La canasta básica total aumentó 6,2% en abril, por lo que una familia de dos adultos y dos menores necesitó un ingreso mensual de $95.260 para no ser considerados pobres, según informó este martes el Indec.
El incremento mensual de la CBT estuvo por encima del nivel general de inflación, que en ese mes fue de 6 por ciento. La canasta alimentaria, por su parte, tuvo un avance de 6,7%, lo que implicó que un hogar de las mismas características precisó contar con $42.527 para no caer bajo la línea de la indigencia.
En términos interanuales, así, la canasta básica total registró un incremento total de 51,3%, varios puntos porcentuales por detrás del 58% que avanzó el IPC en ese mismo período. Por el contrario, el encarecimiento de los comestibles provocó que la canasta alimentaria tuviera en los últimos doce meses una actualización de 59,4 por ciento.
La canasta básica total aumentó 6,2% en abril, por lo que una familia de dos adultos y dos menores necesitó un ingreso mensual de $95.260 para no ser considerados pobres. La canasta alimentaria, por su parte, tuvo un avance de 6,7 por ciento
Los dos indicadores son decisivos para medir el impacto de la crisis económica en los indicadores sociales. Eso sucede porque la canasta básica –que además de alimentos incluye otros ítems del gasto como indumentaria, salud, transporte o educación– determina la denominada “línea de pobreza”. Es decir, los hogares con ingresos menores a la CBT son los que pasan a ser considerados pobres.
De la misma manera, la canasta alimentaria –que tiene un alcance limitado a bienes de primera necesidad– es la que configura la “línea de la indigencia”: aquellas familias que no lleguen a cubrir los ingresos necesarios para adquirir la CBA son indigentes.
El Indec también realiza un muestreo para medir cuál sería el umbral de ingresos necesario para familias de otro tipo. Así, por ejemplo, un hogar compuesto por una mujer de 35 años, su hijo de 18 años y su madre de 61 años requerió $75.838 para no caer en la pobreza, y otro compuesto por un varón y una mujer, ambos de 30 años, y tres hijos de 5, 3 y 1 año, necesitó $100.193 como ingreso mensual.
De la misma forma, para no ser considerado indigente ese primer hogar de tres integrantes precisó $33.856 para tener sus necesidades alimentarias cubiertas. En aquella familia del muestreo con cinco miembros, $44.729 fueron el mínimo mínimo para no caer en la indigencia.
Los dos indicadores son decisivos para medir el impacto de la crisis económica en los indicadores sociales. Eso sucede porque la canasta básica determina la denominada “línea de pobreza” y la canasta alimentaria es la que configura la “línea de la indigencia”
La última medición oficial marcó que el 37,2% de la población -unas 17,4 millones de personas- es considerada pobre en la Argentina y el 8,2% vive en condiciones de indigencia. De acuerdo a los datos del segundo semestre de 2021, de esta manera, los indicadores sociales principales mostraron una mejora respecto al 42% de pobreza que marcó el 2020 y el 40,6% de la primera mitad del año pasado.
Tanto la pobreza como la indigencia tuvieron un recorte, explicado por la recuperación económica superior al 10% en 2021 que fue acompañada por un rebote en los números de empleo. De todas formas, ese alivio fue muy parcial, en especial para las familias que viven de ingresos de empleos no registrados. Como referencia, los trabajadores informales perdieron por unos 12 puntos porcentuales contra la inflación.
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