En 2007, cuando Uruguay puso en marcha el Plan Ceibal, ni proyectaban esta contingencia: todas las escuelas cerradas, todos los docentes y alumnos en sus casas. El uruguayo no es un caso aislado. En otros 187 países también el servicio educativo transcurre a distancia o ni siquiera transcurre. Las autoridades están en la búsqueda presurosa de soluciones que permitan sostener la enseñanza fuera de las aulas, o al menos que lo simule. En ese contexto, aunque no deliberadamente, Uruguay se adelantó a la pandemia del coronavirus.
Ceibal es el acrónimo de Conectividad Educativa de Informática Básica para el Aprendizaje en Línea. Se trata de una agencia paraestatal, que posiblemente sea la política educativa de mayor consenso y más respetada en la región. En un principio, nació como un programa inspirado en el postulado de one laptop per child, que introdujo Nicholas Negroponte, el fundador del MIT Media Lab.
“Es una política educativa única en el mundo, muy valiosa en estos tiempos de pandemia”, destacó un medio francés. En las últimas semanas, distintos países de la región y organismos internacionales se pusieron en contacto con los funcionarios uruguayos con la idea de conocer de primera mano el programa e intercambiar información.
Su sistema educativo cuenta con la ventaja de ser uno de los más pequeños: tiene 817 mil alumnos. (Por caso, solo la provincia de Buenos Aires quintuplica esa matrícula). De ellos, el 85% concurre a escuelas públicas. Ceibal entregó y sigue entregando notebooks y tablets a todos los estudiantes de entre 4 y 15 años. El objetivo fue democratizar el acceso y disminuir la brecha socioeducativa. En el quintil más pobre de la población, esa notebook es el único dispostivo de casi la mitad de los hogares.
“Es posible que estemos en una posición más ventajosa que otros países de la región para afrontar este momento”, afirmó Leandro Folgar, presidente del Plan Ceibal en diálogo con Infobae. “La característica que distingue al programa es que contempla a la entrega de dispositivos como condición necesaria, pero no suficiente. Se necesitó también avanzar en la conectividad, pensar acuerdos con las compañías telefónicas, desarrollar líneas de investigación y sobre todo hacerlo en un marco pedagógico que dé sentido a la tecnología en el proceso educativo”, agregó.
El plan nació bajo la presidencia de Tabaré Vázquez, se profundizó durante el mandato de José “Pepe” Mujica y ahora Luis Alberto Lacalle Pou -un gobierno de otro signo político- también lo sostendrá.
“Uruguay es un país de consensos políticos. Ceibal siempre se ha valorado positivamente por todo el arco político”, confirmó Gonzalo Baroni, director nacional de Educación del Ministerio de Educación y Cultura. “La etapa que viene ahora es la de convertirla en una agencia de innovación educativa. Garantizar el acceso es un aspecto importantísimo, pero los datos muestran que no logró reducir la brecha de aprendizajes por nivel socioeconómico. Nosotros vamos a priorizar e invertir en la faceta pedagógica”, continuó.
Ya desde hace años, el 100% de sus escuelas están conectadas a Internet. Tienen jornadas específicas de programación, robótica y pensamiento computacional, ofrecen cursos de capacitación docente, están suscriptos a una plataforma de videojuegos matemáticos, aunque quizás su programa más emblemático sea el de inglés. Desde 2013, solucionaron la falta de docentes de idiomas dando clases por videoconferencia. El 70% de los estudiantes de 4°, 5° y 6° de las primarias públicas aprende con esa modalidad, con profesores remotos desde Argentina o Filipinas, por ejemplo.
También desde 2013 disponen de una plataforma nacional, CREA, que estaba muy “subutilizada”. Un dato lo demuestra: el 14 de abril de 2019 habían tenido solo 8 mil ingresos; el 14 de abril de 2020 registraron 276 mil. Por la pandemia, la plataforma tuvo una explosión que obligó a que cuadruplicaran los servidores para evitar saturaciones.
“El vínculo a distancia entre docentes y alumnos se da por distintos canales como WhatsApp o mail. Pero nuestra idea es intentar centralizar ese mecanismo por un canal oficial para mitigar lo más posible los efectos de la suspensión de clases”, explicó Folgar.
En CREA cada docente tiene su propia aula virtual disponible, con sus grupos de alumnos ya cargados. Es un espacio habilitado para la interacción, que permite clases sincrónicas por videoconferencia a través de las herramientas más habituales como Zoom o Skype, además de un software nativo que sumaron.
Desde que las clases se suspendieron, 570 mil usuarios interactuaron en la plataforma. Saben que todavía, al menos, un 30% está quedando afuera. “Más allá de que la actividad escaló exponencialmente, estamos pensando complementar la plataforma con otras tecnologías para llegar a todos los rincones”, aseguran las autoridades.
Baroni cree que la educación uruguaya va a desandar un nuevo camino post-pandemia, que es “un punto de no retorno”. “El modelo educativo uruguayo, como todos en la región, está muy basado en la presencialidad. Yo estimo que, una vez que volvamos a las escuelas, va a empezar a haber una pata virtual cada vez más fuerte que se combine con el trabajo en las aulas”.
El 22 de abril empezarán a volver a las aulas los alumnos de zonas rurales donde no se registran casos de coronavirus. Muy pocos, apenas el 2,5% de la matrícula. Luego, el regreso de las clases será gradual y dependerá del avance de la pandemia. Una vez en las escuelas, evaluarán los aprendizajes para definir cómo seguir. Mientras tanto, gracias a una política sostenida, Uruguay puede surfear esta ola educativa impredecible con menos traspiés.
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