El Gobierno asume que la inflación de abril será cercana al 6%, en línea con las expectativas del sector privado, pero se esperanza con una desaceleración de precios que lleve el índice a un rango de hasta 4% para el índice de mayo que se conocerá en junio. El Poder Ejecutivo reconoce que solo si “sale todo bien” podría haber una inflación de entre 60 y 65 por ciento a lo largo de todo el año.
Este jueves se conocerá el índice de precios de abril, tras el histórico 6,7% de inflación mensual de marzo, la marca más alta en los últimos 20 años. El Gobierno atribuyó ese fuerte salto –un mes antes ya había escalado a 4,7%– al shock de precios internacional por la guerra en Ucrania, y consideran que el programa económico, plasmado en el acuerdo con el FMI, todavía “es muy nuevo” para tener algún efecto claro en la senda de precios, según admitió una alta fuente del gabinete nacional.
El IPC de abril, según estiman en el equipo económico, estaría cerca del 6%, en línea con lo que proyectaban algunas estimaciones en el sector privado. “Será menos malo que en marzo”, había anticipado Guzmán. Pasado el impacto más marcado de la crisis de precios internacionales por la tensión bélica, la inflación debería retornar a un nivel mensual de entre 3 y 4 por ciento, como lo fue, por ejemplo, diciembre y enero (3,8% y 3,9%, respectivamente).
La hoja de ruta inflacionaria del Gobierno fue trastocada por la suba de commodities y la proyección original, que tenía un tope de 48% para este año, según el programa económico firmado con el Fondo Monetario Internacional. Desde temprano esa estimación será “recalibrada” en el marco de la revisión trimestral con el FMI que empezó en los últimos días.
El horizonte es, todavía, un escenario abierto. En algunos despachos oficiales, en las últimas semanas, apareció como número de referencia un 60 por ciento anual de inflación para 2022. Y eso ya era antes del 6,7% de marzo y el número de abril, más o menos cerca de 6% que termine siendo.
Pasado el impacto más marcado de la crisis de precios internacionales por la tensión bélica, la inflación debería retornar a un nivel mensual de entre 3 y 4 por ciento, como lo fue, por ejemplo, diciembre y enero
Desde el Gobierno admiten ahora que un rango anual de suba de precios de entre 60 y 65% -este último número es el que estimó el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) en su última entrega- aparece como una posibilidad “realista”. “Ese es número es esperable en caso de que salga todo bien”, se sinceraba este martes por la tarde un funcionario económico.
En el Poder Ejecutivo confían en el programa macroeconómico que firmaron con el FMI como sendero para establecer condiciones de desaceleración inflacionaria, pero aseguran que ese efecto todavía no tiene lugar porque “es muy nuevo”. “Querían un programa económico, y acá está”, toreaba un integrante del gabinete.
La inflación fue uno de los temas que atravesó la reunión de AmCham de este martes y, en particular, la intervención de los funcionarios del Gobierno nacional que pasaron por su escenario.
“El mundo está yendo hacia niveles de inflación superiores a los que fueron las últimas décadas, pero Argentina la inflación ha estado presente en la mayor parte de la historia reciente de la Argentina. Y esto tiene que ver con un conjunto de factores que hace que la economía Argentina se comporte en forma intranquila”, dijo por un lado el ministro de Economía Martín Guzmán.
“Ahora el foco está en un sentido común sobre qué cosas funciona y qué cosas no funcionan”, agregó Guzmán. “La inflación tiene múltiples causas. Primero se ataca con un programa económico que sea consistente. Si no hay recuperación no hay estabilización posible, y por otro lado se conecten el mediano plazo con el corto plazo. Hacer cosas que tienen un foco cortoplacista que termina generando crisis es lo que buscamos evitar”, agregó.
Desde el Gobierno admiten ahora que un rango anual de suba de precios de entre 60 y 65% aparece como una posibilidad “realista”
Matías Kulfas, por su parte, dijo que la situación se ha agravado en el país. “La inflación es un problema muy importante que tiene la Argentina, problema que se ha agravado en un mundo que se volvió inflacionario. Primero por una pandemia que generó desajustes, faltan insumos, el costo logístico se disparó”, dijo pero se mostró optimista: “son todos problemas que tienen un sendero de solución”.
La tesis del ministro de Economía es que habría en los meses siguientes, ya sin una presión -según esperan- tan pronunciada del frente inflacionario externo, una tendencia de desaceleración, por lo que la peor parte del impacto en los precios ya debería haber sucedido.
Según sostiene el jefe del Palacio de Hacienda, hay una serie de medidas que “preparan el terreno” para una menor presión inflacionaria. Las tres están relacionadas con el programa económico acordado con el Fondo Monetario Internacional: la reducción del déficit primario, el recorte de la emisión monetaria y la acumulación de reservas.
De acuerdo a esta hipótesis un plan económico de estas características –que busca, como una de sus metas, alinear expectativas– debe tener, por definición, un apoyo político fuerte, por lo que un ruido interno de esa magnitud conspira contra su efectividad.
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