Los datos de inflación de la tercera semana del mes que realizan mediciones privadas acentuaron la tendencia que ya se viene observando desde principios de año: hay señales claras de desaceleración de la suba de precios y ya sería prácticamente un hecho que el índice se ubicará bien por debajo del pico de 25,5% de diciembre.
Una de las consultoras que ya adelantó datos que incluyen lo sucedido la semana pasada es Econométrica. La consultora de Ramiro Castiñeira estimó un incremento de 3,1% en alimentos y bebidas. Para las últimas cuatro semanas, el comportamiento de este rubro puntual arrojó un incremento de 13,9%, muy por debajo de casi 31% que había evidenciado en la primera semana de enero.
Con estos números, las proyecciones para la inflación de enero arrojan poco más de 20%, pero 10 puntos corresponden a lo que deja como arrastre diciembre.
En el mismo sentido calculó OJF & Asociados. La consultora que dirige Fausto Spotorno arrojó para la estimación de la tercera semana del mes un incremento de sólo 1,4%, acumulando 15,4% en tres semanas. Asimismo, calculan que el índice mensual estaría finalmente cerca del 20%. “Fue el dato semanal más bajo en cuatro meses”, aseguró el economista. Como referencia, la inflación de la primera semana de diciembre había llegado al 10%.
En el caso de Eco Go, cuya directora es Marina Dal Poggetto, estimaron una suba bastante mayor en alimentos y bebidas, del orden del 3,8% en la tercera semana, aunque la variación de las últimas cuatro semanas también muestra el mismo fenómeno de desaceleración de precios, ya que arrojó 15,7%.
Para la inflación de todo enero, en Eco Go estiman que podría estar cerca del 22,5%, es decir un escalón arriba de lo calculado por OJF y Econométrica, pero por debajo de diciembre.
Según Castiñeira, una de las principales explicaciones para la desaceleración inflacionaria, especialmente en alimentos, tiene que ver con la decisión del equipo económico de planchar el dólar oficial, permitiendo un ajuste de solo 2% mensual. Claro que, según él mismo menciona, el costo de la medida fue el aumento de la brecha cambiaria hasta el 50%, tras haber caído a menos del 20% a fines de 2023.
El arrastre estadístico de diciembre dejó una inflación de entre 8 y 10 puntos. Por eso, enero no bajaría del 20%, pero con fuerte desaceleración de precios en las últimas semanas. Los alimentos y bebidas presentan la misma tendencia, en parte por el freno al dólar oficial, pero también por las fuertes caídas de ventas
La expectativa de los inversores, como surge de los futuros del dólar en Rofex, indican que se espera una aceleración del ajuste cambiario, pero recién en marzo y del orden del 10%. Esto significa que como mínimo el mes próximo se mantendría la actual política de mantener el tipo de cambio en el “freezer”.
Entre la decisión de dejar prácticamente quieto al dólar oficial y la caída de las ventas por la reducción del poder adquisitivo, todo hace pensar que la inflación de febrero podría desplomarse aún más rápido.
Existen, sin embargo, varios peligros para que se sostenga esta reducción inflacionaria tras el fuerte pico de diciembre. En primer lugar porque se vienen los fuertes ajustes tarifarios, comenzando por el boleto de transporte, que se iría a 270 pesos. Pero además está previsto el primero de los incrementos de las tarifas de luz, con el objetivo de reducir los subsidios. Febrero tiene estacionalidad baja y eso podría ayudar a que la inflación vuelva al nivel crucero del último tramo de Sergio Massa, es decir entre 12% y 13%. Ya marzo se presenta más complejo, debido a que hay algunos factores que en general empujan hacia arriba los precios: inicio de clases, cambio de temporada en vestimenta, Semana Santa y posiblemente un ajuste cambiario que pegaría un salto mayor.