Tanto en el campo como en el Gobierno entienden que en estos últimos días y en los venideros se completará un nuevo capítulo en la complicada relación entre ambos, que se crispó a sus máximos niveles después de que el oficialismo decidiera intervenir el mercado de la carne vacuna. Hoy pareciera que, tras su derrota en las PASO, el oficialismo busca una salida al conflicto. Pero mientras se esperan definiciones, la cadena sigue perdiendo dinero e inversiones.
La gestión del flamante ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca, Julián Domínguez, entrará en una semana de definiciones, o así lo quiere plantear el Gobierno. El ministro se reunirá mañana con gobernadores de provincias productoras, que presionan fuertemente para que se levante el cepo, y el martes con la Mesa de Enlace, según indicó la cartera agropecuaria. Tras esos encuentros, se anunciarían nuevas medidas, que hasta el momento se desconocen.
La política está hecha de gestos, que durante la última semana abundaron. Uno muy fuerte fue el del gobernador de Entre Ríos, Gustavo Bordet, quien el viernes difundió un comunicado donde asegura que él y sus pares de Santa Fe, Omar Perotti, y de La Pampa, Sergio Ziliotto, gestionan una apertura de las exportaciones, lo que puso presión sobre el Gobierno. En derrota electoral del oficialismo (nacional y provincial) en Entre Ríos el campo se hizo sentir.
Otro gesto fue la reunión que mantuvo ayer Domínguez con el presidente Alberto Fernández y el Jefe de Gabinete, Juan Manzur. Si bien debería ser común que un ministro se reúna con sus superiores, lo que llamó la atención es que esa era una foto imposible durante la gestión de Luis Basterra, primero por su casi nulo peso en el Gabinete y segundo porque nunca llevó las riendas del conflicto ni de las decisiones en materia de política agropecuaria, que fueron absorbidas por el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas. No obstante, y más allá de la foto, en los próximos días se verá cuál puede ser la efectividad de Domínguez.
Hay otro factor central -también impensado en la era Basterra- que es la Mesa de Enlace nuevamente cumpliendo el rol de interlocutor válido, en nombre de los productores. Esta cuestión no es menor, sobre todo si se tiene en cuenta que la Sociedad Rural (SRA), Federación Agraria Argentina (FAA), Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) y Coninagro fueran dejadas totalmente de lado durante las negociaciones en los momentos más arduos del conflicto por el cierre de exportaciones.
Sin embargo, esta invitación , que todavía no fue recibida por ninguna entidad, no significa que en el campo impere el optimismo, sino una expectativa, derivada en parte de la derrota del oficialismo en las PASO y lo que podrían acarrear los cambios en el Gabinete, aunque algunas entidades se mantienen escépticas, no solo porque creen que el kirchnerismo duro no permitirá los cambios, sino porque también recuerdan el anterior paso de Domínguez por la cartera agropecuaria, donde el mercado de la carne estaba intervenido y se produjo un desmoronamiento del stock ganadero.
Pérdidas
Más allá de estas indefiniciones políticas, lo cierto es que las pérdidas se siguen registrando en la cadena, por lo menos en aquellos que quedaron fuera del negocio exportador. Según el Monitor Ganadero de septiembre publicado por la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA), desde que se establecieron las restricciones de manera oficial, la participación de la exportación en la producción total de carne se derrumbó del 28,3% al 20,4%, dejando de percibir USD 80 millones mensuales, sin contar los $6.500 millones que pierde el sector primario por la caída de los precios de la hacienda.
Quiere decir que Argentina pasó de una producción total de carne que rondaba las 250.000 toneladas en abril, de las cuales se destinaron 70.000 toneladas al exterior, a una producción casi igual en julio, pero de las cuales solo fueron exportadas 50.000 toneladas, según los últimos datos oficiales publicados por el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca.
Para el economista jefe de FADA, David Miazzo, “el tonelaje que no se puede exportar significa carne extra en el mercado interno, que los argentinos, por la pérdida de poder adquisitivo, no están pudiendo comprar. Entonces, cuando se obliga a dejar esta carne en el mercado local, se produce una baja en los precios. Esto es algo lógico, porque se deja la mitad del consumo de cerdo a nivel nacional, o sea, es un volumen significativo”.
En diálogo con Infobae, el economista dijo que en agosto se podría haber verificado otra leve baja de los valores, así como en septiembre, pero consideró improbable que la baja se extienda más allá de este mes. “Al consumidor se le frenó momentáneamente el precio de la carne, pero dos o tres meses va a subir simplemente por la inflación. Es un impacto muy temporal, para que después caiga la producción y termine subiendo el precio, como ya sucedió durante la década pasada”, indicó el especialista.
