Cambian los motores de la inflación: se modera la suba en los alimentos pero crece el impulso de las tarifas

El parate del consumo es determinante en la desaceleración de los aumentos en los productos masivos y otros bienes. Ahora serán los servicios los que presionarán el índice hacia arriba

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Jesús Hellín / Europa Press
Jesús Hellín / Europa Press (Foto de ARCHIVO)

El dato de inflación de enero que se conocerá esta tarde pero también, o sobre todo, los de este mes y el próximo marcarán un cambio notorio en los propulsores de la suba de precios.

Tras la devaluación de mediados de diciembre, los precios de los alimentos y el combustible acusaron el impacto del fuerte salto del dólar y llevaron la inflación a 25,5% para ese mes. En ese combo, tuvo una incidencia determinante el precio de la carne, que incluso en los días previos a la corrección cambiaria, anotó un aumento de precios que llegó a 60% respecto al mes anterior. Categoría altamente sensible a la variación del dólar, alimentos y bebidas cerró el mes pasado con una suba de 30%, lo que a su vez tuvo un efecto drástico en el consumo. El parate de las ventas, incluso de productos de consumo masivo y alimentos básicos que detectaron las consultoras especializadas en monitorear góndolas de supermercados, autoservicios y también comercios de cercanía, forzó la desaceleración en el ritmo de suba de estos bienes. En enero, la suba de alimentos marcaría un ritmo al menos 10 puntos porcentuales menor a la de diciembre. Otra vez, la carne tendría un rol preponderante aunque no excluyente.

“Los precios de la carne bovina habrían aumentado entre un 2% y 8% en enero, claramente por debajo de la tasa general de inflación (más cercana al 20%), lo que implica que la carne habría ayudado a la desaceleración de la inflación de enero, luego de haber contribuido en la dirección contraria en el mes de diciembre del 2023″, apuntó Franco Artusso, economista del IERAL. El experto agregó algo aún más relevante: dado el nivel de consumo en baja de la carne y la baja presión que ejercen los precios internacionales, no hay señales de que el precio de la carne vaya a registrar nuevos saltos. En otras palabras, un motor de inflación que pierde potencia.

Es que la realidad de las ventas manda: según recopiló la consultora EcoGo, la caída en el segmento de consumo masivo se ubicó entre 9% y 10% interanual: en supermercados, los alimentos secos registraron caídas de 3%, bebidas entre 10% y 15% mientras que en las farmacias la venta de los medicamentos con receta también cayó entre 2% y 3% (sin receta 11%), perfumería 9%, textiles entre 20% y 30% y calzado 30% y 40%. “En relación a la inversión/consumo durable, las caídas en las ventas de insumos de la construcción estarían en torno a 25%, de automotores y motos entre 20% y 30% interanual y 46,6% de maquinaria agrícola”, agregó el monitor de la consultora. Aun cuando no sea la única causa, la contundencia de esa cifra podría ser más que suficiente para moderar los incrementos.

Sin embargo, hay aumentos que no pueden o no quieren -mejor dicho, el Gobierno no quiere- esperar. En el dato de febrero y también en el de marzo, la incidencia del costo de los servicios será predominante. La suba del transporte público, por caso, habría aportado 4 puntos a la inflación del AMBA, según calculan los expertos, si se hubiera aplicado desde el inicio del mes. Ese efecto quedará diluido entre este mes y el próximo. Distinto es el caso de la electricidad, cuyo costo sí aumentó desde principio de mes aunque no para todos los segmentos de usuarios.

También la corrección de esas tarifas se repartirá a lo largo de varios meses. La suba del gas, en tanto, llegaría recién el mes próximo mientras que el costo de la salud no da tregua. Esa foto muestra claramente que a partir de ahora son los precios regulados, aquellos que acumularon en promedio un atraso mayor a los 600 puntos porcentuales en los últimos cuatro años respecto de la suba de la inflación, el claro motor del IPC en el futuro. O, al menos, uno de ellos, bien importante.

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