Sendero. La palabra resuena casi como un mantra en el quinto piso del Palacio de Hacienda, donde tiene su despacho el ministro de Economía, Sergio Massa. Es el concepto que guía buena parte una esta gestión de apenas cinco meses, pero repleta de desafíos. La inflación y el dólar son urgencias centrales. También, claro, el resto de las metas acordadas con el FMI, la deuda en pesos (con algunas opciones en análisis, como detalló en exclusiva Infobae el viernes) y problemas estructurales acuciantes, con la pobreza a la cabeza. Todo en un año electoral que ya muestra tensiones políticas importantes y con rumores de que el propio ministro podría ser candidato, aunque él lo desmiente enfáticamente y se enoja si alguien de su equipo menciona la idea, aunque sea elípticamente. “Como ministro de Economía asumí una responsabilidad que tiene que ver con la vida de todos los argentinos. Voten o no voten al gobierno, les simpatice más o menos lo que yo haga. Esa responsabilidad me corre, obligatoriamente, de la cotidianeidad política”, le dijo el ministro este fin de semana a Infobae.
Ese camino fijado es por el momento el mapa con el que Massa afrontará los próximos meses. Se trata de una estrategia integral que tiene a los precios como uno de sus ejes fundamentales. Massa sabe que gran parte de su éxito y las derivas que puede tener eso en su futuro cercano –y no tanto– tienen que ver con la inflación.
“Hay que bajarla, tenemos que hacerlo porque es complicado para el Gobierno gestionar y para la gente vivir con estos niveles. Pero el cómo es importante”, reconoce un funcionario económico de primera línea.
Precios Justos
Ahora, ¿se puede bajar el índice de inflación para que empiece con el número tres en abril? Massa cree que sí gracias al trabajo de alineación en las cifras de devaluación, inflación y tasa de interés que está llevando adelante. A eso hay que sumarle el programa Precios Justos, a grandes rasgos un esquema de “garrote y zanahoria” para las empresas productoras de alimentos.
El programa tiene tres partes. Precios congelados por cuatro meses de poco menos de 2.000 productos y otros 50.000 productos a cuyos fabricantes se les permite un aumento de 4% por mes durante un cuatrimestre, hasta marzo. Todo bajo el gran paraguas de que las empresas que están dentro del programa pueden acceder a menores plazos para conseguir dólares e importar insumos.
¿Otro plan de control de precios como uno de los ejes de un programa económico, aunque nadie en el Gobierno ni en Economía use esa término? “Por ahora funciona”, juran en el Palacio de Hacienda, aunque reconocen que si no se cierra la brecha fiscal, se acumulan reservas y se administra el comercio, el acuerdo de precios “no se lo cree nadie”.
“Sin elementos creíbles nadie se sienta a hablar de un ‘para adelante’ razonable”, aseguran.
Los datos duros dicen que la suba de precios en 2022 fue de 94,8%, una cifra que no se veía desde 1991. El dato de diciembre se ubicó en 5,1%, con un incremento de la categoría Alimentos y bebidas no alcohólicas en ese período de 4,7%, más que el 4% permitido en el acuerdo.
En el Gobierno se justifican diciendo que la suba de alimentos sigue abajo del promedio general y que es así por el impacto del acuerdo que se dan sobre todo en canal formal, mayoristas e hipermercados. Aseguran que aún existen temas de distribución por resolver y que hay rubros con subas muy por encima de lo acordado en otras bocas de expendio, sobre todo comercios de origen asiático. Creen que ese 4,7% de suba en los alimentos muestra que el acuerdo está funcionando: si no, estacionalmente, la suba hubiera sido mayor. Ven desplazamiento de demanda hacia el canal formal, algo que, dicen, hará que los precios sigan bajando. Sendero.
