Inflación, déficit, tarifas, pobreza, elecciones: cómo ve la situación del país el economista argentino que contribuyó al “milagro israelí”

Según Leonardo Leiderman, ex asesor del Banco Central de Israel, la Argentina necesita un programa económico integral y consistente a partir de una decisión política, pero no lo cree posible hasta después de las elecciones de 2023

Segun Leiderman, no hay soluciones indoloras para la situación económica argentina

“El año de acá hasta las elecciones está perdido”, dijo el economista argentino Leonardo Leiderman sobre las posibilidades de que el actual gobierno logre encauzar la situación económica a partir de un acuerdo político y social.

“Creo en la interacción entre la política y la economía. Si no se ordena la parte política no se puede ordenar la economía. Pero en la parte política hay un empate, el pueblo está dividido. Puede que en 2023 también siga dividido, pero por lo menos va a haber un horizonte de cuatro años. El año entre ahora y las elecciones está completamente perdido”, dijo Leiderman, entrevistado en el programa “A confesión de parte”, por radio FM Millenium.

Leiderman trabajó en lo que él mismo llamó la “segunda parte” del “milagro israelí”. La primera fue cuando a mediados de los 80s el gobierno del entonces primer ministro Shimon Peres (nacido Perske, igual que su prima de sangre, la otrora estrella de cine Lauren Bacall), logró reducir la inflación del 500% al 18/20% anual tras una dramática reunión de gabinete, que duró 36 horas, en la que logró el apoyo de una ajustada mayoría de los ministros para aplicar una drástica reforma fiscal y monetaria.

Al igual que la Argentina, Israel también estaba en una situación de “empate”, dijo Leiderman, pero Peres generó una idea de pacto social y gobierno de unidad nacional para reducir la inflación y estabilizar la economía, con el siguiente programa:

1-El gobierno se comprometió a una estricta disciplina fiscal y subió las tarifas de los servicios públicos pero se comprometió a no tocarlas por 6 meses

2-Los sindicatos negociaron un aumento inicial, pero se comprometieron a no realizar ninguna otra demanda por 6 meses.

3-El Banco Central hizo una devaluación de la moneda israelí pero se comprometió a mantenerla en el nuevo valor por al menos 6 meses.

4-Las empresas se comprometieron a no aumentar los precios durante 6 meses.

5-Se legisló la autonomía del Banco Central y se le prohibió emitir dinero para financiar el déficit fiscal.

6-No hubo acuerdo ni préstamo del FMI, pero EEUU se comprometió a sostener el presupuesto de defensa israelí, cercano al 8% del PBI anual.

Shimon Peres, principal impulsor del "milagro israelí"

Israel tenía entonces 500% de inflación anual contra 100% que tiene hoy la Argentina, pero Leiderman consideró que la situación argentina actual es más complicada, porque tiene tasas de pobreza y de informalidad laboral mucho más altas y porque Israel es un país más pequeño y ordenado en materia laboral, previsional y de programas sociales.

Segunda parte

La segunda parte del “milagro israelí”, explicó el economista, que hace décadas reside en Israel, fue reducir gradualmente la tasa de inflación del 18/20% anual donde la había dejado el shock inicial, que incluyó drásticos recortes del gasto público, a tasas de un dígito, para no perder competitividad respecto de sus socios comerciales, algo que logró aplicando el sistema de “metas de inflación”.

Leiderman fue uno de los economistas y funcionarios israelíes con los que en junio pasado, en su gira por Israel, conversó el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, partidario de la idea de un consenso amplio para poder aplicar políticas de fondo.

En la entrevista radial, aunque destacó la preminencia del factor político y que no hay recetas universales que se apliquen a todos los países por igual, Leiderman enfatizó que el diagnóstico de la situación argentina es muy claro. “Hay momentos en que hay cierta similitud entre la economía y la medicina, me refiero al tema de la diagnosis sobre el problema o la dificultad de un país”, observó. “Si juntás diez economistas argentinos de primera van a coincidir –subrayó- que hay un grave problema fiscal, un grave problema del sector público, que hay desalineamiento entre las políticas cambiaria, monetaria y fiscal, que hay un problema de tarifas y de impuestos y que falta una estrategia económica de mediano y largo plazo que ha llevado a que los agentes económicos y los ciudadanos hayan perdido la confianza en las personas que determinan la política económica del país”.

Los síntomas, dijo Leiderman, son lo que ocurre con el dólar, el riesgo-país, el aumento de la pobreza, la falta de control de la inflación, la incapacidad de acceder al crédito externo, porque la Argentina tiene cerrada la puerta el mercado internacional. “Hay un gran déficit fiscal financiado con emisión monetaria”, resumió. Mientras eso no se resuelva se pueden tomar medidas sueltas, pero si no se ataca la base fundamental los problemas persistirán. Todo tratamiento, subrayó, debe empezar por reducir el déficit fiscal y darle independencia al Banco Central, de modo de desconectar lo fiscal de lo monetario. No lo hizo solo Israel. Medidas así también tomaron Colombia, Chile, México, Polonia, enumeró.

Leiderman, con Rodríguez Larreta, en junio pasado en Israel

Soluciones dolorosas

En ningún caso, dijo, se trata de soluciones indoloras. “Puede haber políticos que quieren ir por la parte populista, que diga que tratarán de hacer cosas que no duelan demasiado a corto plazo. Sin embargo, consideró que eso no es posible, porque “hay errores acumulados de tantos años de política económica; se acumuló una joroba de problemas, hay un corto plazo en el que no existe una cirugía sin algún dolor.

“En situaciones similares a las que está hoy la Argentina, no hay otra solución que ir por un plan integral que genere confianza y que sea internamente consistente, la política cambiaria con la fiscal, la monetaria, la de tarifas”, volvió a enfatizar Leiderman, que cuando la entrevistadora le mencionó el llamado a un acuerdo con la oposición que hizo el ministro Massa en la reciente reunión del Consejo de las Américas dijo que no cree posible ahora un acuerdo o pacto social para encauzar la economía.

Puede haber políticos que quieren ir por la parte populista, que diga que tratarán de hacer cosas que no duelan demasiado a corto plazo. Pero hay errores acumulados de tantos años de política económica, hay un corto plazo en el que no existe una cirugía sin algún dolor

“Si no se ordena la parte política no se puede ordenar la economía. Pero en la parte política hay un empate, el pueblo está dividido. Y puede que en 2023 sigua dividido, pero por lo menos va a haber un horizonte de 4 años. Mirándolo desde acá el año entre ahora y las elecciones está completamente perdido. No veo ninguna posibilidad de que Massa articule un programa que genere confianza, credibilidad, porque no va a tener apoyo político”. ¿Cuál es el interés de un gobierno que tiene elección en un año y quiere tener mejoras en tres meses? planteó retóricamente Leiderman, quien agregó que en la próxima etapa política a partir de 2023, también se necesitará el apoyo del FMI “para atravesar la parte dolorosa”.

“El Fondo va a tener que postergar la deuda. Pero tiene fatiga con la Argentina, porque no es una historia buena”. Hasta entonces, afirmó, el actual gobierno tiene que jugar el cuarto del tiempo que queda, aunque juzgó que ´la probabilidad de que entre ahora y el próximo año genere la credibilidad necesaria para salir de esto es casi cero”.

En el actual triunvirato de gobierno, dijo Leiderman, “no se sabe quién toma decisiones” y lo que se necesita no son cambios de ritmo, sino una profunda reforma económica. Por eso, concluyó, “prefiero poner el foco en que sea quien sea que tenga el gobierno en 2023 convoque a todos y diga tenemos cuatro años por delante, hagamos algo juntos. A un año de las elecciones y con tantos desequilibrios respecto a quien lidera políticamente, no están dadas las condiciones. Pueden estar en el año próximo. Este es un año perdido, económico, socialmente. El propósito debería ser que se haga el menor daño posible para que las condiciones iniciales después de las elecciones sean las mejores posibles”.

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