El reciente dato de inflación de febrero dado a conocer por el Indec (4,7% mensual y 52,3% interanual) volvió a poner sobre la mesa de discusión, dentro y fuera del Gobierno, cuánto de esta aceleración tiene que ver con factores externos y cuánto con un problema endémico de la Argentina asociado a profundos desequilibrios macroeconómicos que hace que la inercia sea cada vez mayor. La gestión de Alberto Fernández prefiere aferrarse a causas exógenas, como ahora ocurre con la guerra entre Rusia y Ucrania; y claramente tiene un impacto, pero lo que hace esta situación, que provocó una escalada de los precios de las commodities, es agravar un contexto inflacionario que data ya de largos meses y que el Gobierno no ha sabido frenar a tiempo.
En este sentido, las consultoras reconocen que las consecuencias de la guerra podrían aportarle algunos puntos más a una inflación que ya en diciembre se pronosticaba entre 50% y 55%. ¿Cuáles son los sectores que sentirán más el impacto de este incremento de precios a nivel global? ¿Es sólo alimentos, o también repercutirá en otros rubros de los que poco se habla?
Según remarcó la economista de la consultora Abeceb, Soledad Pérez Duhalde, el impacto global será a la suba en materia de precios porque Rusia produce commodities agrícolas y fertilizantes y ello impacta no sólo en los alimentos sino en los costos de producir esos granos. Pero también incidirá en el sector de la construcción, ya que el país gobernado por Vladimir Putin es uno de los principales productores de aluminio del mundo. Sumado a eso, agregó la economista, esta industria tiene muchos insumos que dependen fuertemente de la energía, que también se encareció -y lo seguirá haciendo- a partir de la guerra. El gas natural licuado (cotización de Japón), por ejemplo, aumentó de u$s 15 a u$s 38,3 el millón de BTU desde febrero a la actualidad. Según Pérez Duhalde, el Indice del Costo de la Construcción (ICC) subirá más que el IPC a raíz por este motivo.
Consultado al respecto, al presidente de la Cámara Argentina de la Construcción (Camarco), Gustavo Weiss, aseveró que “no sólo aumentan los productos que escasean porque se producen en los países en guerra, sino los que requieren de energía”. “Todo aumenta. El aluminio, el hierro, el petróleo. Esto le agrega a la industria de la construcción, como al resto de la economía, aumentos de precios de insumos que nos van a golpear y que ya empiezan a estar afectados. Por ejemplo, el equipamiento importado de acero inoxidable, de bombas, todo lo vinculado a obras sanitarias”, precisó el dirigente.
Este contexto también está generando subas de precios de algunos insumos que necesitan sectores como el automotriz o el de electrodomésticos, dijo la economista de Abeceb, quien también agregó que otro de los impactos recae en algunas economías regionales, como por ejemplo el sector de productores de peras y manzanas, que exportan casi el 30% a Rusia. En este caso, el impacto será negativo en términos de intercambio, pero para el consumidor podría significar menores precios de esas frutas en el mercado interno, si no logran reemplazar ese mercado por otro de exportación.
El mayor impacto, sin embargo, se sentirá -y ya lo está haciendo- en los productos derivados del trigo y en el aceite de girasol, ya que fueron las commodities que más han subido en los últimos 45 días. Según repasó Juan Manuel Garzón, del IERAL, Fundación Mediterránea, mientras que el cereal subió 36% desde el 1° de febrero, el aceite de girasol (refinado y a granel) trepó en torno al 70%. “Lo que sucede en la Argentina es que tenés un aumento de los precios internacionales en algunos insumos y alimentos finales importantes para la canasta de alimentos, pero se le suma la devaluación del tipo de cambio, cuando en otros países exportadores, la suba de precios internacionales les aprecia la moneda y eso contrarresta esos aumentos”, manifestó el economista.
En el caso del aceite de girasol, se trata del principal aceite de consumo argentino, mientras que con el trigo se produce el pan, la harina y todos sus derivados, como las pastas, las galletas, entre otros alimentos. Fuentes de una importante empresa alimenticia afirmaron que de un paquete de fideos o de arroz, la materia prima trigo representa más del 70% del costo total, por lo que la incidencia es alta. De hecho, las firmas que producen estos alimentos ya comenzaron a enviar listas con aumentos de hasta 20% a los supermercados.
Pero en otros no es tan alto el impacto. “Cuando uno compra un kilo de pan, eso no solo tiene el costo del trigo, sin otras cosas. No se le puede atribuir todo a los precios internacionales, sino también a la macroeconomía argentina”, dijo Garzón. Lo mismo opina Federico Moll, de Ecolatina: “El efecto es indirecto y diría que el aporte al precio final es bajo. En el precio del pan, lo que menos tenés es trigo. ¿Puede sumar algo en el margen? Sí, pero no te explica los niveles actuales de inflación ni la aceleración que probablemente veamos en marzo”.
El economista agregó que “el efecto de la guerra sobre la inflación puede ser más relevante en la medida que obligue a los socios comerciales a mover sus tipos de cambio, afectando el precio en dólares de los insumos argentinos en el proceso. Si Brasil se aprecia, eso podría tener un efecto en la inflación local, pero no es lo que se está viendo actualmente”.
La principal preocupación en torno a este escenario bélico y sus consecuencias no sólo es su extensión, que genera la interrupción de los flujos comerciales, sino que en Ucrania y Rusia está por comenzar la siembra de la nueva campaña, por lo que si la guerra continúa, se prevé que caiga la producción, por lo que el problema de escasez de oferta y precios altos se extendería en el tiempo.
La suba del petróleo WTI -acumula un 9% desde principios de febrero- incide en la fabricación de muchos productos, entre ellos, algunos insumos textiles, como el polyester o la lycra que tienen componentes derivados del petróleo. Además, advierten en el sector, “cuando hay una guerra la cuestión logística se complica y todo se encarece por ese motivo también”.
De todos modos, el principal impacto que tendrá la Argentina será a partir de la importación de gas, que se ha encarecido fuertemente y del que el país todavía depende a pesar del gran potencial que existe en Vaca Muerta.
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