Después de casi tres meses con todas las aulas cerradas, hoy volvieron los primeros alumnos del país a la actividad presencial. Los chicos de los últimos grados de la Puna catamarqueña retornaron para cerrar su singular calendario escolar, que se extiende desde agosto a junio por las bajas temperaturas. En el resto del país, por ahora, la educación transcurre a distancia.
En una entrevista con Infobae, el ministro de Educación de la Nación, Nicolás Trotta, ratificó que las clases presenciales volverían en casi todo el país en agosto, pasadas las vacaciones de invierno. En cambio, el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) sigue siendo la gran incógnita.
“Hoy tenemos incertidumbre. Es muy difícil imaginar el regreso en la Ciudad de Buenos Aires si se sostiene este nivel de contagio. En el caso de que empiece haber una disminución en la curva del AMBA, podremos mirar con mayor expectativa el futuro, pero hoy es la región donde se presentan mayores dificultades”, señaló.
-¿Hasta cuánto tendrían que bajar los contagios para que el AMBA pueda volver a las aulas en agosto?
-Cuando la Ciudad tenga el nivel de contagio que están teniendo las provincias, vamos a estar mucho más cerca de la posibilidad de regresar a las aulas. En las próximas semanas es importante ver la evolución de la pandemia en las provincias que flexibilizaron la apertura en el sector del trabajo, la apertura de bares o restaurantes, que permitieron ciertos encuentros familiares. Ver si eso no produce un nivel de circulación en aumento.
-En concreto, si el AMBA sigue con una tasa de 700 casos por día, ¿habría que esperar un par de meses más?
-Hasta que no se consiga un descenso en el nivel de contagios, es imposible imaginar un regreso a las aulas. A nosotros nada nos gustaría más que poder volver mañana a las escuelas, pero sabemos que no es posible porque esto también se vincula a un esquema de responsabilidad. ¿Cómo logramos superar esta pandemia? Cuidándonos entre todos. La vuelta en la región metropolitana hoy sería contraproducente.
-Ya pasaron más de 80 días desde la suspensión de las clases presenciales, ¿qué balance hacen de la respuesta que está dando el sistema educativo?
-Hay que remarcar que estamos ante una situación absolutamente extraordinaria. En este desafío impensado, creo que pudimos generar las condiciones de continuidad pedagógica en una Argentina atravesada por una profunda desigualdad. Sucede que en el hogar se consolidan esas desigualdades. La trayectoria educativa de los adultos cobra especial relevancia, principalmente la de la madre porque en esta sociedad tan machista que transitamos, en el 80% de los casos, quien acompaña a los hijos es la mamá. Al momento de regresar nos vamos a encontrar con aulas mucho más heterogéneas. Lo que va a definir a nuestra gestión es qué vamos a hacer para disminur esa brecha.
-¿Hay una proyección de cuántos aprendizajes se están perdiendo en estos meses y cuánto tiempo llevaría recuperarlos?
-Hace una semana nosotros iniciamos una instancia de evaluación de respuesta del sistema educativo. Ahí vamos a tener mayor claridad y nos va a permitir proyectar la reorganización del ciclo lectivo 2020, y su articulación con el ciclo lectivo 2021. Sabemos que los saberes que no se puedan llevar adelante los vamos a tener que postergar. Por supuesto que el aprendizaje en el hogar es muy distinto a la profundidad de los aprendizajes en la escuela. Cuando se pueda regresar, la principal responsabilidad será ir a buscar a una enorme cantidad de adolescentes que probablemente no regresen a la escuela. Todo hace suponer que se va a profundizar el desgranamiento de la matrícula.
-Esa variable, la de posible deserción, ¿es uno de los factores que analizan para definir la fecha de regreso o la principal preocupación es la epidemiológica?
-Hoy el principal factor que nosotros analizamos para el regreso a las aulas es el epidemiológico. En este contexto tenemos que garantizar la salud. Debemos revisar el nivel de circulación del virus en los distintos territorios y desarrollar los protocolos que permitan disminuir las posibilidades de contagio. Sabemos que el riesgo no desaparece hasta que haya una vacuna, pero sí se puede plantear un regreso administrado. Vamos a volver cuando haya consenso de todo el sistema educativo. Hoy es lógico que la sociedad tenga miedo, pero la única forma de derribarlo es con información y diálogo.
