La devaluación de agosto dejó a la vista el atraso que existía en el tipo de cambio oficial, pero también reavivó la discusión sobre el valor real de la moneda nacional. Y más allá de si los trabajadores están ganando o perdiendo poder adquisitivo, la evolución de los precios comprueba que el poder de compra del peso cae a paso acelerado, coinciden los informes de las consultoras privadas, y lo avalan las medidas paliativas que analiza el equipo económico semana a semana.
¿Cuánto se deterioró el peso? para responder esa pregunta Infobae analizó cuánto se podía comprar con $10.000 en julio de 2017 y cuánto se puede comprar hoy. Como referencia, se tomó como ejemplo la lista de precios de 59 artículos del Gran Buenos Aires (GBA) que publica el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec) todos los meses. El período de seis años no es arbitrario, sino que se corresponde con la fecha de inicio de la serie estadística.
En total, ese conjunto de productos costaba $3.426,54 en julio de 2017. Es decir que con $10.000 se podía adquirir esa canasta 2,9 veces. En igual mes de 2023, esa lista se encareció nominalmente a $57.697,06, y la capacidad de compra se achicó a 0,2 veces (la quinta parte). Dicho de otra forma, se contrajo 94,1 por ciento.
Este ejercicio no refleja la caída exacta del poder adquisitivo de los salarios, dado que los ingresos de los trabajadores también se ajustan, aunque con rezago, y con enorme brecha entre los registrados y los informales, por un lado, y el desempeño de las empresas según sus actividades y relación con el mercado interno e internacional.
Productos “inalcanzables”
Si se analiza cada producto por separado, se encuentra que en todos los casos la cantidad de unidades posibles de comprar con $10.000 se redujo al menos a la décima parte, aunque con diferencias muy llamativas entre los diferentes productos analizados.
El caso más destacado es el de la harina de trigo común 000. En 2017 una unidad de ese artículo costaba $10,61, por lo que los $10.000 permitían adquirirlo 942,5 veces. Hoy, su valor de mercado es de $207,44, por lo que se podría comprar sólo 48,2 veces. La diferencia entonces es de 894,3 unidades de punta a punta.
Existe también una brecha más de 800 unidades en el kilo de cebolla (825,5), el polvo para flan (821,2) y las arvejas secas remojadas (808,4 artículos menos que seis años antes).
En el otro extremo aparece el queso sardo. Segun los precios informados por el Indec, ese producto costaba $262,65 por kilo en julio de 2017 y hoy está en $4.378,63. Un consumidor con $10.000 en la mano, podría adquirir 38,1 kilos de ese insumo hace seis años y apenas 2,3 kilos en la actualidad. Eso quiere decir que la cantidad de unidades se redujo en 35,8. Sin embargo, aunque el número parece menor al de los anteriores ejemplos analizados, la variación porcentual es de 94%, similar al promedio general.
Las consecuencias
Los efectos de la devaluación del poder adquisitivo del peso van mucho más allá de la necesidad de imprimir más billetes para igualar la capacidad de poder de compra en cantidad de bienes y servicios.
Santiago Manoukian, economista jefe de Ecolatina, dijo a Infobae que la rápida desvalorización de la moneda genera que “los pesos quemen en la mano”, lo que ha provocado un incremento del consumo en los últimos meses y años.
“Esto ha generado un consumo que se ha sostenido más de lo previsto. Es la contracara del bajo nivel de ahorro que tiene la población. Es un factor clave, para pensar cómo la población después tiene menor capacidad para poder defenderse después en los momentos de crisis”, comentó.
Esto ha generado un consumo que se ha sostenido más de lo previsto. Es la contracara del bajo nivel de ahorro que tiene la población (Manoukian)
El economista agregó que el hecho de que una economía tenga un nivel alto de consumo no es algo bueno en sí mismo. “Es algo positivo si se da de forma genuina o a través del crédito y no vemos que el financiamiento esté aumentando”, sostuvo.
