. Buscarán extremar las medidas: se limitará el ingreso a los baños de acuerdo a la capacidad promoverán el lavado de manos varias veces por día y se evalúa también tomarles la temperatura a los alumnos.

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