-¿Cuán avanzado está el protocolo de regreso?
-Nosotros tenemos dos comisiones de trabajo. Una vinculada a la educación obligatoria y la otra toda la educación superior. En ambas estamos avanzando. La clave de los protocolos es el distanciamiento social. Según las dimensiones de las aulas, cada escuela definirá el número de estudiantes que podrán concurrir cada uno de los días. El otro componente será evitar el contacto entre los alumnos de distintos grados. Eso implica que los chicos del primer grado no van a tener vínculo con los del segundo grado, por ejemplo. La tercera pauta definida es la necesidad de escalonar el ingreso a la escuela, no solo para que no haya amontonamiento, sino también para administrar el uso del transporte público. Si nosotros pretendemos volver al sistema educativo que teníamos en marzo, implica la movilización de más de 15 millones de personas por día.
-¿Se evalúa la posibilidad de que la asistencia sea optativa, como definieron otros países?
-Es uno de los temas que está en discusión. Nosotros creemos que, para no delegar la responsabilidad en las familias, debemos generar los consensos entre todos los actores del sistema. Por eso, no nos tenemos que apurar.
-¿Hay alguna experiencia internacional que estén siguiendo con mayor atención? En la Ciudad de Buenos Aires se mencionó la posibilidad de seguir el modelo israelí…
-Tenemos que desarrollar protocolos que sean base para todo el territorio argentino. Luego cada provincia profundizará y podrá hacer incluso más restrictivos esos protocolos. Nosotros venimos conversando con ministros de todos los países europeos, como también con varios de América Latina. No hay que inventar nada. Lo que tenemos que hacer es analizar las medidas que estos países han tomado: aprender de sus aciertos, de sus equivocaciones y poner en valor estos casi tres meses de trabajo en la Argentina.
-¿Hubo algún error que haya cometido otro país que tomaran como ejemplo de lo que no hay que hacer?
- No me gusta opinar sobre los retrocesos de otros países, pero hubo algunos en Francia, en Dinamarca, en Israel. Creemos que no hay que apurarse en ninguna decisión y mucho más cuando hay ciertas situaciones que son de difícil comparación por los momentos en los que ha impactado la pandemia en cada país. Hay que tener en cuenta que Europa está transitando la primavera rumbo al verano y nosotros estamos terminando el otoño y llegando al invierno. Ahí también hay un elemento que hace que sea incomparable la realidad de ambos hemisferios. Otra cosa que hemos hablado con los gobernadores es que tiene que haber una mirada global porque cada decisión de cada provincia, si no es consensuada y con protocolos que se cumplan, puede implicar un retroceso general para toda la Argentina. Los comportamientos de una provincia pueden repercutir en otra por más que la situación epidemiológica sea diferente.
-Las escuelas de la puna, en Catamarca, se convirtieron hoy en las primeras en volver a las aulas. También manifestaron la misma intención los gobiernos de Jujuy y San Juan. ¿Hay alguna otra provincia que se pueda sumar a ese regreso adelantado antes de agosto?
-Estamos trabajando en el regreso en la ruralidad en muchas provincias, siempre con la priorización del cuidado de la salud, que haya consenso con todos los actores del sistema educativo, que los protocolos estén listos y esto también implica que las escuelas estén listas en todos los aspectos de higiene. Para poner un ejemplo, una escuela que tiene dos turno, durante el cambio hay que desinfectar las aulas.
-¿Hay algún consenso sobre cómo se implementará el retorno en las universidades?
