La inflación en Argentina finalizó el año pasado por encima del 200% interanual, según las primeras estimaciones privadas. Si bien ese fue el registro más alto en más de tres décadas, el dato esconde que algunos precios de la economía se “atrasaron” respecto a los demás. En particular, los que hasta el 10 de diciembre fueron contenidos por el Gobierno anterior como el dólar oficial, las tarifas de servicios públicos, los combustibles y las prepagas, entro otros ítems. Es cierto que también hubo sectores que corrieron más rápido en la carrera por remarcar: prendas de vestir y calzado, restaurantes y hoteles y alimentos y bebidas.
La administración de Javier Milei encaró un proceso de liberalización en busca de acomodar precios relativos en lo que, parece ser, la fase previa a un plan de estabilización. El resultado de ese camino que anticipan las consultoras será una nueva aceleración inflacionaria que puede llevar al Índice de Precios al Consumidor (IPC) del Indec por encima del 300 por ciento anual. Sin embargo, para la consultora LCG existen precios muy adelantados que pueden colaborar eventualmente en un proceso de “desinflación”.
La consultora realizó un informe en el que detalla cuáles son los rubros de la economía que se mantienen “atrasados o adelantados” respecto a la inflación general. El IPC se conforma de 12 divisiones de las cuales siete se quedaron por detrás de los aumentos promedio de 880% entre diciembre de 2019 y noviembre de 2023, último dato de la gestión Alberto Fernández. La mayoría de estos se los conoce como “regulados”, es decir, el Gobierno puede tener incidencia sobre su variación.
Precios atrasados
En detalle, el trabajo consignó que Comunicaciones y Vivienda, agua y electricidad acumularon un atraso de 44%, seguidos por Transporte (21%), Educación (14%) y Salud (11%). “Estas categorías representan un 34% del IPC total por lo que, mantener bajos estos precios ayudó a moderar el alza del índice general. Esto se hizo y se hace a través de topes de aumentos o subsidios mantenidos, que funcionan como anclas muy poco eficaces al pisar precios por debajo de lo visto en otras categorías”, explicó LCG.
El informe muestra que en el caso de salud hay una fuerte disparidad al interior. Las prepagas subieron 587% desde diciembre de 2019 mientras que los medicamentos aumentaron 928% durante el mismo período a pesar de estar incluidos en el acuerdo de Precios Justos en los últimos meses. En transporte, los combustibles y transporte público subieron 557% en cuatro años, muy por debajo de la adquisición de vehículos que saltó 1.066%, generando que la categoría salte 700 por ciento en ese período.
Precios adelantados
Las categorías del IPC que se encuentran con precios por encima de la inflación general acumulada en los últimos cuatro años representan casi un 60% del indicador total. Prendas de vestir y calzado superó el 1.250% frente a un promedio de 880% en el período. “Esto podría deberse a una caída de la oferta, pero por las características del sector debería considerarse tanto la producción local como también las importaciones de estos bienes”, destacó la consultora.
La siguiente categoría “adelantada” según el informe es Restaurantes y hoteles con variaciones de casi 1.150% en el periodo mencionado. “Mientras que en este caso la oferta resulta compleja de evaluar, la demanda pudo verse incrementada por consumo interno y por turismo”, puntualizó LCG.
En tercer lugar quedó alimentos y bebidas, que representa un 27% de la canasta del IPC: “Se trata de un rubro con una elasticidad precio más baja que otros rubros. A pesar de las medidas de contención que se llevaron a cabo como Precios Justos, los alimentos y bebidas son los que más aumentaron desde diciembre de 2022 (172%) y cabría preguntarse por qué lo hicieron. La producción industrial del sector crece a una tasa más baja que la industria general. Esto podría ser una explicación de la suba de precios. Otra, ya dentro del ámbito de la especulación, es que la recomposición de márgenes puede resultar más fácil en sectores que cuentan con es puramente especulativa”.
¿Cómo juegan los precios en 2024?
Para LCG, que existan precios muy adelantados puede colaborar en un eventual proceso de desinflación. De todos modos, para diciembre se espera un 30% de inflación, récord desde 1991, y para el primer bimestre se ubicaría en la zona del 20% mensual.
La consultora Invecq, en ese plano, mencionó que “las perspectivas para los próximos meses tampoco son favorables: la corrección de precios relativos, sin ancla nominal explícita, acelerará fuertemente la inflación mensual. En este sentido, ya se anunciaron aumentos en el transporte público (trenes, colectivos, subtes), medicina prepaga, telecomunicaciones, entre otros”.
Desde Romano Group consideraron que en un escenario donde no se lleve adelante la reforma monetaria más extrema, que para ellos sería dolarizar la economía argentina, su escenario base de inflación se mantiene en 352,7% para 2024.
“La misma recesión e incremento de precios pondrá un límite en los incrementos de restaurantes, dado que en época de crisis suele ser un gasto a recortar. Pero, al mismo tiempo, un dólar más barato para el turista puede aminorar este efecto. Por el lado de textiles y calzado, es evidente que hay margen para que la liberalización de las importaciones imponga un mayor rigor en la dinámica de precios de este sector. Lo mismo sucedería en caso de permitir mayores importaciones de electrónicos y otros artefactos, en conjunto con una reducción de aranceles, de manera de disciplinar algunos valores de venta. Sin embargo, mucho dependerá de la capacidad del país y del gobierno de incrementar el stock de dólares disponibles en el banco central”, mencionó LCG.
“De cualquier manera, un programa de estabilización debe tener como pilar, además de factores de disciplinamiento surgidos del marco recesivo y de la apertura de importaciones, elementos de coordinación de expectativas, y no está claro que el ajuste fiscal en sí mismo emerja como un gran coordinador”, concluyeron.
La consultora Sarandí proyectó un IPC acumulado de 333,5% para 2024, en donde la aceleración será fruto de la desregulación y una dinámica “desordenada” de recomposición de márgenes: “La liberación de regulados pasando a valor internacional se dará rápidamente, para focalizar el impacto socioeconómico en un acotado período de tiempo. Esto puede determinar una inflación de hasta el 100% en un cuatrimestre”.
“A partir de determinado punto, difícil de fijar, se jugarán las posibilidades reales del plan de estabilización. Si la recesión inducida logra apagar la tensión de precios anestesiando el consumo y la demanda interna, es probable que la curva inflacionaria empiece a dibujar una trayectoria decreciente, desde niveles altos. En cambio, si el gobierno sufre algún shock endógeno (cohesión política, orden social) o exógeno (precios globales, resultados de la cosecha), entonces las expectativas se pueden terminar de desanclar y la inercia inflacionaria seguirá haciendo estragos. En los escenarios extremos para 2024 estimamos márgenes que van desde el 213,8% (caso optimista) hasta el 435% (caso pesimista)”, sostuvo Sarandí.