A las 7:30, los chicos ya están formados y entonan las estrofas de "Aurora". Pocos minutos después ingresan en las aulas para la primera materia del día. Hay poco espacio para el cuestionamiento. En el turno mañana, se sabe que esos son los horarios de clase. Sin embargo, la evidencia insiste en que va en contra de los aprendizajes.
El fin de semana se presentó una nueva investigación sobre el tema en el Congreso internacional sobre Ritmos Biológicos. El investigador argentino Horacio de la Iglesia llevó adelante un estudio en escuelas secundarias de Seattle, donde radica, que demostró que el retraso de una hora en el inicio de clases disminuyó el ausentismo y mejoró las notas de los alumnos.
Diego Golombek, biólogo y divulgador científico, es uno de los participantes del congreso que se desarrolla en Florida. "Hay muchos ejemplos en el mundo de que retrasando el horario de inicio de las clases -incluso muy poco, alrededor de 30 minutos, aunque lo ideal es que sea de una hora- se revierten varios problemas: los chicos duermen más, faltan menos y hasta mejoran su rendimiento", le dijo a Infobae.
Golombek explicó que el reloj biológico no es homogéneo entre las personas. Se definen "cronotipos" o preferencias horarias, que incluyen personas muy matutinas, que se les llama "alondras", o muy vespertinas, denominadas "búhos". Incluso, remarca, las preferencias de horarios varían a medida que pasan los años. A los adolescentes, por caso, su reloj interno los define como "búhos".
"A los adolescentes les resulta natural salir a cualquier hora, quedarse viendo tele o chateando con amigos hasta muy tarde. El problema es que la escuela comienza muy temprano por la mañana. En las primeras horas los jóvenes están literalmente dormidos y acumulan una deuda de sueño que hace que haya más ausentismo, se enfermen más y tengan menor rendimiento académico", describió el especialista.
Según supo Infobae, casi el 60% de los chicos concurre a la escuela en la mañana. El 30% lo hace en turno tarde y el resto se divide entre el vespertino, la noche y el doble turno.
El efecto de los distintos turnos escolares se encuentra en estudio. Buscan que esa evidencia sea el punto de partida para una propuesta de rediseño de los horarios de clases. Golombek, de hecho, reconoce que tuvo charlas con autoridades para avanzar sobre el tema, pero que suele haber cierta resistencia.
Ante la sugerencia de retrasar el horario, se alzan voces en contra por distintos argumentos: que aplaza, a su vez, el inicio de los siguientes turnos, que complica la logística de transporte e incluso que dificulta la llegada de los padres a sus respectivos trabajos.
Melina Furman, bióloga y doctora en educación, sostuvo: "Los estudios avalan que, sobre todo en la adolescencia, retrasar una hora el inicio de clases da mejores resultados. Sucede que es muy complejo para implementar. En escuelas con mañana, tarde y noche no entrarían tres turnos en el mismo establecimiento, por ejemplo".
Sin embargo, según Golombek, un mínimo ajuste puede ofrecer grandes resultados. "Las experiencias internacionales indican que si el cambio es pequeño, esto no afecta realmente al resto de las variables sociales. El efecto beneficioso supera con creces a los potenciales riesgos", remarcó.
Seguí leyendo: