Fin de un tabú kirchnerista: el Gobierno se dispone a emitir billetes de mayor denominación

El nuevo titular de la Casa de la Moneda se reunirá el miércoles con Sergio Massa para definir los nuevos valores. El precio del dólar blue ya llevó a que el mayor billete argentino valga solo USD 2,71 y no alcance para pagar un yogur con cereal en la Costa

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En mayo pasado, el BCRA
En mayo pasado, el BCRA anunció que trabaja en una nueva línea de billetes para reemplazar animales por próceres y figuras públicas. Pero no se evalúa un billete de 5.000 o 10.000 pesos (Adrián Escandar)

Uno de los temas que se coló en la agenda económica de los últimos días es la emisión de billetes de mayor denominación. El de 1.000 pesos apenas equivale a USD 2,71 si se tiene en cuenta la cotización de $369 a la que cerró la semana el dólar “blue”.

Tal como adelantó Infobae este domingo, el Ministerio de Economía estaría así decidido a romper un tabú kirchnerista y emitir billetes de mayor denominación, que podría llegar a 5.000 ó incluso a 10.000. La oportunidad será el cambio de timón en la Casa de la Moneda.

El martes asume el nuevo titular de la institución, Ángel Mario Elettore, y el miércoles se reunirá con el ministro Sergio Massa. Luego de lo cual podría haber un anuncio para borrar uno de los insólitos postulados de los gobiernos kirchneristas, que hasta ahora no había osado cuestionar el presidente Alberto Fernández: que emitir billetes de mayor denominación incentivaría la inflación, a pesar de los enormes costos que genera para el propio BCRA, las empresas e incluso el medio ambiente por la necesidad de transportar una cantidad de billetes cada vez más grande.

Desde que fue emitido hace poco más de 5 años el billete de $1.000 ya perdió más del 90% de su poder adquisitivo. Actualmente, tiene un valor, siempre teniendo en cuenta la cotización del dólar libre, que en algunas ciudades de EEUU no alcanzaría para pagar un billete de colectivo o que, como posteó el miércoles pasado un tuitero, no alcanza a comprar un yogur con cereales en un negocio de la Costa Atlántica, cuyo precio exhibió mostrando el cartel con su precio: 1.035 pesos.

En tanto, Sergio Rodríguez, un tuitero peruano, notó el miércoles pasado, cuando el blue cotizaba a $360, que el billete de mayor denominación en la Argentina estaba ya al borde de valer menos que el billete de menor denominación peruano, un país sumido en una crisis política y social que ya se cobró una cincuentena de muertos a raíz de las protestas por la destitución del expresidente Jorge Castillo, que a su vez había intentado dar un golpe clausurando el Congreso de su país.

Otro tuit, de la cuenta Finanzas Argy, notaba ya a fines del año pasado que a raíz de la suba del dólar blue, solo dos billetes argentinos (el de $1.000 y el de $500) valen más de un dólar.

Cambio en la fábrica de billetes

El jueves 5 el Gobierno oficializó la renuncia de Rodolfo Gabrielli, cuya gestión no satisfacía a Economía, como presidente del directorio de la Casa de Moneda. Elettore, su reemplazante, fue ministro de Finanzas de Córdoba entre 2003 y 2015, durante dos mandatos de José Manuel de la Sota (2003-2007 y 2011-2015) y el primero de Juan Schiaretti (2007-2011). Su último cargo público fue como asesor del exsenador nacional Carlos Caserio, cuyo mandato terminó en el año 2021.

Contra y pros

Pese a todas las dificultades operativas que implica el bajísimo poder adquisitivo de los billetes en circulación, algunas sectores aún exhibían cierta renuencia, debido a un argumento fiscal: los billetes de baja denominación incentivan el uso de dinero electrónico y contribuyen a “blanquear” y regularizar buena parte de la actividad económica que ahora queda registrada y antes se operaba de contado, “en negro” y sin ticket.

Las cámaras del sector bancario, sin embargo, hace rato reclamaban por los elevados costos logísticos originados por operar con billetes de baja denominación. Por otra parte, se criticaba que la Casa de la Moneda desarrollara líneas de trabajo alejadas de su objeto central, además del hecho de que gran parte de los billetes que el Banco Central puso en la calle este año se produjeron en el exterior. Por eso, Economía venía reprochando la demora en poner en marcha la producción de nuevos billetes. En ese contexto, las quejas de los bancos sobre los costos de movilizar enormes cantidades de papel encontraron oídos oficiales más abiertos .

Según fuentes del sector, el pedido de las entidades es que se emitan billetes de $5.000 y $10.000 y que además se saquen de circulación a los de menor denominación, porque de no hacerse el problema logístico seguiría vigente.

La Argentina ya alcanzó un triste récord: en un relevamiento entre 13 países de la región, su billete de mayor denominación es el que menos valor tiene medido en dólares. El papel de 1.000 pesos con la imagen del hornero es el que tiene un poder de compra más limitado en todo América.

El escenario cuenta con un elemento más insólito aún: el último anuncio oficial del Banco Central en ese sentido, en mayo pasado, confirmó que la autoridad monetaria y la Casa de la Moneda trabajaban en una nueva línea de billetes. El objetivo del cambio era entonces reemplazar a los animales autóctonos de la serie actual para volver a ubicar a próceres y figuras públicas, pero se descartaban billetes de mayor denominación. Desde el entorno de la vicepresidente Cristina Kirchner se decía que billetes de mayor denominación significarían convalidar una mayor inflación, un argumento de escasa consistencia intelectual y que fue largamente superado por los hechos.

Entre los países más próximos el billete de mayor denominación de Uruguay equivale a 51,80 dólares. Chile, con 22,62 dólares y Bolivia, con 28,95 dólares, son los de valor más bajo.

No es el caso de Perú, que a pesar de sus vaivenes políticos hace más de una década que consiguió vencer a la inflación. Su billete de 200 soles vale 52,33 dólares. En Brasil, el principal socio comercial de la Argentina, el papel de 200 reales equivale a 38,41 dólares.

Cinco años no es nada

Cuando comenzó a circular el actual billete de $1.000, el 1° de diciembre de 2017, el dólar valía $17,55, por lo que el mayor billete argentino servía para comprar 56,90 dólares. La inflación de ese año fue 24,8 por ciento. Una discusión encendida por entonces no era sobre su poder de compra sino sobre su ilustración: un hornero, en el marco de la línea de imágenes de animales que reemplazó la tradición de los próceres.

La erosión del poder adquisitivo del billete desde su salida a la calle muestra el efecto deletéreo de la inflación. En 60 meses, desde diciembre de 2017 a diciembre de 2022 la inflación acumulada fue de un abrumador 825 por ciento. Ergo, para preservar el poder adquisitivo que tenía al nacer, el billete de mayor denominación debería multiplicar su valor nominal por 9,25 para seguirle el ritmo a la suba de los precios al público. Esto es, debería ser de 9.250 pesos.

Según datos del Banco Central, en el presente los billetes de $1.000 son los de mayor circulación, por encima del 30% del total “físico”, algo insólito habida cuenta que estas emisiones son, además, las de mayor valor en el universo del efectivo. Al ser los billetes más caros también los que más circulan, también es creciente el monto que representan dentro de la masa de dinero y fuerza a los comercios a contar con grandes cantidades de “cambio”. El billete de $1.000 explica hoy el 70% de la circulación monetaria del país, una verdadera anomalía.

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