Monterrey - Enviado especial. Cuando Eric Mazur se convirtió en docente casi ni se detuvo a pensarlo: “Voy a hacer con mis alumnos lo que mis profesores hicieron conmigo”, razonó. Con el paso de los meses, ya al frente del aula, reconoció que las cátedras clásicas no le daban resultado.
“La ponencia tradicional implica una transferencia de información, pero no de conocimiento. Es el aprendiz quien debe formar el conocimiento en su cerebro. En los exámenes me di cuenta de que podían resolver ejercicios, pero que no era más que una ilusión. En realidad, no habían entendido”, explicó el profesor de física aplicada de la Universidad de Harvard.
Mazur fue el encargado de abrir la sexta edición del Congreso Internacional de Innovación Educativa (CIIE). Habló incluso antes que el presidente de México Andrés Manuel López Obrador, que se hizo presente en el Tecnológico de Monterrey, la universidad que organiza uno de los foros educativos más grandes de la región.
“Yo les estoy dando una cátedra sobre el hecho de que no debemos dar cátedra”, bromeó. Luego, en una entrevista con Infobae, dijo: “Si algo hace la educación, en general, es destruir el deseo innato de aprender. Los jóvenes quieren la respuesta para pasar el examen. Si nos fijamos, de niños nos preguntamos el porqué de todo. Estamos cableados para aprender, pero el sistema detiene ese deseo”.
Mazur es considerado el “padre” del aprendizaje entre pares, que se propagó en buena parte del mundo. Lo que hizo, ya en 1991, fue cambiar los roles: que sean los alumnos los protagonistas de las clases y no el profesor. Que, en vez de dar toda la información, el maestro abra el juego con una pregunta y sean los estudiantes, discutiendo entre ellos, quienes intenten dar con la respuesta.
“El método consiste en enseñar a través de preguntas en vez de afirmaciones. No fue algo que haya inventado yo. Sócrates fue el primero que dijo eso. La educación no es solamente transferencia de información. Tiene que haber espacio para un segundo paso. Proveer un modelo mental para aplicar aquello que estás aprendiendo en otro contexto”.
Ya con las primeras clases, el profesor vio que se generaba un “caos positivo” en el aula, que los alumnos abandonaban el letargo y adoptaban una postura más activa, que la confrontación de ideas entre “iguales” era más efectiva. “Me podría haber ido y no se hubieran dado cuenta”, señaló.
-¿Cuál es el rol del profesor en este método?
-Como facilitador o coach. Ya no me percibo como el que estoy arriba viendo hacia abajo. Yo hago una pregunta, escucho lo que van discutiendo, doy una vuelta. En algunas ocasiones pregunto individualmente. Muchas veces los alumnos esperan que diga si la respuesta es correcta o incorrecta. Pero si uno de los dos tiene una respuesta diferente, les digo que lo discutan entre ellos. En cierto sentido empiezo a comprender cómo razonan los estudiantes. Me pone en una situación de estar conectado.
-¿Los profesores están preparados para asumir ese rol?
-Para muchos profesores es difícil de aceptar porque el rol del sabelotodo alimenta nuestro ego. El punto clave es que el aprendizaje no es un deporte para espectadores pasivos. Los alumnos tienen que arremangarse y participar activamente del proceso. Por ejemplo, no van a aprender a tocar el piano viendo un concierto. Sí les sirve para inspirarse, pero para aprender tienen que poner las manos sobre el teclado.
-¿Las instituciones, en general, se muestran abiertas a aceptar que sus docentes apliquen este tipo de metodologías?
-En muchos casos no. Te doy un ejemplo real: un profesor de Utah quiso implementar el método. A la administración no le gustó porque pensó que no estaba haciendo su trabajo y lo terminó despidiendo. Es esencial tener un ambiente que te apoye. Pero voy a ser contundente: estoy convencido de que el método de enseñanza conferencista es muy poco efectivo. Si tomamos en cuenta esto, es muy difícil hacer algo peor.
-¿Hay evidencia de que su método sea realmente más efectivo?
-Hice una investigación comparando ambos modelos. Tomé la progresión de los conocimientos de los alumnos al principio del semestre y al final. Con el método de conferencia descubrí que las diferencias eran mínimas: pasaban del 70 por ciento al 78 en las evaluaciones; una mejora muy pequeña. En cambio, con el aprendizaje entre pares el salto llegaba hasta el 94 por ciento. Después también hay mucha investigación de otros especialistas.
-¿Cómo evalúa a sus estudiantes?
-Cambié completamente mi forma de evaluar. No hay exámenes en mi curso. Hay proyectos que se llevan a cabo por equipos. No es suficiente cambiar la forma de enseñar. Se necesita también cambiar la forma de evaluar: eliminar especialmente los exámenes al final de la cursada que determinan todo lo que hiciste durante meses. El estrés no conduce al aprendizaje. No hay una correlación entre nuestros métodos de evaluación y el éxito profesional. ¿Quiénes son algunos de los alumnos más exitosos de Harvard? Bill Gates y Mark Zuckerberg por nombrar dos. Ambos abandonaron sus carreras.
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