En las escuelas públicas hay menos alumnos por aula, pero les va mejor a las privadas

El promedio de las primarias estatales es de 21,5 estudiantes por aula; 5,5 menos que en las privadas. Pese a que presupone mayor cercanía, no se traduce en los resultados

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Una primaria pública rindiendo la
Una primaria pública rindiendo la prueba Aprender

En educación se cree que cuanto menos alumnos por aula hay, mejor. Incluso distintas investigaciones avalan ese enunciado. Más allá de que por obvias razones es más caro, porque se necesitan contratar más docentes, ofrece una ventaja: más cercanía y atención a las necesidades de cada chico. Sin embargo, en Argentina y, sobre todo en las escuelas públicas, no se refleja esa correlación.

En las últimas décadas, se produjo una fuga de la clase media a la escuela privada, que comenzó a revertirse por la crisis el año pasado. Pese al avance, los establecimientos públicos todavía acaparan gran parte de la matrícula total: son más de 3.5 contra 1.3 millones.

Esa mayoría no es tal cuando se observa el ratio de alumnos por aula. En las primarias urbanas, son considerablemente menos en las escuelas públicas: 21,5 contra 27 en las privadas. Ese dato -mostró un estudio de Víctor Volman, director técnico del Observatorio Argentinos por la Educación- no implica mejores aprendizajes.

El nivel socioeconómico, ya es conocido, es el mayor predictor de rendimiento académico. Ahora bien, incluso desagregando por NSE, consiguen mejores resultados las privadas. En primaria, en sexto grado, el 43,1% de los alumnos vulnerables está en los niveles de aprobación en matemática. Mientras que ese ratio es del 49,4% en los colegios privados. En los chicos de los hogares más aventajados se ve con mayor diferencia: en las escuelas públicas, el 67,4% logra buenos resultados, mientras que en las privadas asciende a 84,7%.

Sandra Ziegler, directora de la maestría en Educación de FLACSO, explicó a Infobae: “Si bien no hay una única razón, es probable que la organización pedagógica e institucional tenga una incidencia. Por ejemplo: la dinámica de las clases, la continuidad de las rutinas, la organización del tiempo: no es lo mismo tener 40 minutos en dos días que 80 concentrados. También la regularidad en la asistencia a clases de alumnos y docentes, la exposición a pruebas semejantes a las de Aprender, entre muchos otros elementos pueden explicar las diferencias”.

La especialista apuntó que “las diferencias de resultados de alumnos en las escuelas privadas a igual nivel socioonomico nos muestra que la escuela tiene un potencial importante para hacer una diferencia y agregó: "Muchas veces las escuelas estatales reciben a alumnos que las privadas no quieren matricular. Eso explica que en algunos contextos tengan que trabajar con poblaciones que tienen situaciones vitales y de aprendizaje más difíciles de abordar. Hay que mirar muchas aristas”.

En tanto, Hugo Labate, director de diseño de aprendizaje del Ministerio de Educación Nacional, planteó que hay “contraejemplos” de escuelas públicas, cuyo rendimiento está por encima de la media provincial. “Allí hay equipos directivos que ponen como prioridad de la escuela el aprendizaje antes que cualquier otra cosa. Aprovechan al máximo las oportunidades y generan una consciencia de que todos pueden aprender, evitando que se invierta menos esfuerzo de enseñanza o se tenga menor expectativa sobre los chicos solo porque vienen de sectores carenciados”.

El funcionario sostuvo que el nivel de expectativas de los padres, docentes y directivos puede predecir cuánto aprenderán los chicos y añadió que también existen “condiciones objetivas”, como la cantidad de días de clase que efectivamente tienen, el acompañamiento que se les da a los alumnos e incluso el apoyo extraescolar que aportan las familias. “Todas situaciones más frecuentes en el ámbito privado”, remarcó.

El punto negativo de las escuelas privadas es que la brecha de aprendizajes entre los alumnos con bajo y alto NSE es más amplia que en la gestión estatal. Por ende, se puede afirmar que la escuela pública sigue siendo más efectiva a la hora de reducir desigualdades de origen.

Al cruzar variables, el informe no identificó una correlación entre la cantidad de alumnos y los resultados. El dato es llamativo. Que el docente trabaje con pocos alumnos se considera un punto clave del éxito sorprendente de las escuelas rurales. En las primarias urbanas no se refleja y menos en las públicas, donde son menos estudiantes por sección.

“Los datos constatan que no hay una relación de causa-efecto entre el tamaño de los cursos y los resultados de aprendizaje de matemática. Por lo tanto, los motivos de los resultados probablemente se originen en razones multicausales. Los estilos de enseñanza de los profesores, las formas de evaluación, el clima escolar, los estímulos familiares, entre muchos otros factores, pueden incidir en los resultados obtenidos”, señaló Ziegler.

Por su parte, Flavio Buccino, docente y especialista en gestión educativa, planteó: “El ratio ‘deseable’ depende más de las problemáticas que vienen asociadas al sector social del cual provienen los alumnos. Puede que la ratio sea baja pero las problemáticas de mayor profundidad. Se necesita revisar la composición de los grupos en términos de homogeneidad/heterogeneidad por el impacto del sector social proveniente. Es muy probable que eso altere los resultados”.

(NA)
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Como se dijo, en la prueba Aprender no hay datos contundentes que respalden respalden la presunción de menos alumnos-mejores resultados. Cada provincia es un mundo aparte. Si se mira Tierra del Fuego, donde bajó la cantidad de alumnos por aula (de 22,0 a 20,9), mejoraron los resultados (de 58,8% a 61,2% de aprobados en matemática). Del mismo modo, en otras como La Rioja subió la proporción de alumnos (de 20,1 a 20,8), pero también mejoraron los resultados (de 50,1% a 53,5%). En Misiones no hubo movimientos en la cantidad de estudiantes por aula y mejoró en 8 puntos el porcentaje de alumnos con buenos desempeños.

Para Cristina Carriego, directora del Instituto para el Futuro de la Educación de Pansophia Project, hay que ser precavidos. “Sería peligroso decir que el número de alumnos no es una variable que influya en los aprendizajes. El docente tiene un tiempo limitado para distribuir en la atención de cada uno de sus alumnos y, naturalmente, si hay más niños, tiene menos tiempo para cada uno”.

El informe plantea que sería “deseable” estudiar la proporción entre alumnos y docentes en una escuela, aunque hay imposibilidades técnicas. “Los relevamientos estadísticos anuales no recaban información sobre cantidad de docentes, sino sobre cargos docentes. Es decir, no se distingue entre los casos donde una docente esté contratada mediante un cargo, o su trabajo esté fraccionado en cargos pequeños”, explica.

A nivel nacional, el promedio de cargos docentes por aula tuvo una pequeña alza: pasó de 1,5 en 2016 a 1,6 en 2018. En ese período, la provincia que más aumentó ese ratio fue CABA, donde pasó de 1,8 a 2,3. En la mayoría de las provincias se mantuvo estable y solo en Corrientes hubo una pequeña disminución (de 1,6 a 1,5).

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