La desaceleración inflacionaria se hizo muy palpable en abril, especialmente en el rubro alimentos y bebidas. Pero el Gobierno confía en que esta tendencia sea mucho más marcada en mayo, porque confluyen una serie de factores que jugarán a favor de una fuerte reducción del índice, aún cuando todavía no arrancó el mes.
Javier Milei fue cauto el fin de semana cuando habló sobre la baja de la inflación. Solo se mostró confiado en que seguirá la tendencia a la baja y pronosticó que para mayo podría volver a niveles de un dígito. Sin embargo, la expectativa en el equipo económico es que esto suceda en abril. La duda -en realidad- sigue girando en torno al fuerte aumento de la tarifa de gas en el mes y de qué manera será reflejada por el INDEC, algo que recién se sabrá cuando se divulgue el dato a mediados del mes próximo.
La evolución del rubro “alimentos y bebidas” no hace más que despertar el optimismo en las filas oficiales. En la tercera y cuarta semana del mes muchas consultoras midieron deflación y algunas subas muy leves. Esto es clave por lo pronto para bajar de manera significativa la inflación núcleo, que en marzo fue de 9,4% pero tendría una significativa reducción adicional este mes.
Un dato clave es qué sucederá justamente con las eventuales remarcaciones de alimentos en la primera semana de mayo, que por lo general suele ser la más caliente y es cuando los supermercados aprovechan para ajustar valores. Sin embargo, se espera que las nuevas listas vengan en general con subas muy acotadas, considerando que al menos por ahora no hay una mejora significativa del poder de compra de los salarios.
La estabilidad en este segmento es fundamental para que el índice siga a la baja y que la misma se acentúe el mes que viene. Sin embargo, no es suficiente en particular si hay otros precios que sufren aumentos fuertes.
Aunque Milei se mostró cauto, es muy probable que la inflación de abril finalmente termine en un dígito. Pero es posible que en mayo se asista a un verdadero desplome, teniendo en cuenta no solo la caída de los agregados monetarios, sino también la estabilidad de alimentos y que hay menos ajustes tarifarios
En febrero fue muy significativo el aumento de tarifa de luz y pegó en el índice de ese mes (que terminó arriba de 13%), mientras que en abril le pega de lleno la suba del gas, que en promedio fue de 350%. El mes próximo ya no habría ajustes significativos que peguen en el índice de inflación.
Lo más significativo viene por el lado de transporte. Los trenes suben 54%, mientras que los colectivos aumentarían alrededor de 22% para el AMBA (el último incremento fue en febrero). El subte subirá fuerte e impacta en la ciudad de Buenos Aires. Según se anunció el boleto pasará de $ 125 a $ 574.
Pero hay otros precios que jugarán a favor. Es el caso de las prepagas, teniendo en cuenta que muchas empresas decidieron dar marcha atrás con los aumentos y deberán devolverle plata a los contribuyentes, lo que en la práctica implica que podría medirse incluso deflación en el sector. De hecho, Swiss Medical (una de las líderes del mercado) anunció una reducción de 22% en la cuota.
Luis Caputo también debe definir qué hace con el Impuesto a la Transferencia de Combustibles (ITC), que tiene un impacto directo sobre los precios de las naftas. Por eso, el ministro de Economía podría dividir en dos la suba prevista para evitar un ajuste mayor en los valores de los surtidores, que suele generar un impacto en otros sectores.
“Los agregados monetarios tuvieron caídas en términos reales de más de 30% y el excedente de pesos se achicó significativamente. No hay en realidad motivos para que haya inflación, solo lo que queda de tarifas que es mucho menos que antes”, aseguran confiados desde el Palacio de Hacienda.
Además, el “crawling peg” del dólar oficial se mantendrá en 2%, por lo que la presión sobre los insumos importados se mantendrá muy acotada. De hecho, la inflación mayorista ya en marzo apenas superó el 5% y seguiría en baja en abril.