Tal vez un poco antes que lo esperado, el sendero de estabilización de la inflación, primero hacia 4% y luego hacia 3% a partir de abril, según predijo el ministro de Economía, Sergio Massa, encontró en enero un escollo insalvable: tras meses de estabilidad, el precio de la carne pegó un salto en las últimas semanas y amenaza con recalentar el precio de los alimentos.
Tras acumular un aumento de 5% en enero hasta la semana pasada, en las últimas jornadas se produjo un verdadero cimbronazo con subas entre 17% y 18% al cierre de ayer respecto de los valores pagados la semana anterior. El impacto de estos aumentos, impulsados por una menor oferta en el Mercado de Cañuelas (ex Liniers), puede resultar letal para el plan de reducción gradual de la inflación.
Es sabido, la categoría alimentos y bebidas es la que más peso tiene en la construcción del índice de inflación (24%) y, dentro de ella, el precio de la carne es el que mayor incidencia tiene. Por eso, su impacto directo en la evolución promedio de los precios de la economía es preponderante. Según se desprende de la información del INDEC, cada 10% que sube el precio de la carne, el impacto en la inflación es de 0,7% en el GBA o de 1,3% en el norte del país. En promedio, cada 10 puntos porcentuales de aumento en los valores de la carnicería, la inflación acusa 1 punto de suba. “El traspaso a precios no será tan lineal porque se hace un promedio del mes pero con un aumento mayor a 20%, ya el IPC del Gran Buenos Aires tiene un aporte de 1,4%”, sostuvo el economista Amílcar Collante.
Con ese impacto, las posibilidades de que la inflación de enero se ubique por debajo de la de diciembre son prácticamente inexistentes. De hecho, no sólo las mediciones privadas la ubican entre 5,5% y 6% sino que en el propio equipo económico admiten que los datos preliminares con los que cuentan “no traen buenas noticias”. Agregan un detalle clave: es otra vez la categoría alimentos la que vuelve a empujar al índice. Ya el mes pasado, ese rubro habría experimentado un avance de 4,7%, lo marcó todo un retroceso cuando el mes anterior el registro se había ubicado en 3,5%, alimentando las expectativas de una tendencia a la desaceleración. Dos meses más tarde, los números vuelven a marcar una realidad distinta y ahora el Gobierno vuelve a apostar todo a los acuerdos que por estos días teje el secretario de Comercio, Matías Tombolini, para sostener el programa Precios Justos.
El desafío no es menor porque ese acuerdo depende, justamente, de que el desvío entre la pauta acordada y la inflación no se profundice, amén de las complicaciones para cumplir el apartado de los precios congelados en la medida que los precios se distancian de aquellos consensuados entre fines de octubre y noviembre. Para Tombolini, el precio de la carne viene a escupirle el asado.
El salto actual, que se produce en una época del año poco habitual para incrementos del ganado vacuno, contrasta con lo que ocurrió durante la mayor parte del año pasado cuando, por el impacto de la sequía que complicó el engorde de los animales, el mercado registró una sobreoferta de carne que contuvo el avance de los precios muy por debajo del índice general de inflación. De acuerdo al INDEC, la brecha fue de 32 puntos porcentuales, lo que a su vez contribuyó a “sosegar” los registros del IPC durante el último bimestre de 2022.
Tal como anticiparon los especialistas, sin embargo, ese proceso comenzó a revertirse incluso antes que lo previsto y la caída de stock vacuno, además de la menor calidad, comienza a impactar en los precios de la hacienda, que no tardan en reflejarse en los precios de mostrador de las carnicerías.
Pero no sólo la carne presionará la inflación a la suba. Otros bienes y servicios que anotaron subas también tendrán fuerte incidencia. Por caso, las cuotas de las prepagas aumentaron 6,9%, los combustibles 4%, el transporte (colectivos) 39% y el dólar blue, con una incidencia más difícil de determinar, anotó un avance de 10,7% en el mes.
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