El dato de inflación que difundió la Ciudad de Buenos Aires volvió a sorprender por lo alto ante el consenso de economistas y analistas del mercado que esperaban ver una cifra más cercana al 3,5% que al 4% que finalmente se confirmó. Más allá del impacto en las expectativas y las dificultades que quedan en evidencia para sostener el proceso de desinflación, la estadística porteña amenaza con echar por tierra los pronósticos de que a nivel nacional finalmente en septiembre se habría perforado ese piso maldito con lo cual el registro sería el más bajo de todo el año. Tal vez cuando la próxima semana el INDEC difunda del IPC nacional, ese vaticinio no se cumpla.
Esto porque, si se proyecta la misma variación de precios de las diferentes categorías que se registró en la Ciudad al índice nacional, de acuerdo a las ponderaciones del INDEC -diferentes a las del índice porteño-, la resultante es una inflación equivalente, lo que no siempre ocurre. Lejos de ellos, cuando lo que más impacta en la inflación porteña es el ajuste de tarifas de los servicios públicos, el índice nacional suele ubicarse varias décimas por debajo. Pero eso no fue lo que pasó en agosto y, en principio, tampoco en septiembre.
“Simulando IPC INDEC de septiembre con los precios revelados por CABA arroja 4% mensual. Eso es apenas encima del 3,9% que esta misma simulación arrojaba para agosto de 2024. De nuevo, es sólo indicativo porque además de los ponderadores, entre CABA e INDEC difieren los precios relevados”, explicó el economista Gabriel Caamaño, director de la consultora Ledesma, quien todos los meses hace el mismo cálculo con la debida advertencia que los precios relevados en cada distrito pueden haber tenido variaciones diferentes, por lo cual solo se trata de un cálculo de aproximación pero sin ninguna pretensión de precisión.
De hecho, esa estimación arrojaba una inflación de 3.9% para agosto, dato que finalmente se ubicó en 4,2% lo que significó incluso una suba respecto del mes anterior (en julio la inflación fue de 4%).
Para tener en cuenta, el rubro que más aportó en la Ciudad a la inflación del mes pasado fue seguros y servicios financieros con el 6,9%, seguido por equipamiento y mantenimiento del hogar (6,1%), prendas de vestir y calzado (5,6%), recreación y cultura (5,2%), transporte (5,1%), salud (5%) y cuidado personal, protección social y otros productos (4,7%). En tanto, alimentos y bebidas, que es la categoría de más peso por lejos en el índice a nivel nacional, avanzó “apenas” 2,2% en septiembre.
Estas simulaciones, a priori, se inscriben en la línea de análisis del ministro de Economía, Domingo Cavallo, quien consideró que se frenó el proceso de caída de la inflación, el que sólo podría retomarse si el Gobierno logra revertir drásticamente las expectativas de devaluación. En la visión del ex ministro, eso es imposible si se mantiene la vigencia del cepo cambiario.
Para Cavallo, los dos factores que explican la drástica caída de la inflación entre diciembre de 2023 y mayo de 2024 son el fuerte impacto recesivo del ajuste fiscal y el ancla cambiaria establecida a partir de ese momento por la que el dólar ajusta sólo 2% mensual.
Ahora, según el ex funcionario, el Gobierno se enfrenta al dilema de salir de la recesión bajando la inflación, para lo que frena ajustes pendientes de precios relativos. Es que, de acuerdo a su análisis, la política monetaria fue más bien pasiva hasta mayo, acompañando la desinflación impulsada por el ajuste fiscal y el manejo cambiario, pero se tornó expansiva a partir de junio, lo que explica que haya comenzado la reactivación de la economía entre el segundo y tercer trimestre del año. Pero es eso mismo lo que, según Cavallo, impide profundizar la caída de la inflación que se sostiene en torno al 4% desde hace 5 meses.