El 2023 fue un mal año para la vitivinicultura argentina de punta a punta. Comenzó con una cosecha particularmente magra -la peor en décadas- y terminó con una fuerte caída de ventas, tanto en el mercado interno como externo.
Según datos publicados por el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV), durante todo el 2023 las bodegas locales vendieron 775,2 millones de litros de vino, lo que dejó como resultado una caída del 6,3% en comparación a los 827,6 millones de litros que habían vendido en 2022. Eso quiere decir que, de un año a otro, los argentinos dejaron de consumir 52,4 millones de litros de vino.
La baja se reflejó tanto en el vino embotellado (-7,6% interanual), como en otros formatos de menor participación. El vino en tetra brik, por ejemplo, sufrió una baja del 4,2% y la damajuana registró una retracción del 5%. También se desplomó la comercialización del vino en lata (-24,3%), que en los últimos años había sido noticia por la buena aceptación recibida por parte de los argentinos.
Si se analizan los resultados por “color”, se encuentra que la baja más pronunciada se produjo en los blancos, que perdieron el 7,6% de sus ventas. Los tintos, por su parte, registraron una caída del 5,8%, de acuerdo a los datos difundidos por el INV.
Derrumbe de las exportaciones
Condicionadas por la mala cosecha y la pérdida del poder adquisitivo de los salarios de los consumidores, las bodegas tuvieron un mal 2023 en el mercado interno, pero les fue mucho peor en el exterior. De acuerdo al INV, el año pasado las exportaciones de vino fraccionado se desplomaron 23,3%. En detalle, las empresas argentinas pasaron de exportar 197,2 millones de litros en 2022 a 151,2 millones de litros en 2023, lo que significó una diferencia de 46 millones de litros.
También cayeron con fuerza las exportaciones de vino a granel. Entre enero y diciembre del anteaño pasado los productores locales vendieron 67,6 millones de litros en ese formato al exterior, mientras que en 2023 sólo exportaron 45,5 millones de litros a granel.
En total, sumando fraccionados y granel, el complejo vitivinícola pasó de exportar 264,9 millones en 2022 a 196,8 millones en 2023 (-25,7% de retracción).
Ahora bien, aunque los números en términos de volumen son contundentes, para tener una idea más certera del impacto de la caída en la vitivinicultura, es necesario conocer cuánto dejaron de ganar las bodegas concretamente.
De acuerdo con el último informe del Instituto Nacional de Vitivinicultura, el sector logró una facturación de USD 766,5 millones por sus exportaciones en todo el 2022. Un año más tarde, en 2023, el total facturado descendió a USD 640,9 millones; es decir que en la comparación interanual se registró una caída de 125,6 millones de dólares (-16,4%).
La pérdida de dinero fue significativa, pero pudo ser mucho más pronunciada, de no ser por el incremento del precio promedio de los productos comercializados por Argentina. Las estadísticas indican que en 2022 los compradores de vinos argentinos pagaron de media USD 3,11 por litro, mientras que este año abonaron USD 3,49 por litro.
Dentro de ese contexto de dura caída de ventas en volumen y facturación (más allá del atenuante de la suba del precio) es que el sector vitivinícola reclamó al Gobierno nacional que diera marcha atrás con la aplicación de una tasa del 8% en concepto de derechos de exportación, algo que finalmente ocurrió en el marco de las negociaciones con la oposición. Cabe recordar, que finalmente el Gobierno eliminó el capítulo fiscal de la llamada “ley ómnibus” antes de que se vote en Diputados. Por tanto, la vitivinicultura seguirá teniendo “tasa cero” al momento de exportar.