Dilema carnívoro: ¿los argentinos estamos dispuestos a consumir 10 kilos menos de carne vacuna por año para que entren más dólares?

El titular del principal consorcio exportador planteó redireccionar 400.000 toneladas del mercado interno al externo y superar los USD 7.000 millones de exportación anuales, supliendo la merma con otras carnes, como la de pollo y cerdo. Datos de consumo, cambios culturales y visión de los especialistas

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Sobre 3,2 millones de toneladas de producción, la propuesta es aumentar el volumen exportable en unas 400.000 toneladas
Sobre 3,2 millones de toneladas de producción, la propuesta es aumentar el volumen exportable en unas 400.000 toneladas

Argentina no reniega de su mote de “país de la carne”, casi un estandarte a nivel internacional. Más allá de que el consumo de carne vacuna hace décadas viene decreciendo, la ingesta per cápita, cercana a los 50 kilos al año, sigue siendo una de las más altas del mundo y junto a la de otras proteínas cárnicas (cerdo, pollo, pescado, etc), posicionan el consumo nacional de carne por habitante en 115 kilos anuales.

Más allá del sello carnívoro, el país hace varios años está sumido en una crisis económica: espiralización de la inflación y deterioro constante del poder adquisitivo de la ciudadanía, que fueron cambiando el esquema de consumo de carne: la proteína de pollo se acercó a la vacuna y la porcina hace ya dos décadas viene en franco crecimiento.

Por otro lado, la sangría de las reservas pone a la economía nacional en jaque. Cualquier dólar que pueda ingresar al país se vuelve esencial. Las cadenas agropecuarias aportan 7 de cada 10 dólares que percibe la Argentina y allí la carne vacuna tiene un peso considerable, pese a las restricciones que se le aplica al sector para exportar.

Durante la semana, el presidente del Consorcio de Exportadores de Carnes Argentina (ABC), Mario Ravettino, propuso redireccionar el volumen de carne del mercado interno a la exportación, algo en principio no compatible con la idiosincracia local, que alimenta políticas de restricción a los despachos para priorizar el consumo nacional, que nunca estuvo en riesgo.

Los números

En una jornada de charlas con miembros de la cadena agroindustrial, Ravettino repasó los números del sector. Según el dirigente, el año 2022 concluirá con un volumen exportado de 800.000 toneladas por USD 4.700 millones, tomando como promedio ponderado entre cortes de calidad y de volumen un valor de la tonelada de USD 5.873 aproximadamente. El mercado doméstico absorberá 2,2 millones de toneladas, con un consumo per cápita anual de 48 kilos.

Teniendo en cuenta estos números y “sin tocar ninguna variable”, Ravettino planteó la posibilidad de dedicar 1,8 millones de toneladas al mercado interno en vez de las actuales 2,2 millones, lo que reduciría el consumo per cápita anual de 48 a 40 kilos, pero sumando la ingesta de 40 kilos de pollo, 20 a 25 kilos de cerdo y carne de pescado y otras alternativas, se podría alcanzar “una dieta de proteína animal de excelencia, en el podio del mundo”.

En 2022 el mercado doméstico absorberá 2,2 millones de toneladas, lo que dará lugar a un consumo per cápita anual de 48 kilos.
En 2022 el mercado doméstico absorberá 2,2 millones de toneladas, lo que dará lugar a un consumo per cápita anual de 48 kilos.

De este modo habría 400.000 toneladas adicionales de volumen exportable. “Esto nos generaría exportar 1,2 millones de toneladas y un ingreso de divisas de USD 7.100 millones con los mismos valores de precio ponderados de USD 5.873 por tonelada. “Sin tocar nada y con una apertura de la política exportadora, estaríamos dando una señal a la cadena, al productor que tiene que invertir, al empresario y al mercado internacional de que Argentina se reinserta otra vez en el contexto de exportaciones del mundo”, dijo Ravettino.

Volver a que el argentino consuma 65 kilos por persona al año es utópico, porque más allá del veganismo y el consumo joven y de todos los elementos a considerar, con un kilo de carne vacuna se compran 4 kilos de pollo. En una situación tan difícil como la que estamos, el desarrollo de la cadena a través del mercado doméstico no va a venir. Evidentemente, (el desarrollo) viene por el lado de las exportaciones, en un mundo que nos está brindando la oportunidad. Nuestro desafío va por ese lado, las responsabilidades son concurrentes y tendríamos que tratar de implementarla lo antes posible”, concluyó Ravettino.

