Las economías regionales son un entramado productivo heterogéneo que se desarrolla en cada punto de nuestro país, con las particularidades de cada actividad y territorio. No obstante esta variedad, poseen puntos en común: son las grandes creadoras de empleo del campo y del interior argentino y también las que más sufren los desbarajustes de la economía.
Para peor, no figuran en la agenda inmediata del Gobierno nacional, que urgido por conseguir dólares centró el foco de la ahora Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca en acelerar la liquidación de soja. Hace semanas se estudia un mecanismo para mejorarle el tipo de cambio a la oleaginosa
Fuera de toda preocupación oficial o beneficio quedaron las economías regionales. Si bien las entidades de la Mesa de Enlace pidieron “cambios estructurales” para el agro y atención a las economías regionales -en especial, a los efectos nocivos de la brecha y el atraso cambiario- aún no hay una respuesta del Ejecutivo que haga prever medidas.
Brecha cambiaria
Por eso producciones tan disímiles como la citrícola, la yerbatera o la vitivinícola atraviesan una difícil situación. Al respecto, el director de Economías Regionales de la Cámara Argentina de la Mediana Empresa (CAME), Pablo Vernengo, hizo hincapié en la problemática para la compra de insumos y la falta de competitividad que arrastran las diferentes actividades.
“La brecha cambiaria nos perjudica en la compra de insumos dolarizados, como semillas, fertilizantes y agroquímicos. Tenemos aumentos no justificables en dólares de estos insumos, muy importantes para nosotros. Nos dejan sin competitividad. Tenemos mayores costos, como los laborales, de labranza, combustibles y, en ese orden, nos está pegando fuerte”, comentó Vernengo.
“Cobramos en pesos, ya sea el litro de leche o el kilo de naranjas, pero nuestros insumos están dolarizados. Eso nos hace perder rentabilidad” (Pablo Vernengo, director de Economías Regionales de la CAME)
En este sentido, el directivo de CAME, detalló que muchas de las producciones de las economías regionales tienen como destino el mercado interno, por lo cual “nosotros cobramos en pesos, ya sea el litro de leche o el kilo de naranjas, pero nuestros insumos están dolarizados. Eso nos hace perder rentabilidad “.
Menos competitivos
Pero también en la exportación se registran aumento en los costos logísticos y pérdida de mercados: “Los costos de fobbing, fletes y seguros se han incrementado y hay ciertos productos como la yerba siria, que Argentina comercializa en USD 2.400 dólares la tonelada, hoy Paraguay la está sacando en USD 1.400 y eso nos hace perder competitividad y, por ende, mercados. Estamos peleando por rentabilidad para poder mantenernos en el sistema”.
Es por esto que Vernengo cree necesario alivio fiscal, adecuación de las retenciones y facilidades que permitan a las economías regionales poder desempeñarse mejor en este complicado escenario. “Lo que nosotros requerimos es una disminución de los costos a través de cargas patronales, tener disponibilidad en una cuenta única tributaria, que la mayoría de las producciones estén dentro del marco de la ley en cuanto a Derechos de Exportación (DEX), lo que significa que no tienen que superar el 5% o, en su defecto, ser cero en las 8.500 posiciones arancelarias que tenemos”.
Por otro lado, el dirigente empresario no puede obviar que el centro de la discusión está en mejorar el tipo de cambio solo para la soja, por lo que entiende este hecho como “las diferenciaciones que se hacen a las producciones pampeanas con respecto a aquellas producciones que hace a la mesa de los argentinos. Es inequitativo otros tipos de cambio, ya que el ajuste de la macro debe ser para todos”.
Mantener los contratos
Para la economista especializada en el sector, Silvina Campos Carles, considera que no se precisa una gran corrección cambiaria para dotar de mayor competitividad al sector y que si no se resuelve la problemática con las importaciones de insumos industriales, de poco serviría una mejora en el tipo de cambio.
“No se precisa una gran corrección cambiaria para dotar de mayor competitividad al sector y si no se resuelve el problema de la importación de insumos industriales, de poco serviría una mejora en el tipo de cambio” (Silvina Campos Carles)
Así, Campos Carles sostuvo que “las mayorías de las economías regionales que no tienen derechos de exportación no necesitarían una gran devaluación, pero sí las ayudaría un dólar a 150 pesos, como a la yerba y productos frescos como las manzanas o las mandarinas. Hoy sacar afuera algunas producciones se hace para mantener los contratos, no porque se gane plata”.
En la misma línea, marcó que “es verdad que de la región, Argentina es el único país que quedó con un tipo de cambio desfasado respecto a la inflación internacional, y tendrías que ajustar porque tus vecinos lo hicieron”. No obstante las mejoras en el tipo de cambio que se pudieran dar, la economista puso especial énfasis en las restricciones a las importaciones, que suponen serias trabas para la producción, sobre todo en el proceso industrial de las actividades.
“La queja más importante hoy no es tanto la pérdida de mercados, sino que no se llega a armar un combo productivo para salir (a exportar), porque la mayoría tienen más problemas con las importaciones para comprar insumos para producir y ganar mercados. Por más que se solucione el problema de la brecha cambiaria, si se siguen retaceando dólares para comprar vidrios, envases o plásticos y todo se complica igual”, concluyó Campos Carles.
Los principales complejos exportadores
Argentina es uno de los pocos países del mundo que casi no tiene necesidad de importar alimentos y eso se da, básicamente, por la cantidad de actividades agropecuarias que se desarrollan a lo largo de su territorio, que inclusive, le permite exportar una parte considerable de lo que se produce, llegando a ocupar los primeros puestos a nivel mundial.
Si se quitan los complejos como el lechero o del girasol, que en algunas oportunidades son considerados como regionales, pero que ocupan un muy vasto territorio, el de la uva se posiciona como el más importante a nivel de exportaciones medidas en valor, seguido por el del maní, el forestal, el del limón y el de las legumbres .
Según el Monitor de Exportaciones de Agroindustriales de la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA), en el primer semestre del año, el complejo de la uva, radicado casi con exclusividad en Cuyo, exportó USD 480 millones, lo que significó una expansión en valor del 2% a pesar de que se dio una retracción en volumen del 14%. Así, Argentina se posiciona como el 10° exportador a nivel mundial de vinos no espumosos y mosto.
Un paso atrás se ubicó el complejo del maní, con exportaciones por USD 477,3 millones y 367.000 toneladas despachadas, lo que lo posiciona en el primer puesto a nivel internacional, embarcando el 88% de lo que se produce. El tercer puesto le corresponde al complejo forestal con US$ 289,5 millones, seguido por el del limón, con USD 271,7 millones y el de legumbres, con USd 210,2 millones.
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