“No hay conejos en la galera ni necesidad de plantear un programa concreto. La política económica se comunica con resultados”
De los dos rubros del programa, precios congelados y aumentos acordados para un número más grande de productos, Massa cree que en este segundo grupo está realmente la razón que determinará la desaceleración de los precios. En Economía están convencidos de que es un acuerdo similar al que usó Israel para bajar la inflación. O, más cerca, Chile y Colombia. Y repiten otra vez que el sendero, es el orden y alineación en la tasa de interés, la inflación, la devaluación. “Tasa más alta que la devaluación; devaluación más alta que la inflación. Y todo más bajo que los salarios. No hay conejos en la galera ni necesidad de plantear un programa concreto. La política económica se comunica con resultados. Si las empresas firman, el plan está en marcha”, dicen cerca del tigrense.
El ministro ve la inflación como “la fiebre de una economía enferma”, como también le señaló a Infobae. Pero en esa economía ve dos caras, en una de las cuales resalta un crecimiento superior al 5% en 2022 y 22 meses consecutivos de creación de empleo privado. Tampoco desconoce el aspecto monetario del desafío inflacionario, que remonta a causas previas. “El problema más serio es que Argentina, a diferencia de otros países, en la pandemia no tuvo financiamiento, tuvo que recurrir a la emisión”, lo que a su vez dejó un “enorme problema: que es que esos pesos circulando de alguna manera reflejan una falta de capacidad de financiamiento normal de la economía, porque a veces la gente no sabe qué hace con los pesos, y eso lo tenemos que resolver”, le dijo a Infobae. Hacer esa genealogía le permite afirmar que “la única bomba que tiene la economía argentina es la que representó el acuerdo de Macri con el FMI” y así maridar su gestión económica con el discurso político del gobierno que integra.
Cuestiones de Fondo
En términos prácticos, sin embargo, más relevante es otra afirmación que hizo a este medio: “Argentina cumplió su programa, pero el FMI no está cumpliendo con la Argentina el revisar cómo van a compensar a los países que pagaron el costo de la guerra con su economía. Es un problema a resolver”. Se puede sospechar allí un tironeo en torno de la corriente de pagos y desembolsos, justo en el primer año en que, según el cronograma acordado en marzo del año pasado, el actual gobierno afrontaría por primera vez un flujo neto negativo de fondos con el organismo.
En cuanto a los acuerdos para reducir la inflación, la primera parte de Precios Justos termina en marzo. Economía quiere continuar con el programa y cambiar el modelo 4x4 por uno de menor rango, con el horizonte de que la suba de precios “empiece con 3 en abril”, como dice el ministro. “Vamos a estar habilitados para seguir para abajo, un escalón más. Siempre de manera consistente con la ecuación económica de las empresas”, aclaran los funcionarios.
O sea, precios que subirán mensualmente por debajo del cuatro por ciento. Si es así, el equipo económico habla de una inflación que volverá a ser “moderada”, ya no alta. Algo que dejará un contexto similar al que dejó Mauricio Macri, pero, aclaran rápido, “con crecimiento y recuperación del salario real”. En ese sentido también va la negociación de tener paritarias al 60%, que encabeza Massa con los gremios.
Mientras tanto, además de haber sumado al esquema de precios los insumos industriales, pretenden agregar el mes que viene más empresas y cadenas de valor del acuerdo. “Todos tienen que estar dentro del programa”, dicen en Economía. Luego vendrá la canasta escolar en marzo y mantener el cuadro de aumentos para combustibles y servicios, siempre con el ojo puesto en los datos fiscales.
¿Qué quiere Massa? Un trimestre enero-marzo con una inflación en el orden del 4%, con el mes de febrero como el más bajo y cierto rebote previsible para marzo. Y abril con el famoso “3 adelante”. Busca bajar la inflación y recuperar ingresos sin enfriar la economía, y desde el lado del dólar, “netear” la baja en la demanda con la de precios internos, y “soltar lo que haya que soltar” para atender áreas estratégicas con importación. Ancla y previsión de costos. ¿Podrá?
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