Basta ver la estadística de nuevos inscriptos para reconocer la fuerte injerencia que todavía tienen las carreras tradicionales en la elección de los estudiantes. En 2017, el último dato disponible, Abogacía, Medicina, Administración de Empresas y Contador Público volvieron a ser las más elegidas.
Muchas veces a contramano va la demanda laboral. Del otro lado hay carreras que, en general, aseguran un puesto de trabajo y una remuneración considerable, que se vinculan a los requerimientos que tiene el país para el desarrollo, pero que atraen poquísimos estudiantes.
El año pasado, el Ministerio de Educación de la Nación presentó un trabajo con las áreas de vacancia de cada región. En concreto, identificaron cuáles son las necesidades productivas con la intención de orientar la oferta de carreras de las universidades, que gozan de autonomía.
“Durante los últimos años se empezó a saldar una dicotomía histórica entre el Estado y la universidad. Se avanzó en un consenso para encarar una política común. Identificamos carreras estratégicas que va a llevar años profundizar y que incluso no son estáticas. El objetivo de máxima es que la propia universidad impulse demandas regionales, que cree carreras con potencial de hacer crecer sus provincias”, explicó a Infobae Marcos Duarte, director nacional de planificación y coordinación de políticas universitarias.
En esa vía, algunas universidades comenzaron a trabajar en la “anticipación de habilidades”. Es decir, empezaron a investigar y explorar mercados potenciales con el objetivo de diseñar titulaciones antes de que emerjan y sea tarde.
Puede parecer una paradoja, pero, en general, las carreras con pocos egresados son más eficientes que aquellas que gradúan más. Sus alumnos están más cerca de recibirse en el tiempo teórico que marca el plan de estudios. El problema es que tienen pocos inscriptos y, además, la oferta es escasa. Eso pasa, por ejemplo, con dos de las ingenierías: la Nuclear y la Metalúrgica.
En 2017, solo se recibieron 9 ingenieros nucleares en el país. Claro que la carrera solo está disponible en dos universidades: la de Cuyo, en la unidad académica del Instituto Balseiro, y la de San Martín, en el Instituto de Tecnología Nuclear Dan Beninson. En la Metalúrgica se recibieron 7 en el mismo año. La carrera se encuentra en la Universidad Nacional de Hurlingham y en la UTN de Córdoba y de San Nicolás.
“Si bien son carreras con pocos egresados, es mínima su deserción. En particular, Nuclear tiene una dedicación total al estudio. Los pocos graduados van de la mano con los pocos estudiantes, tal vez por la especificidad de las mismas. Respecto a la salida laboral, si no hay industrias o desarrollo nuclear, estas carreras quedan limitadas en sus alcances. Las centrales nucleares no solo emplean a ingenieros nucleares, sino a muchos otros profesionales. Por eso, en las ingenierías se forman profesionales de un modo amplio, para que puedan ejercer en distintos contextos”, explicó José Basterra, presidente del Consejo Federal de Decanos de Ingeniería (CONFEDI)
Cuando se piensa en carreras prioritarias, las ingenierías surgen de inmediato. Es que, más allá de que, desde hace años, marcan un crecimiento sostenido de nuevos inscriptos, todavía faltan graduados. Entre todas las ramas se reciben 8.500 por año cuando la idea es que egresen 10.000.
Una carrera menos instalada en el imaginario colectivo como “necesaria” es la Meteorología, muchas veces solo conocida por su labor informativa en los medios de comunicación. Pese a que en los últimos años hubo restricciones para el ingreso al sector público y al Conicet, todavía hay pleno empleo en el sector.
“Si bien hay trabajo, debería generarse mucho más empleo en las provincias. Todavía no se consolidó la conciencia necesaria para que se den cuenta de que necesitan de meteorólogos. En general, se asesoran con aficionados”, le dijo a Infobae Álvaro Scardilli, presidente del Centro Argentino de Meteorólogos (CAM).
Desde hace décadas la UBA dicta la carrera de Meteorología, que pasó a llamarse Ciencias de la Atmósfera cuando abarcó recursos hídricos, agricultura, impactos del cambio climático. Ahora, con la apertura reciente de la carrera en la Universidad de La Plata esperan que empiece a aumentar el número de egresados, que se mantuvo en un promedio de 5 por año.
La salida laboral por excelencia es el Servicio Meteorológico Nacional, donde faltan profesionales. Las Fuerzas Armadas y la Marina también requieren meteorólogos para definir la viabilidad de sus operaciones. El campo es otro sector que los necesita: el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) incorpora pronosticadores para saber qué hacer con las cosechas. Las aerolíneas y consultoras privadas también están a la búsqueda.
En un mundo cada vez más atravesado por los datos, Estadística es otra carrera que cobra especial importancia y que está entre las menos elegidas. Solo dos universidades dictan la licenciatura: la de Rosario y la de Tres de Febrero. Muchos estudiantes se decantan por cursos cortos no formales o son graduados de carreras económicas que se especializan en el campo profesional.
Hoy el especialista en estadística tiene un abanico extensísimo para su salida profesional. Casi cualquier sector requiere un experto en datos: las industrias, la política, la sociología, hasta los medios de comunicación.
Hay coincidencia en el diagnóstico. La llave para potenciar estadística y buena parte de las carreras prioritarias está en fortalecer matemática antes. La secundaria, en vez de alentar esas vocaciones, suele contribuir a boicotearlas.
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