Inexorable

Para el consultor ganadero Víctor Tonelli, la caída en el consumo local de carne vacuna y el ascenso de las carnes de pollo y de cerdo es algo “inexorable” y está pasando, tanto por una cuestión económica como por pautas culturales. Por eso considera “razonable” el planteo de Ravettino, pero en un horizonte de varios años para lograr la merma de 10 kilos anuales de consumo per cápita de carne vacuna.

“Hay una serie de variables en la que ellos (por ABC, el consorcio exportador) se basan y con las que coincido, y es que en el mundo y en la Argentina se está viendo un crecimiento muy fuerte de la carne de pollo y cerdo respecto a la vacuna, entre otras cosas, porque ésta va a ser una especialidad difícil de conseguir. No hay mucha capacidad en el mundo de acompañar el crecimiento demográfico ni tampoco de soportar precios más altos de la carne vacuna sobre las otras carnes”.

Pero a esto hay que agregarle el condimento argentino, que es básicamente la fuerte crisis económica que se profundiza a pasos agigantados. “Esto en Argentina está exacerbado por la inflación y la merma del poder adquisitivo, además del cambio cultural, de la forma de comer y de hábitos. Hace 30 años consumíamos 70 kilos, hace 20 bajamos a 60 kilos y en los últimos 10 años pasamos a 50 kilos y no me sorprendería que de 10 años hacia adelante estemos en 40 kilos. Ese proceso que se venía dando se acelera por cuestiones del poder adquisitivo. Venga quien venga en Argentina, la licuación del poder adquisitivo es inexorable. Entonces prever que pasemos de 50 a 40 kilos en cinco años no es ridículo”, explicó

"Hoy con un kilo de carne vacuna se compran 4 kilos de pollo", dijo Mario Ravettino, presidente del Consorcio ABC.
"Hoy con un kilo de carne vacuna se compran 4 kilos de pollo", dijo Mario Ravettino, presidente del Consorcio ABC.

Por otro lado, está la necesidad imperiosa de ingresar dólares en Argentina. En este sentido, Tonelli afirma que las 400.000 toneladas de más que se podrían exportar tiene mercado asegurado a “precio extraordinarios” que permitiría un ingreso rápido de divisas. “Hay una realidad: el cimbronazo económico y el ajuste lo vamos a tener que hacer nos guste o no. Cuando uno toca fondo, hay que hacerle un agujero más al cinturón y apretar. No hay muchas más alternativas. La Argentina está quebrada o cerca de estarlo y lo primero que requiere son dólares. A mí me encantaría consumir 80 kilos por año, pero hay que ser racional en un momento complejo”, concluyó.

Tendencia

Adrián Bifaretti es el jefe del Departamento de Promoción Interna del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna (IPCVA) y tiene a su cargo una encuesta que se publica cada dos meses sobre consumo de carne relevando mil casos. Los resultados dan cuenta de una tendencia a la disminución en el consumo de esta proteína y que no tiene que ver con una cuestión pura y exclusivamente económica.

“Preguntamos a los casos relevados si están bajando el consumo de carne vacuna y el 66% responde que sí”, cuenta Bifaretti. “El 31% adujo cuestiones exclusivamente económicas, el 22% una combinación entre razones que responden al bolsillo y otras que no y el 14% contestó que no hay un justificativo monetario, sino que pueden ser cuestiones ideológicas y ambientales, entre otras”.

“Hoy, en una sociedad carnívora como la nuestra, un 14% sostiene que reduce su consumo por cuestiones ajenas a la economía. Es un dato interesante. No es una moda, es un cambio estructural impulsado por las generaciones más jóvenes” y por otras cuestiones, como las de género, analizó Bifaretti.

Incluso, una de las preguntas hacía referencia a qué actitud adoptaría el consumidor de contar con una posición económica más cómoda que le permite un mejor acceso al producto y un 22% contestó que de todas maneras reduciría su ingesta. “Hay un tema de la restricción económica que lleva a una diversificación hacia otras proteínas como el pollo y el cerdo por ser más baratos, pero, de todas maneras, nosotros le preguntamos a la gente que se está volcando hacia otras tendencias como los veganos, vegetarianos o flexitarianos, hace cuánto que estaban adoptando estas conductas y 4 de cada 10 contestaron que empezaron a volcarse a esta tendencia en el último año”, especificó el especialista.

“Uno está acostumbrado a los cambios tecnológicos y su aceleración casi exponencial, pero en lo social, si bien los cambios son más lentos, también se están acelerando. Es una tendencia que se va a ir dando de manera natural, por lo cual es necesario tenerlo en la agenda del sector cárnico, fundamentalmente, para tratar de conseguir que esa merma no termine dañando al negocio en general”, concluyó el especialista.

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