La inflación de mayo fue de 5,1 por ciento. Según informó el Indec este martes, el índice de precios acumulado en los primeros cinco meses del año alcanzó el 29,3% y, en términos interanuales, marcó un 60,7 por ciento, un nuevo récord de los últimos 30 años. Es la cifra más alta desde 1992.
Si bien el IPC del quinto mes del año volvió a mostrar un ritmo de suba de precios mensual muy alto, marcó el segundo mes de desaceleración del ritmo de precios desde el pico que marcó el 6,7% de marzo y el 6% de abril. La inflación acumulada en los últimos doce meses se mantiene, de todas formas, en terrenos de máximos en tres décadas.
Los rubros con incrementos más altos fueron Salud (6,2%), Transporte (6,1%), Prendas de vestir y calzado (5,8%), Restaurantes y Hoteles junto a Bebidas Alcohólicas y tabaco (5,7% en cada caso), Equipamiento y mantenimiento del hogar (5,4%), Recreación y cultura (5,2%) y por debajo del IPC promedio se ubicaron Bienes y servicios varios (4,6%), Alimentos y bebidas (4,4%), Vivienda (3,6%), Educación (3,6%) y Comunicación (3,1 por ciento).
Los alimentos subieron 4,4 por ciento. Según detalló el ministerio de Economía, “a nivel división, Alimentos y Bebidas no alcohólicas volvió a reducir su tasa de 5,9% en abril hasta 4,4% mensual, alcanzando el menor incremento registrado en 2022, tras registrar aumentos en febrero y marzo, cuando se dio el mayor impacto de los shocks de commodities por la sequía en Sudamérica y el conflicto bélico en Ucrania”, mencionaron desde el Palacio de Hacienda.
Por otra parte, señalaron que “dentro de la división Alimentos y Bebidas no alcohólicas, la mayoría de los rubros redujo sus tasas de aumento respecto a los meses previos. Las mayores subas volvieron a darse en Aceites (11% y 6% según región) y Carnes y derivados (entre 5% y 6,5%), así como también en Bebidas no alcohólicas (aumentos de hasta casi 8% en algunas partes del país). Por otro lado, Frutas sigue con aumentos moderados mientras que las Verduras continúan con bajas en la mayoría de las regiones.
Por el lado de Salud, el 6,2% que picó en punta en el análisis por sectores estuvo explicado por subas de precios de medicamentos y prepagas. En el caso de transporte, por la suba de combustibles y de boletos de transporte público.
El Gobierno se aferra a la chance de que, como consuelo a un índice anual que con seguridad terminará siendo el más alto en tres décadas, al menos pueda encontrar en la segunda mitad del año un sendero de desaceleración más o menos marcado. Aunque con un equilibrio delicado de variables macro, como un dólar sin mayores volatilidades o una expansión por fuera de lo previsto en la emisión de pesos y en la aceleración del gasto público.
En los próximos días el Ministerio de Economía actualizará la proyección de inflación anual que había acordado con el FMI. Como tope, habían calculado un 48% anual, pero esa pauta quedó completamente vetusta tras la variación de los índices del primer cuatrimestre. El Gobierno ahora no espera una tasa menor al 60% anual para el cierre de 2022 en un escenario optimista y un recálculo de esa cifra deberá estar más cerca de ese nivel.
Esa nueva cifra quedará cristalizada en el decreto que actualizará las partidas presupuestarias, algo en lo que el Palacio de Hacienda trabajaba en las últimas horas con la intención de publicarlo en el Boletín Oficial esta semana.
Una tesis que sobrevuela un sector del equipo económico es que pasado el impacto más marcado de la crisis de precios internacionales por la tensión bélica, la inflación debería retornar a un nivel mensual de entre 3 y 4 por ciento, como lo fue, por ejemplo, diciembre y enero (3,8% y 3,9%, respectivamente).
En el Poder Ejecutivo confían en el programa macroeconómico que firmaron con el FMI como sendero para establecer condiciones de desaceleración inflacionaria, pero aseguran que ese efecto todavía no tiene lugar porque “es muy nuevo”. La esperanza del ministro de Economía es que habría en los meses siguientes, ya sin una presión -según esperan- tan pronunciada del frente inflacionario externo, una tendencia de desaceleración, por lo que la peor parte del impacto en los precios ya debería haber sucedido.
Según sostiene el jefe del Palacio de Hacienda, hay una serie de medidas que “preparan el terreno” para una menor presión inflacionaria. Las tres están relacionadas con el programa económico acordado con el Fondo Monetario Internacional: la reducción del déficit primario, el recorte de la emisión monetaria y la acumulación de reservas.
De todas formas, ya el mercado y por lo bajo algunos integrantes del Frente de Todos creen que ese “ancla” que sostiene Guzmán como plan antiinflacionario no está cumpliendo su función ya que las señales fiscales son insuficientes -el déficit primario desacelera más lentamente de lo previsto por un aumento pronunciado en términos reales del gasto público- y la acumulación de reservas fue mucho menor a lo que preveía originalmente el programa con el Fondo Monetario Internacional.
Según el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) que realiza cada mes el Banco Central, las proyecciones de inflación para 2022 se dispararon y los consultores esperan para el año un alza del 72,6 por ciento.
Con respecto a las mediciones esperadas para los próximos meses, las proyecciones también fueron pesimistas: entre mayo y octubre próximo se esperan subas de entre 0,3 y 0,8 puntos porcentuales por encima de la encuesta del mes pasado. Para mayo, cuyo índice se conocerá el próximo 14 de junio, los analistas esperan un 5,2% contra un 4,4% que esperaban el mes anterior. Para la inflación de junio, ocurre lo mismo: pronostican un 5% frente a 4,2% del REM pasado.
El REM también registra la previsión de inflación para los próximos 12 y 24 meses. En el primer caso, se elevó hasta 60,1% (4,0 p.p. respecto del último REM). En la proyección para los próximos 24 meses (entre junio de 2023 y mayo de 2024) se estima en 55,2% i.a. (+5,2 p.p.)
La cifra de inflación de mayo pondrá presión al Ministerio de Economía y al Banco Central, que tendrán que reajustar sus tasas de interés -de los bonos del Tesoro y de referencia, respectivamente- para evitar que las inversiones en pesos queden en terreno negativo y que se intensifique la salida de fondos de bonos en pesos como la que se registró desde mediados de la semana pasada.
Según un informe de la Universidad Austral, “una de las cuestiones más preocupantes es la inflación núcleo, que no tiene en cuenta a los regulados por el gobierno ni factores estacionales, y su inercia no da señales de ubicarse por debajo del 4% para los próximos meses. A su vez, los precios regulados van recuperando el terreno perdido con subas en las tarifas de los servicios públicos, transporte, comunicación y combustibles, entre otros”.
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