En línea con el empeoramiento de las expectativas de inflación recabadas en el relevamiento que realiza mensualmente el Banco Central entre analistas locales, que se difundió el viernes pasado y marcó un aumento de 16 puntos porcentuales respecto a la medición anterior, también entre los bancos de Wall Street dan cuenta del deterioro de las perspectivas para la economía argentina. No sólo pronostican una aceleración de la inflación, en la que la corrida cambiaria de fines de abril sumaría hasta 3 puntos porcentuales al indicador de este mes, sino también un claro retroceso de la actividad económica.
Por caso, el Barclays proyecta una caída del PBI del 4% para 2023 y una caída del 2% para 2024. En ese recorrido, se destaca un hito llamativo: la entidad prevé que en el primer trimestre del año que viene, la economía caerá en un pozo, con un retracción del 7%, tal vez como coletazo de las medidas del plan de estabilización que se prevé deberá poner en marcha el próximo gobierno.
Ese plan incluye, entre las medidas principales, una corrección en el tipo de cambio. El mercado descuenta un salto en el valor del dólar oficial en las semanas siguientes a la asunción de la nueva administración, aunque no necesariamente hay consenso respecto de si habrá una unificación inmediata del tipo de cambio.
El Bank of América (BOFA) proyecta un dólar oficial para fin de año de $485. A ese valor se llegaría tras una suba de 7,5% mensual hasta septiembre, lo que implicará para esa fecha un tipo de cambio oficial de $314, y una suba de 55% después de las elecciones de octubre. En definitiva, en línea con los pronósticos más conservadores del mercado, el BOFA prevé que el Gobierno logrará superar las PASO y llegar a las elecciones generales de octubre sin un fuerte salto devaluatorio.
En cualquier caso, la inflación será la variable que primero acusará el impacto. En ese plano, Barclays prevé una inflación de 119% para este año y 145% para el próximo. En la misma línea, el JP Morgan focaliza su análisis en el corto plazo y asume para la inflación de abril el consenso de 7,5% -dato que se conocerá el viernes- pero advierte que el stress financiero de las últimas semanas del mes pasado deja un piso más alto para el índice de mayo.
Según la entidad, el reciente período de inestabilidad financiera y macroeconómica, que disparó la brecha cambiaria a 120% y derivó en mayores controles de precios “aceleró la inflación de la última semana de abril, principalmente en bienes de consumo y durables, dejando un arrastre estadístico en torno a los 3 puntos porcentuales para mayo”.
Con todo, en un informe reciente, el banco aporta en un dato que podría considerarse alentador: la inflación de alimentos habría bajado más de un punto al 8,2% en abril respecto del mes anterior. Esto a pesar de que el índice de precios de la Ciudad de Buenos Aires marcó una suba del 10,4% en la categoría alimentos y bebidas.
“Se espera que los precios de los alimentos reflejen todavía un alto 8,2% mensual, aunque desacelerando respecto del promedio de 9,6% de febrero y marzo. Esto a pesar de la nueva edición del programa Precios Justos, con un aumento promedio de 3,2% desde febrero”, aclaró el JP Morgan.
También pesimistas son las proyecciones del banco francés BNP Paribas, que proyecta una inflación de 135% para este año, a partir de la aceleración de precios de los últimos meses. Puntualmente, coincide en que en mayo la tasa de inflación reflejará el aumento de la brecha cambiaria de fin de abril por lo que el IPC se situaría en 8 por ciento. Ese registro es, por ahora, menor a los datos preliminares que manejan en el propio Banco Central para la primera semana del mes, lo que hace que el equipo económico no descarte un indicador mayor.
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