Según dejaron trascender desde el propio Gobierno, la condición que le puso Alberto Fernández a la flamante ministra de Economía, Silvina Batakis, fue que “continúe con el programa económico”.
El mensaje dejó claro que el Presidente no tiene una lectura acorde a la crisis que está atravesando la Argentina. Seguir haciendo lo mismo solo podría conducir a resultados aún peores, no mejores. Lo demostró la semana que pasó, marcada por fortísimas remarcaciones en todos los rubros y una disparada del tipo de cambio.
Según la estimación de la consultora Equilibra, el dólar “contado con liquidación” se acerca peligrosamente a los máximos históricos en términos reales que había tocado en octubre de 2020. La cotización a $ 195 de aquel momento equivaldría hoy a $ 325. El cierre del viernes fue a $ 300. La brecha cambiaria hoy es mayor a la de ese momento: 135 contra 120 por ciento.
Es innegable que las peleas políticas influyeron en la disparada del dólar y de la inflación, agregando mucho ruido y generando más desconfianza entre las empresas y los inversores. Pero sería subestimar el hecho que la profunda crisis económica y financiera que arrastra la Argentina es en realidad la base de todo el problema.
En otras palabras, las peleas políticas se acallarían si el Gobierno consiguiera bajar el dólar, estabilizar los precios y retomar el crecimiento. Pero en la medida que se profundice el descontrol cambiario y la inflación no tardarán en volver los reproches, los “funcionarios que no funcionan” o los consejos de “usar la lapicera” de parte de la vicepresidenta.
Más dudas que certezas
Silvina Batakis hasta ahora solo brindó algunas declaraciones y reportajes, que generaron más dudas que certezas. No logró así lo que debería haber sido su objetivo de arranque: tranquilizar las aguas y ganar tiempo. Al contrario, cada aparición suya fue una excusa de los inversores para seguir con el proceso de dolarización.
La ministra de Economía arranca en un contexto muy comprometido. La inflación del mes podría acercarse al 7% y el dólar no para de subir. Detrás no hay solo un problema de emisión monetaria. Sucede que al mismo tiempo se registra una fuerte caída de la demanda de pesos, junto a un gran aumento de la velocidad de circulación. Los pesos queman en los bolsillos o en las cuentas corrientes.
No tomar medidas adecuadas podría agravar mucho más el fuerte salto cambiario y de precios que se produjo en la primera semana de julio. Batakis tiene una bala de plata, pero habrá que ver cómo la usa para reencauzar las expectativas
El desafío es reencauzar las expectativas y ponerle un freno a una situación de extrema desconfianza. Solo con su presencia, Batakis no logrará nada. La ministra tendrá que ganarse el respeto de los mercados y de la gente. Las primeras medidas de su equipo económico y que deberá poner en marcha en el arranque de la semana serán claves para conseguir ese objetivo.
No es casualidad que la primera declaración de la ministra haya sido que cree en el equilibrio en las cuentas públicas. Demostró ser consciente de cuál es la base de la crisis que atraviesa la Argentina, más allá de los discursos. Es sugestivo que Cristina Kirchner no haya dicho una sola palabra en su presentación del viernes sobre la necesidad de aumentar el gasto y esta vez tampoco hubo críticas al FMI por el supuesto plan de ajuste que quiere imponerle a la Argentina.
Detrás del drama que significa hoy el escaso nivel de reservas del Banco Central y la constante emisión monetaria existe un problema fiscal. Y hasta que no se encare será difícil encauzar las expectativas. Lo hizo Martín Guzmán a fines del 2020. Las cuentas fiscales prácticamente quedaron equilibradas en el primer semestre de 2021, lo que ayudó a tranquilizar el mercado cambiario. Luego llegó la derrota en las PASO y el reproche de Cristina Kirchner por el plan de austeridad que se había puesto en marcha.
Por las buenas o por las malas
El ajuste fiscal llegará por las buenas o por las malas. En los últimos meses se dio esta segunda opción, con un fuerte salto de la inflación, que ya tiene un piso del 80% para el 2022. En la medida que no se vaya a un ajuste de las cuentas públicas ordenado, el agujero será cubierto con más emisión y más inflación. Por eso no son pocos los que estiman que el aumento de los precios incluso podría llegar al 100% este año, arrastrando además al dólar.
Seguir con parches al cepo cambiario es más de lo mismo. Ni un desdoblamiento cambiario ni un nuevo dólar turista conseguirán dominar la fuerte crisis en la que ingresó el Gobierno. La posibilidad de un salto devaluatorio no debe descartarse, aunque tendrá que estar acompañada por medidas de austeridad fiscal
También Mauricio Macri lo intentó en 2018, luego de recurrir al financiamiento del FMI. En aquella oportunidad también consiguió estabilizar el dólar durante varios meses y bajar la inflación momentáneamente. La crisis desatada luego de la derrota del macrismo en las PASO en agosto de 2019 echó por tierra aquel esfuerzo.
La madre de todas las batallas
No le quedan muchas opciones a Batakis que atacar la “madre de todas las batallas”, es decir encarar los grandes desequilibrios fiscales.
En el medio podrían sucederse otras decisiones relacionadas con el funcionamiento del cepo cambiario. Por ejemplo, existe la posibilidad de establecer un nuevo dólar turista y equipararlo con el dólar MEP para bajar el rojo de la balanza cambiaria del turismo. Se trata de más parches para ralentizar la pérdida de dólares del Banco Central, que no solucionan el problema de fondo.
Batakis sostuvo en sus primeros reportajes como ministra que se siente “cómoda” con el dólar oficial, cuando salta a todas luces que se trata de una cotización insostenible. Los inversores además apuestan cada vez más fuerte a una devaluación, que resulta cada día más costosa de evitar.
La opción del desdoblamiento cambiario vuelve otra vez sobre la mesa. Pero hoy existe en la práctica aún cuando no se ponga sobre la mesa. Con un dólar oficial para muy pocos, crece el “desvío” de la demanda hacia los distintos tipos de dólares financieros.
Batakis dijo que se siente “cómoda” con el dólar oficial, cuando a todas luces se trata de una cotización insostenible
El argumento por evitar un salto cambiario es que provocaría un fuerte impacto en la inflación. Pero ya el año pasado el dólar oficial aumentó 25% y la inflación subió más de 50%. Y este de vuelta corre bien atrás de los precios, profundizando el atraso cambiario.
A 17 meses exactos para las elecciones, la lógica indicaría que es el momento de sincerar las variables, aceptar los costos y luego apuntar a una mejora en los meses previos a las elecciones. Así como Cristina Kirchner ordenó un salto del dólar oficial en enero de 2014, que llegó a 22%, parece razonable abordar una medida similar. Claro que posiblemente no alcance con subir el tipo de cambio a $ 150. Más bien la devaluacíon debería llevarlo al menos a $ 200 junto a un nuevo aumento de la tasa de interés. Así se controlaría la expectativa devaluatoria y podría aumentar la demanda de pesos. Un ajuste cambiario no sólo reduciría la especulación sino que sobre todo sería un premio para los exportadores, que acelerarán la liquidación de divisas y podrían mejorar el balance de reservas del Banco Central.
¿Puede haber un traslado a precios en el caso de un salto devaluatorio? Posiblemente sí, pero también es cierto que muchos sectores de la economía ya están trabajando con un dólar de $ 250, ante las dificultades de acceder a divisas al tipo de cambio oficial.
A 17 meses exactos para el cambio de Gobierno, Alberto Fernández tiene aún la posibilidad de realizar el ajuste en vez de seguir postergando los problemas. Esto le permitiría ganar tiempo, evitar que el dólar explote y mejorar las perspectivas de cara al 2023. Pero hoy parece ciencia ficción
Devaluar y subir las tasas sería la receta “tradicional” para estos momentos de crisis. Incluso Carlos Melconian le propuso a Cristina Kirchner. Luce como la salida más lógica y quizás menos dolorosa en este contexto.
No hay indicios claros, sin embargo, que se apunte a esa dirección. Tanto Batakis como el titular del Central, Miguel Pesce, descartaron esta posibilidad a lo largo de la última semana.Resta saber si Cristina Kirchner la considera viable a estas alturas. La brecha cambiaria de casi 135% exige tomar medidas.
La huida de bonos en pesos llevó al Banco Central a emitir al menos un billón de pesos en cuestión de semanas. Parte fue absorbido con la posterior emisión de Leliq, pero claramente se trata de una estrategia no sostenible. A la necesidad de rescatar los títulos en moneda local se suma el déficit fiscal, que mes a mes es cubierto exclusivamente con emisión monetaria. Sin acceso al crédito externo ni interno, cada peso que se emite para tapar el agujero fiscal es echarle más leña al fuego.
Formas del suicidio
No hacer nada o hacer más de lo mismo que venía intentando Guzmán podría ser un verdadero suicidio. A pesar del salto de los precios en julio, con una inflación que podría terminar en alrededor de 7%, y un dólar que acumula un salto de casi 60% en menos de dólares, la situación todavía es controlable. Sin embargo, no actuar a fondo con los verdaderos problemas detrás del repudio al peso podría ser un suicidio.
El “trabajo sucio” de los desequilibrios que dejó Cristina Kirchner le tocó a Mauricio Macri, que estuvo obligado a devaluar, salió del cepo cambiario y encaró el ajuste de las tarifas públicas. Su “pecado original” fue no encarar la reducción del déficit y confiar en un fuerte proceso de endeudamiento internacional, que se agotó a los dos años.
Ahora no hay espacio para traspasarle la “bomba” al próximo gobierno. Ya le está explotando a Alberto Fernández y tendrá que tomar medidas urgentes para evitar una espiralización del tipo de cambio y de la inflación.
Las declaraciones públicas no muestran una verdadera conciencia de la gravedad de la situación, sus motivos y sus efectos. El Presidente dijo pocos días antes de la renuncia de Martín Guzmán que la falta de dólares era producto de una “crisis de crecimiento”.
Problemas graves de diagnóstico, una fuerte crisis política, variables económicas y financieras que se deterioran día a día. Con ese telón de fondo Batakis deberá tomar sus primeras decisiones, luego de haber conformado su equipo.Tocar la tecla equivocada o insistir con más de lo mismo podría tener consecuencias catastróficas. La aceleración de los tiempos de la crisis no pueden ni deben descartarse.
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