Ya es unánime la opinión en torno a reformar la secundaria. Motivos sobran. Ya de arranque, la tasa de egreso es baja: el 40% no termina a tiempo. Los aprendizajes son pobres: 7 de cada 10 chicos del último año no tienen los conocimientos necesarios en matemática. Y se suma otro dato: una vez que terminan, muchos jóvenes no consiguen trabajo. Argentina tiene una de las tasas de desempleo juvenil más altas de la región. En ese contexto, por fuera de la educación técnica, proponen formatos de mayor vinculación entre la escuela y el mercado laboral.
El Centro para la Evaluación de Políticas basadas en la Evidencia (CEPE) de la Universidad Torcuato Di Tella publicó dos informes sobre el tema. En uno analiza la escasa vinculación laboral que hay en Argentina en las secundarias comunes. En el segundo releva otros sistemas internacionales, con el alemán a la cabeza, donde la escuela y la empresa se combinan.
“Los cambios que se produjeron en el plano económico y social reavivan -una vez más- las discusiones sobre la necesidad de articular ambos mundos. Es un debate que involucra a una multiplicidad de actores que deben trabajar de manera conjunta en la promoción de políticas de inclusión social y desarrollo productivo”, dice el informe.
Eso no quiere decir, plantea, que la secundaria deba estar subordinada a las demandas que tenga el mercado laboral. Lo que sí la escuela debería lograr es asegurar las competencias necesarias para que los jóvenes se desenvuelvan en sus futuros trabajos, en un entorno de cambio permanente. Por eso, propone avanzar en ese “divorcio” típico entre la educación y la empresa.
Irma Briasco, una de las autoras del informe, profesora universitaria especializada en educación y trabajo, explicó a Infobae: “Hoy el diálogo está cortado y es muy difícil que se dé por el achicamiento del sector productivo. Un avance solo se puede llegar a establecer en un proceso de dinamización productiva”.
La especialista señaló que en el país se da una situación “muy heterogénea”. Algunas provincias como Córdoba, Mendoza, Santa Fe y La Pampa lograron avances incipientes. En la región, tanto Brasil como Colombia implementaron modelos de vinculación entre las secundarias y las empresas.
“Acá se intentó implantar varias veces el modelo alemán. La última fue en la dictadura, pero no prosperó. No se puede hacer una copia acrítica. Mirar sistemas internacionales sirve como referencia. No hay posibilidad de hacer reformas sin diálogo. El primer paso es sentar en la mesa a los actores clave: sector productivo, autoridades de ministerios y escuelas para trazar un modelo federal, que atienda las singularidades de cada provincia”, sostuvo Briasco.
El modelo dual alemán
En Alemania funciona el modelo más emblemático. Son el faro en lo que respecta a formación profesional. Su sistema terminó de desarrollarse en los ‘70 y, con el correr de los años, se afianzó de tal manera que hoy acapara el 41,3% de la matrícula secundaria y contiene a más de 400 mil empresas que emplean estudiantes.
En el sistema educativo alemán primero hay 4 años de primaria, después otros 6 años de secundaria básica, en los que se los comienza a introducir en el mundo del trabajo. Una vez pasados esos 10 años, llega el momento de tomar la decisión. Siendo adolescentes definen buena parte de su futuro. Eligen entre tres alternativas:
-Secundaria general, sin orientación técnica. Permite ir a la universidad después.
-Secundaria que combina la formación general con la técnica. Permite ir a la universidad después.
-Secundaria de exclusiva formación técnico profesional. No permite ir a la universidad después.
En esta última también se abren dos opciones: una basada en la escuela y la otra dual, que es claramente la más popular entre los jóvenes. Durante tres años, los alumnos concurren solo una o dos veces por la semana a la escuela y el resto trabajan en una empresa, ya sea pública o privada. Es la misma organización la que afronta los costos. Le hace un contrato al alumno, que ya cobra desde el primer año. Ese sueldo suele ser un tercio de lo que se le paga a los empleados calificados y aumenta a medida que pasan los años.
El sistema dual da la posibilidad de orientación en cualquier sector de la economía alemana. En total son 300 orientaciones y agrupadas en 35 grupos, entre las que se encuentran tecnología, agricultura, comercio, salud, nutrición y distintas industrias.
El modelo tiene una gran legitimidad. El 68% de los estudiantes que arrancan como aprendices siguen trabajando en la empresa una vez que terminan su experiencia educativa. Más allá de que el título no habilite para estudiar una carrera universitaria, el sistema se ve como un facilitador para la salida laboral.
Son las mismas empresas las que deciden en qué ocupaciones buscan y cuántos chicos necesitan. El financiamiento de las pasantías corre exclusivamente por cuenta de las compañías. Sin embargo, en todos los casos, hay un consejo estatal que supervisa la oferta de prácticas laborales.
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