-Tenemos esta comisión que está trabajando en ese sentido. Con lo que sí creemos que hay una posibilidad de avanzar en los próximos días con el desarrollo de protocolos no se vincula con la asistencia a clases sino a las instancias de evaluación en las universidades. Por ejemplo, lo ha planteado la Universidad Nacional de Rosario. Eso podría ser un primer paso. Siempre garantizando el distanciamiento social, con una agenda de trabajo que permita que no haya amontonamientos. Otras universidades están planteando la posibilidad de agosto de proyectar el regreso de algunas carreras en las que no se ha podido avanzar tanto en la virtualización, pero son instancias que recién están en el proceso de diálogo. Para que un rector pueda determinar el regreso, como ocurre con las provincias, tienen que estar los protocolos desarrollados y lo tiene que permitir el nivel de circulación que hay en cada jurisdicción.
-Después de la pandemia vamos a tener economías familiares muy golpeadas e instituciones privadas que acumulan deudas en el pago de las cuotas. ¿Imaginan una migración fuerte del sistema privado al público?
-Estamos trabajando para poder ayudar a las instituciones de educación privada. El 68% de las instituciones privadas tienen algún tipo de aporte estatal, y casi el 80% de estas tienen un aporte total del salario de la planta orgánica. Para el ATP -asistencia para el pago de salarios- vemos que se han presentado muchísimo establecimientos educativos, unos 3600. Y muchos más se han presentado para el mes de mayo. También hemos remarcado en todo momento que todas aquellas familias cuyos ingresos no se han visto impactados por la pandemia traten de seguir pagando la cuota de la escuela porque eso permite pagar los salarios, mantener los edificios. Las instituciones educativas han desplegado programas de asistencia, de becas, de postergación sin intereses de las cuotas para las familias cuyos ingresos se vieron afectados.
-En caso que se diera una migración al sistema público, ¿creen que está en condiciones de absorberla?
-El peso de la educación privada es muy distinto según la jurisdicción. En todo el país representan el 28% de los establecimientos, pero en la ciudad de Buenos Aires son el 56% y en la provincia de Buenos Aires es menos del 30%. En todo caso, si se produce por ejemplo en la ciudad de Buenos Aires una situación así trabajaremos con el Gobierno porteño para garantizar el derecho a la educación.
-¿Cómo tienen pensado organizar la rutina familiar ante este escenario de regreso escalonado? ¿ Se van a mantener las licencias?
-Hoy tenemos vigente la resolución 270 del Ministerio de Trabajo que permite la inasistencia justificada del adulto a cargo mientras exista la suspensión de clases. Ante un regreso escalonado que implique que todos los niños no puedan volver de manera simultánea, vamos a dar una respuesta similar para que siempre exista la posibilidad de que un adulto se quede a cargo de los niños. Ahí también el protocolo va a prever la articulación para que determinado día, por más que sean establecimientos educativos diferentes, todos los hijos de una familia puedan ir el mismo día a la escuela. Sabemos que esto no se acaba mágicamente y que vamos a tener que convivir con un sistema dual hasta entrado el 2021 y vamos a poder retomar una escuela como era en marzo pasado recién cuando haya una vacuna contra el Covid-19.
-¿Cuáles de los cambios implementados por la pandemia cree que van a perdurar en el tiempo?
-Hay cuestiones positivas que tenemos que cuidar y que nos pueden servir para consolidar la agenda educativa. Por un lado, el enorme reconocimiento social a nuestros maestros, la centralidad de la escuela como institución de ruptura de las desigualdades, y el diálogo entre las dos instituciones educativas más importantes de una sociedad: la familia y la escuela. Eso lo tenemos que sostener a lo largo del tiempo. Otro componente importante es el proceso de apropiación del uso de la tecnología. La tecnología es una herramienta, no es un fin en sí mismo, pero su uso, que se hizo cotidiano y en el avanzamos en 90 días lo que nos hubiese llevado un lustro, es un activo que tenemos que tener en nuestra sociedad. Inclusive ha permitido el consenso social y político para la profundización de la agenda de conectividad, porque nos damos cuenta de que las deficiencias en conectividad y en acceso al hardware profundiza la incapacidad de la continuidad educativa.
-¿La modalidad virtual llegó para quedarse?
-Yo creo que sí, como complemento. Porque también creo que algo que nos deja esta pandemia es el consenso casi absoluto de que el trabajo en el aula es irreemplazable. Ese proceso de creación colectiva de conocimiento es muy diferente en la escuela.
Seguí leyendo: