El precio de la carne, debido a la muy alta faena de ganado vacuno a la que debieron recurrir los productores ante la escasez de pasturas provocada por la sequía (lo que a su vez derivó en que los feedlots estén abarrotados de animales), jugó a favor de la desaceleración de la tasa de inflación en mayo y junio y lo seguiría haciendo hasta el fin de la primavera o inicios del verano, dice un informe sobre la situación del sector ganadero y su repercusión en el mercado, los precios y el consumo.
Al explicar por qué la carne bovina se está abaratando (en términos reales; esto es, descontada la inflación) y contribuyó a desacelerar la tasa de inflación en mayo y junio, Juan Manuel Garzón, economista e investigador del Ieral, recurre a factores externos, como la fuerte baja del precio internacional de los alimentos, pero enfatiza la situación interna y en particular el caso de la hacienda, que explica la mitad del precio de la carne en góndolas y carnicerías.
Valores comparados
“El novillito promedió los $484 el kilo vivo en el Mercado de Cañuelas durante junio, prácticamente lo mismo que se había pagado por esta categoría de animales en el mes de abril ($488/kilo), en dos meses no subió su precio. Como la hacienda representa aproximadamente el 50% del costo final de la carne, la estabilidad de este insumo permite que al final de la cadena los precios no suban tanto, sólo deberían hacerlo en la magnitud en la que aumentan otros rubros que hacen a los costos (salarios, alquileres, servicios, etc.)”, dice un pasaje del estudio.
A la pregunta de por qué el precio de la hacienda ha sido tan estable y qué sucede con la producción de animales y la demanda para abastecer los mercados interno y externo, Garzón responde con datos contundentes: “En lo que hace a faena y producción de carne se observa un gran incremento en el primer semestre: se han enviado a faenar 7,3 millones de animales, 13% más que en similar período de 2022 y la cifra más alta desde 2009″.
La hacienda representa cerca del 50% del costo final de la carne; su estabilidad permite que al final de la cadena los precios no suban tanto
Los kilos de carne habrían crecido algo menos, cerca del 10%, porque se faenan animales más jóvenes y más chicos.
“En esta gran expansión de la producción tiene mucho que ver la sequía que, frente a la falta de pasturas y alimentos de bajo costo y la necesidad de recomponer capital de trabajo, indujo a muchos productores a desprenderse de animales (aumentar la tasa de extracción) y acortar los plazos de engorde mediante sistemas intensivos. Nótese que la faena de hembras del primer semestre fue equivalente al 9,1% del stock de hembras de fines del 2022, el porcentaje más alto desde el año 2009″, precisa el investigador de Ieral.
Un mal antecedente
La referencia temporal es ominosa. “La faena de junio y la del semestre fueron las más altas desde la mega liquidación de 2009″, coincide con Garzón al analizar el caso argentino la publicación especializada Fax Carne. Según los datos oficiales, la faena bovina de junio alcanzó 1,3 millones de cabezas. “Se trata del mayor nivel mensual en lo que va de 2023, es 2% superior al del mes previo; 15% más alto que en junio de 2022; y es la más alta para el mes desde 2009, cuando luego de una mezcla fatídica de pésimas medidas económicas para el sector y una gran sequía se dio un proceso de liquidación que se llevó el 20% del rodeo nacional”, dice la última edición de ese medio que hace décadas (como delata su nombre, aunque ahora es digital) se distribuye desde Uruguay hacia las Américas, Europa y Asia.
Llevado a promedios diarios, se trata de la faena de casi 66.000 animales por día, calculó Fax Carne en base a datos de ABC, el consorcio de exportadores. Así las cosas, en junio se dio la mayor producción mensual de carne “desde, al menos, los últimos dos años y medio”, cerrando un semestre en que se produjeron “1,66 millones de toneladas equivalente carcasa”.
Según Garzón, “la elevada faena de hembras y la aceleración de los procesos de engorde probablemente se extienda durante algunos meses más, manteniendo bajo relativo control los precios internos de la hacienda y de la carne. Hasta el mes de junio, el índice de reposición de la Cámara Argentina del Feedlot se encontraba por encima de 1 (se monitorea la cantidad de animales comprados por cada animal vendido), lo que a priori garantiza una afluencia importante de animales en lo que resta del invierno y el arranque de la primavera”.
Horizonte finito
De ese modo, prosigue el analista, “la recomposición de los precios, en cierta magnitud, podría llegar más hacia fines de la primavera y durante el verano, cuando los corrales se empiezan a vaciar y la demanda interna se fortalece por factores estacionales. La elevada extracción de hembras que se está observando este año genera daño a futuro al reducir el rodeo y la producción esperada, y por tanto conlleva la semilla que luego induce la reversión del proceso”.
La recomposición de los precios, en cierta magnitud, podría llegar más hacia fines de la primavera y durante el verano (Garzón)
En otro tramo, el economista mediterráneo insiste: “la elevada extracción de hembras de este año es un proceso no sostenible y en algún momento va a revertirse. El 2024 podría mostrar un escenario muy diferente al actual, con retención de animales, menor faena y producción, exportaciones sostenidas, menor abastecimiento al mercado interno, y presión fuerte para la suba de precios de hacienda y carne”.
Otros expertos ganaderos, como Víctor Tonelli, creen incluso que el freno de la oferta y el inicio de un proceso ascendente de precios podría adelantarse al inicio de la primavera, si las lluvias y la recomposición de pasturas hacen que los productores inicien un proceso de retención de vientres y retracción de la oferta ganadera.
Eso sería lo contrario a lo que sucedió en los últimos meses en que, según los cálculos de Garzón, la oferta de carne al mercado interno permitió aumentar en casi 4 kilos el consumo promedio por habitante/año. “En efecto, de 46,6 kilos por habitante (equivalente año) en el primer semestre de 2022, se habría pasado a 50,3 kilos”, precisa. “En el contexto en el que se encuentra la economía argentina, de estanflación y problemas para sostener el poder de compra de los salarios y los ingresos, un aumento en la oferta interna de carne de la magnitud antes referida sólo puede absorberse con ajustes de precios, que es lo que ha venido sucediendo en los últimos meses”.
En cuanto al mercado externo, el estudio del Ieral señala que la exportación “luce bastante firme en volúmenes, pero a precios medios significativamente menores”. En el primer semestre se habrían colocado allí unas 480.000 toneladas “res equivalente”, 12% más que en igual período de 2022. Pero también subraya: “los precios medios de exportación han bajado mucho, lo que viene condicionando al sector exportador para una recomposición de precios de la hacienda. La categoría de vacas, la más buscada por el sector exportador, es la que ha tenido más dificultades para hacer pie, perdiendo el 27% de su valor entre diciembre del 2022 y junio de este año”.
La exportación luce bastante firme en volúmenes, pero a precios medios significativamente menores (Ieral)
Ahí incide el hecho de que los compradores chinos (que se llevan casi 80% de la oferta argentina) se coordinan para pagar los precios más bajos posibles, a sabiendas de que la producción argentina está, por así decirlo, “regalada”.
Factor externo
Otro factor del contexto internacional que tendió a reducir los precios de la carne argentina fue la baja de los precios internacionales de las materias primas agropecuarias. Al respecto, el índice FAO mostró en junio su valor más bajo del último año.
“Para tener algunas referencias concretas, en junio de este año el aceite de girasol, de alto consumo en Argentina, mostró un precio de exportación un 55% menor al de junio de 2022 (valores FOB oficiales, SAGyP), el aceite de soja un precio un 40% más bajo y el maíz, insumo clave en la alimentación de animales, un precio un 20% menor.
Otro dato importante: “en el mes de junio los precios internos (precios FAS, Bolsa de Comercio de Rosario) del maíz, la soja, el girasol o el sorgo fueron más bajos en términos nominales que los observados en mayo; de los principales granos, sólo el trigo se encareció en junio (7,7%)”, cita el estudio de Juan Manuel Garzón.
Tal fue el contexto externo e interno para que en junio el precio de la carne volviera a jugar a favor de la desaceleración de la tasa de inflación (que de 8,4% en abril pasó a 7,8% en mayo y 6% en junio) como el último jueves informó el Indec, tendencia que ya habían anticipado los IPCs de CABA (que pasó de 7,8% en abril a 7,5 y 7,2 en mayo y junio respectivamente) y Córdoba (que de 8% en mayo se redujo a 5,4% en junio).
“En las canastas de ambas jurisdicciones se observa que los alimentos redujeron su tasa de inflación, ubicándose por debajo del nivel general, y que algunos rubros importantes, caso de aceites, carnes, frutas y hortalizas, mantuvieron sus precios casi estabilizados”, dice el trabajo del Ieral.
Problema macroeconómico
Garzón, sin embargo, no se abstiene de advertir que “la inflación es un problema macroeconómico, que aparece y se sostiene en el tiempo cuando la política económica resulta displicente y se excede en el uso del poder de señoreaje (de emisión de dinero) con que cuentan los gobiernos centrales, para financiar excesos de gastos públicos (respecto de los ingresos tributarios) y/o compras públicas de activos (caso de reservas en el BCRA).
Que la carne y otros alimentos hayan ayudado en los últimos dos meses a la desaceleración del aumento del índice general no cambia esa conclusión. Además, precisa el autor, si bien la carne no tiene tanta “estacionalidad” como otros alimentos, pues su oferta se distribuye “bastante proporcionalmente” a lo largo del año, sí está sujeta a “ciclos”.
Subibaja
En materia de precios, eso se refleja en “un patrón de encarecimiento de magnitud significativa que se da generalmente en un período corto, de entre 1 y 3 meses, seguido luego de una etapa de abaratamiento (en términos reales) en un período relativamente más largo (desde 4 hasta 8 meses)”.
Así las cosas, explica Garzón, “cuando se analiza toda la cadena, se encuentra que el precio de los animales en pie, la materia prima clave, muestra similar patrón que el de la carne: subas fuertes concentradas en pocas semanas y luego varios meses de estancamiento”.
Esa dinámica favorece ahora la desaceleración de la inflación, pero el ciclo se revertirá hacia fin de año, o incluso antes si se dieran factores climáticos, como lluvias que permitan recomponer rápido las pasturas para alimentación de ganado, en cuyo caso se iniciaría un ciclo de “retención de vientres”, para cuidar la fábrica de ganado.
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