“No se ha construido una moneda con refugio de valor, en un contexto en el que no hemos tenido tasas de rendimiento reales positivas”, agregó Manoukian.
De todas formas, el economista de Ecolatina aclaró que el efecto de incremento del consumo tiene un límite. “Por la pérdida del poder adquisitivo de los salarios, se espera mayor incremento de la pobreza y baja del consumo. El impacto económico es muy fuerte y regresivo”, lamentó.
Raúl Mercau, ex ministro de Economía de Mendoza, dijo a Infobae que “la consecuencia más preocupante de la pérdida del valor del peso es justamente la depreciación de los salarios y el impacto de esta situación sobre la economía. A nivel macroeconómico, el consumo depende del nivel de ingreso en términos reales. Lo que predice la teoría es que va a caer el consumo”.
Por otro lado, el especialista advirtió que la depreciación del peso también afecta al nivel de importaciones, porque las compras externas tienen un coeficiente que se relaciona con el nivel de ingresos y en definitiva, afecta a la tasa de crecimiento de la economía.
“Además, un proceso inflacionario lleva a que tus productos sean más caros en el exterior, sobre todo si hay un atraso cambiario”, aportó Mercau.
Un proceso inflacionario lleva a que tus productos sean más caros en el exterior, sobre todo si hay un atraso cambiario (Mercau)
Asimismo, el economista advirtió que una situación de bajo crecimiento y déficit en cuenta corriente de la balanza de pagos del país o en el sector externo, induce un mayor endeudamiento.
“Sí, quiere decir que la inflación de alguna manera también provoca un mayor endeudamiento”, remarcó, “porque también termina afectando el gasto público. Cuando hay cuentas fiscales negativas, eso realimenta dos cosas: la emisión monetaria, que es una de las fuentes principales de la inflación de largo plazo y también el endeudamiento”.
Mercau destacó: “Hemos vivido un proceso de falta de confianza en la Argentina que no alienta a la inversión extranjera y, por lo tanto, la principal fuente en el sector externo es el endeudamiento. La crisis del gobierno de Mauricio Macri, la misma situación que estamos viviendo ahora, tiene que ver con esto, con una acumulación de déficits externos”, subrayó.
El economista remarcó que “la pérdida de poder de compra del peso termina afectando principalmente al sector de población de menos ingresos, porque tienen menos herramientas para defenderse de la inflación y porque suelen tener menor recomposición salarial, por lo que cae debajo la línea de la pobreza”.
¿Cómo se movieron los salarios?
Como explicaron los especialistas, la pérdida de poder de compra del peso trae muchas consecuencias negativas para la economía argentina y una de ellas es la dificultad que tienen empresas y trabajadores para seguir el ritmo de la devaluación y para sostener sus niveles de rentabilidad e ingresos.
Ahora bien, ¿pudieron los asalariados mantener su poder adquisitivo pese a que el peso nominal perdió tanto valor? Las estadísticas oficiales del Indec dejan en claro que la respuesta es “no”.
Aún no se difundieron las estadísticas oficiales sobre la variación de los salarios de los trabajadores en el séptimo mes de este año, pero un ejercicio de aproximación es comparar los índices entre junio 2023 con los de seis años antes, arroja un aumento de 1.073%, promedio de los asalariados formales como a los informales, muy por debajo de la suba del 1.429% del Índice de Precios al Consumidor del Indec.
Por lo tanto, los sueldos en promedio quedaron rezagados en 356 puntos porcentuales respecto de la inflación, equivalente a la pérdida real de 23% de capacidad de compra.
La brecha resulta aún más grande si se toma como referencia el incremento de los precios de los 59 productos relevados en la canasta de precios del GBA. Los insumos esenciales medidos por el Indec aumentaron 1.584% en los últimos seis años, es decir 511 puntos porcentuales más que los ingresos de los trabajadores.