Cuando sobre el fin de la semana la Secretaría de Política Económica que conduce Gabriel Rubinstein difunda la segunda medición semanal de inflación, el informe que debutó el viernes último para sorpresa del mercado, tal vez no tenga buenas nuevas para dar.
Al menos las mediciones privadas arrojan para las primeras dos semanas de septiembre índices tan o más graves que el indicador oficial de 12,4% que publicó el Indec para agosto.
Esto a pesar no sólo de los diferentes paños fríos que buscó poner el Gobierno con acuerdos y congelamientos de precios –algunos de ellos en sectores clave– sino incluso a pesar de un dato clave: el precio la carne, de muy alta ponderación en el IPC oficial, frenó la fuerte suba y, más importante aún, ya corrigió el retraso acumulado.
Esto significa que ya nuevas subas hacia fin de año sólo estarán eventualmente acompañando el resto de los precios de la economía y ni impulsándolos. Esencialmente, esa mayor estabilidad podría contribuir a que toda la categoría alimentos y bebidas, el rubro que más aumentó el mes pasado con una suba de 15,6% y que más peso tiene en la medición del Indec, modere su impulso al alza y, con ello, se aplaque el nivel general.
Sin embargo, al menos por ahora, eso no luce tan probable. En las primeras dos semanas del mes, para la consultora Ecolatina, la inflación se ubicó por encima de 15%, lo que representa un récord desde que iniciaron la medición.
“Para septiembre esperamos un segundo mes con inflación de dos dígitos. El nivel general del IPC GBA Ecolatina marcó en la primera quincena de septiembre una suba del 15,3% respecto al mismo período de agosto, registrando el máximo nivel desde que inicia la serie y dando cuenta del arrastre que dejó la segunda mitad de agosto”, compartió ayer la consultora en un informe en el que, al igual que muchos analistas del mercado, puso foco en el efecto transitorio de los congelamientos.
Las tarifas fijas de gas, luz, transporte y combustible, además de los acuerdos de precios para medicamentos y más parcial para prepagas deberían aportar algo de calma a la aceleración inflacionaria en las próximas semanas, aunque de manera completamente transitoria, particularmente con el precio del dólar también congelado y la brecha cambiaria relativamente “controlada” (en un nivel alto) gracias al ingreso de divisas del dólar soja.
En ese mismo sentido impacta el precio de la carne vacuna, que aumentó en promedio 30,2% en agosto al consumidor y hasta 50% en el Mercado de Cañuelas. Tras ese salto, los precios promedio de la carne vacuna ya acumulan una suba 125% en los últimos doce meses, empalmando ya el nivel de inflación general.
Con todo, eso podría no ser suficiente para septiembre llegue con un índice menor al del mes pasado. Es que las expectativas vuelven a jugar en contra y la inyección de dinero que implican las últimas medidas del ministro de Economía, Sergio Massa, equivalente a 1% del PBI, aumentan la tensión.
“Las presiones inflacionarias encuentran su origen en la falta de anclas firmes en el plano fiscal y monetario, en un contexto de fuerte pérdida de reservas externas del BCRA en lo que va del año”, apuntó un análisis del economista Maximiliano Gutiérrez, del Ieral.
El analista destacó precisamente que al ya alto déficit fiscal sin financiamiento genuino, se suma el costo de los últimos anuncios, lo que plantea hacia adelante un “escenario de desborde de la expansión monetaria” cuando a la vez cae la demanda de dinero, es decir, la voluntad del público de tener pesos. “Son estas presiones las que empujan todos los precios al alza cuando son medidos en pesos, incluyendo el tipo de cambio, que solo actúa como mecanismo de propagación y no como origen de la inflación”, advirtió Gutiérrez.