En este punto, Miazzo consideró que esta intervención es peor que la de 2006, ya que “en ese momento había un proceso de crecimiento económico y una suba del salario real que duró hasta 2011, con algunos baches en 2008. Estábamos en una economía y un salario que crecía, lo que quiere decir que el mercado interno tenía capacidad de compra. Pero hoy cerramos exportaciones con un mercado local totalmente deprimido y que va a seguir así hasta 2022. No hay demanda. Esa es la gran diferencia y lo que pega más en la cadena”.
Golpe al corazón y concentración
Para el director de la consultora Conocimiento Ganadero, Fernando Canosa, la prolongación de las restricciones significó un “duro golpe al corazón de una actividad que venía creciendo y tiene todo para dar, porque no hubo en el mundo un momento como este. Cuando se cerraron en 2006 las exportaciones, no existía China, que hoy importa 1,4 millones de toneladas. Hay un negocio totalmente diferente en cuanto a todo lo que puede generar la ganadería. Haber actuado por la negativa en vez de la positiva hizo que se perdieran trabajos en la industria”.
Pero Canosa también hizo mención a la pérdida de expectativas por parte de los empresarios e inversiones, porque “en un negocio donde se pensaba en crecer y generar más puestos de trabajo e invertir, ahora se agazapan todos a ver qué pasa. Son golpes muy fuertes, pero estoy convencido de que no tiene nada que ver con 2006. Hoy Argentina está comiendo mucha proteína animal de las cuatro carnes y, lamentablemente, muchos de los que nos gobiernan siguen mirando por un espejo retrovisor con libros de historia y no miran ni el presente ni el futuro, y eso los lleva a tomar decisiones erróneas. No había ninguna necesidad, tenemos carnes para todos. No se tomó dimensión de lo que hicieron”.
En este sentido, aseguró que esta medida oficial tuvo como efecto que “el negocio de exportación haya quedado en manos de unos pocos, que están ganando más plata que antes. Esto distorsiona los mercados. No todos estaban haciendo negocios en negro o negocios grises. No necesariamente estaban todos en esa, pero se cercenó eso y ahora fomentamos la formación de oligopolios, cuando deberíamos promover que haya cada vez más agentes económicos que puedan exportar”.
Por último, el también director de la Sociedad Rural Argentina prevé que haya una normalización de la oferta en los próximos meses: “Lo que ha ocurrido es que hay mucha hacienda recriándose. Se ha eliminado el corral de inicio por un problema de aumentos en el precio de la invernada y del maíz. Entonces, lo que va a ocurrir es que en los días venideros va a aumentar la oferta por parte de esa hacienda en campo que todavía no se encerró. Ha habido un diferimiento de la oferta hacia adelante”, comentó.
Expectativa
Respecto a lo que espera el productor, la opinión del presidente de la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (CARBAP), Horacio Salaverri, indicó que hay una suerte de expectativa ante el cambio de autoridades y que eso pueda promover “algún tipo de modificación de la medida y, por otro lado, se encuentra preocupado por la situación que se está dando y que se sigue extendiendo en el tiempo. Esto provoca una demora en todo lo que es decisión de inversión, ya que no ve un escenario claro en el sentido si la medida va a seguir o no más allá del 31 de octubre”.
“El productor tiene la expectativa de que el Gobierno tome en cuenta la voz de las urnas y modifique su accionar en algunas de las medidas que tomó. Hoy entiende que no existe la necesidad de una manifestación importante, pero sí de mantener el reclamo todo el momento. De todas maneras, esto es cambiante y de mantenerse en el tiempo, el productor va a ver cómo levantar la voz. Hoy la mirada está puesta en el proceso electoral”, explicó el dirigente rural.
Por último, puso especial énfasis a que, más allá del cambio de nombres, lo que el sector requiere es un cambio de actitud, ya que de no producirse esto los nuevos nombramientos “no significan nada. Luis Basterra era una persona amable en el trato pero no tenía ningún tipo de relevancia en el accionar del Ministerio hacia afuera. Nosotros vemos con peligrosidad, como ya se dio en oportunidades anteriores, inclusive cuando tuvo su mandato el ministro Domínguez, que, en su momento, la Secretaría de Comercio Interior, y ahora el Ministerio de Desarrollo Productivo, tiene una preponderancia en el manejo de estos temas, que no tiene Agricultura, que está desdibujado. Si esta situación no se modifica y el ministro no tiene la capacidad de torcer esta medida va a ser lo mismo. Uno piensa que sí Dominguez aceptó el cargo, es que tiene que haber pensado que margen de acción tenía, que quizá sea más amplio”, concluyó Salaverri.
SEGUIR LEYENDO: