Desde que en apenas días el precio de la carne pegó un salto de 50% en el mercado de Cañuelas tras la asunción del presidente Javier Milei y el anuncio de devaluación el 13 de diciembre, la cotización del kilo de novillo inició un recorrido inverso, que dejó el valor en el punto de partida anterior a la corrección cambiaria. Ese proceso fue algo más lento pero de todos modos bien marcado en los últimos días.
Tras la disparada, que llevó el valor en el mercado de hacienda de $1.500 a $2.250 el kilo, el precio inició un sendero de corrección a la baja tras la falta de convalidación de esos precios en las carnicerías. Así, cinco días después de la abrupta suba, el precio ya había recortado el aumento a la mitad.
Desde la semana pasada, frente a la caída del consumo, siguió cayendo el valor y, a los valores que se negociaron ayer en Cañuelas, el precio ya se ubica por debajo del lunes 12, el inicio de la gestión del actual Gobierno.
El dato, más allá de la buena noticia para los consumidores, aporta un alivio importante para el índice de inflación que presentará diciembre, que las consultoras estiman en torno a 30 por ciento. Esto porque cada 10% que aumenta el precio de la carne, la inflación acusa un impacto de casi 1 punto. Es decir que en los últimos días, se “neutralizaron” casi 5 puntos de inflación. Parte de esa presión se reflejará, de todos modos, en el indicador de este mes pero la baja descomprime marcadamente la inercia para el mes próximo.
De hecho, el salto inicial de la carne pegó de lleno en la inflación en la segunda semana de diciembre, cuando la consultora EcoGo midió una suba promedio de 10% de la categoría alimentos, lo que llevaba a 33% la proyección mensual del nivel general.
A partir de ahora, en cambio, la perspectiva para el precio de la carne es algo incierta. Esto porque el mercado en general se verá golpeado, según la Bolsa de Comercio de Rosario, por la caída del consumo, de la producción y también de las exportaciones.
En primer lugar, el principal indicador que más caerá en 2024, según proyecciones de la BCR, será el consumo interno, con un retroceso interanual del 8,7% hasta las 2,2 millones de toneladas. En segundo lugar, la producción de carne también acusará una merma de 8% a 3 millones de toneladas mientras que los envíos al exterior caerán 6,1% hasta las 842.000 toneladas.
El factor que explicará esta caída en sus principales índices es el proceso de retención que emprenderá el sector ganadero para poder recuperar el stock de animales afectado por la sequía, lo cual no solo tendrá impacto en la oferta de cabezas para consumo, sino también podría implicar una renovada presión alcista, que ahora parece haberse acotado, tanto para los precios de la hacienda, como para la carne en el mostrador.
Según el estudio, la faena caería además un 9% durante el año que viene, lo cual traerá como consecuencia una reducción de producción interanual hasta las 3.024 millones de toneladas, lo que equivale a 260.000 toneladas menos respecto a este año y un retroceso del 4% respecto al promedio de los últimos cinco años.
En cuanto a la exportación, la BCR estimó que “de mantenerse los precios de exportación relativamente constantes, esto podría significar un valor exportado de alrededor de USD 2.395 millones, que, de concretarse, implicaría una caída del 7% interanual y del 18% en relación con el promedio del último lustro”.