El milagro educativo de Polonia: las claves de una reforma que generó resultados de élite

Desde las primeras pruebas PISA hasta las últimas mejoró 46 puntos en matemática y quedó por encima de Finlandia. La importancia del plan que llevaron adelante en 1999 y la nueva apuesta

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Hoy Polonia se puede jactar de tener uno de los mejores sistemas educativos del mundo. Tomando las pruebas PISA como referencia, en la última edición de 2018, Polonia trepó hasta la décima posición en matemática y lectura, mientras que quedó décimo primero en ciencias.

Pero no siempre fue así. Veinte años atrás, sus resultados estaban siempre por debajo del promedio de la OCDE. Entre la primera prueba en 2000 y la última 18 años más tarde, subió 46 puntos en matemática, 33 puntos en lectura y 28 puntos en ciencias. La OCDE calcula que 40 puntos de diferencia equivale a un año escolar entero.

Pocos países crecieron tanto en materia educativa como Polonia en las últimas dos décadas. Los especialistas coinciden en señalar como un punto de quiebre la reforma que llevaron adelante en 1999.

Antes de eso, durante buena parte del siglo XX, Polonia estuvo atravesada por tragedias y crisis. Sufrió la ocupación nazi durante la Segunda Guerra Mundial y después formó parte de la Unión Soviética hasta la caída de la cortina de hierro, recién en 1989. Durante el post-comunismo, no estuvieron exentos de males: padecieron hiperinflación y pobreza.

La reforma del ‘99 coincidió con el reacomodamiento económico y social. Después de 30 años, decidieron abandonar el sistema educativo de dos niveles y pasar a un esquema de tres. Antes tenían una estructura de 8 años de primaria y después venía el momento de la división: una secundaria general de cuatro años o un ciclo vocacional de tres.

“Con la reforma, se introdujeron una escuela primaria de 6 años, una escuela secundaria menor de 3 años (gimnazjum en polaco - gimnasio), y una escuela secundaria general de 3 años (liceum en polaco - liceo)”, explicaron voceros del ministerio de Educación polaco a Infobae.

La nueva estructura 6-3-3 dio como resultado que se retrasara un año la decisión de los alumnos. El “gimnasio”, la etapa intermedia, se convirtió en un símbolo de la reforma. “Con estas etapas en la educación ahora claramente definidas, los logros de los alumnos podrían evaluarse de manera confiable a través de exámenes”, considera un informe de la OCDE que analizó el crecimiento de Polonia.

El documento señala que el cambio estructural no fue suficiente. Se necesitó también una reforma curricular profunda, que quitara la sobrecarga de contenidos y diera autonomía a las escuelas. Polonia, entonces, adoptó un currículum básico a nivel nacional, en torno a tres objetivos: impartir conocimiento, desarrollar habilidades y formar actitudes. Pero también invitó a las escuelas a delinear sus propios planes de estudios dentro de ese marco general. Se rompió la lógica de la escuela como una mera terminal burocrática que depende del ministerio.

“La reforma curricular fue diseñada no solo para cambiar el contenido de la educación escolar y fomentar métodos innovadores, sino también para cambiar la filosofía de enseñanza y la cultura de las escuelas. En lugar de continuar siguiendo pasivamente las instrucciones de las autoridades educativas, se esperaba que los maestros desarrollaran sus propios estilos de enseñanza, que se adaptaran a las necesidades de sus alumnos”, consideraron los autores del informe.

Además de esa autonomía, se avanzó en un sistema de supervisión y de evaluación. Al final de la primaria y del “gimnasio” se agregaron exámenes que daban acceso a las secundarias más prestigiosas. Y se planteó que las calificaciones que obtuvieran los docentes irían de la mano con sus aumentos salariales.

El del salario, puntualmente, es un tema que aún no lograron resolver. Para acceder a un cargo docente se necesita un título universitario y una preparación pedagógica específica. Según las encuestas, el 57 por ciento de los polacos cree todavía hoy que los sueldos de los maestros son demasiado bajos.

“Es una de nuestras prioridades”, dijeron desde la cartera educativa. “Una de las claves para aumentar el prestigio de la profesión es también subir los salarios. Desde 2018 hemos estado aumentando sucesivamente los sueldos, que hoy están un 21,2% más arriba”.

Paradójicamente, aun con salarios muy por debajo de los países desarrollados y con una economía en crecimiento pero todavía endeble, sus resultados educativos son de élite. A tal punto que hoy Polonia está en PISA por encima de Finlandia en matemática, por ejemplo. o por encima de Japón en lectura. En promedio, está unos 25 puntos arriba del promedio de la OCDE en cada una de las materias evaluadas.

¿Marcha atrás con la reforma?

Pese a los avances notorios, el actual gobierno polaco dio marcha atrás con la estructura escolar que implantó la reforma del ‘99. Eliminó el “gimnasio” y volvió a una primaria de 8 años con la posibilidad posterior de elegir entre una secundaria general de 4 años o una escuela técnica de 5.

Para Aleksandra Piątkowska, embajadora de Polonia en Argentina, la evolución en PISA no se explica principalmente por la reforma tan mentada. “Una década después del fin de la cortina de hierro y más adelante, se vieron consolidados los logros en varias áreas, que fueron posibles gracias a los cambios democráticos y económicos, incluyendo el acceso del país a nuevas tecnologías, recursos, formas de educar modernas y financiamiento. Todos los procesos de cambios empezaron a dar frutos y fueron reflejados también en los resultados”, le dijo a Infobae.

Después de 15 años se encontró que el “gimnasio”, como una estructura independiente, no funcionaba. Se terminaba formando, en realidad, un “complejo escolar” con la primaria. “Este fenómeno era contrario a los objetivos de la reforma. No se logró el efecto deseado. Los problemas en el sistema educativo incluso se profundizaron como colapso de la educación vocacional: 40% de los graduados de la escuela vocacional básica y 30% de los graduados de la secundaria técnica quedaron desempleados”, planteó la embajadora.

Las mejoras de los aprendizajes, descubrieron, no fueron de la mano con las necesidades de sus sectores productivos. En 2017, entonces, implementaron la nueva estructura escolar que, a diferencia de la que regía antes de la reforma del ‘99, es dos años más extensa en la secundaria técnica.

“Gracias a esto, se está recuperando el rango apropiado a las escuelas secundarias y estamos volviendo al modelo clásico en una escuela moderna. El nuevo modelo asegura más estabilidad emocional y continuidad, menos estrés para el alumno, mejores relaciones con sus pares y docentes. Y pone el enfoque en que Polonia necesita graduados de la secundaria que estén bien preparados para la educación superior e igualmente bien preparados en las técnicas. El sistema anterior no podía garantizarlo, y la reforma del mismo se convirtió en una tarea necesaria y extremadamente urgente”, explicaron.

De la mano de la “contrarreforma”, se desarrolló un nuevo currículum en el que queda claro que, además de dar los contenidos, los maestros deben enseñar “pensamiento lógico, creativo y crítico”. Tras ese objetivo, cambiaron los parámetros de formación docente. Ahora buscan promover la innovación en el aula.

“Los cambios en la educación son a largo plazo: es imposible introducir un sistema completamente nuevo de un día para el otro y cambiar la mentalidad de todos los profesores. Pero ya varios maestros con larga experiencia trabajan, por ejemplo, con el método de proyecto. Tratamos de hacerlo gradualmente, de la mano con toda la comunidad educativa”, señaló Piątkowska.

Solo el correr de los años dirá si el cambio fue acertado y, además de mejorar las tasas de empleo, logró mantener a Polonia entre los países de más altos aprendizajes.

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