Las cifras de inflación que el Indec dio a conocer en enero (3,9%), y que muy probablemente replicará la semana próxima cuando comunique el dato de febrero –según los privados, volvería a ubicarse en torno al 4%– dejan nulo margen para que el primer trimestre cierre con un nivel de suba de precios inferior al 10 por ciento. A la estacionalidad típica de marzo, reflejada en los aumentos del rubro educación, por ejemplo, se le agregarán otros factores coyunturales, que sumados a la propia inercia harán que la inflación este mes pueda llegar hasta el 5%, según algunas estimaciones. Y peor aún: las proyecciones de las consultoras auguran alta inflación también para el cuarto mes del año.
Con este arranque, y aún en un escenario en el que a partir de mayo los números comiencen a ser más bajos, la inflación para el año oscilaría entre 55% y 60%, prevén en el sector privado. Y esos valores considerando que se logra un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y que las metas pactadas se cumplen. Los escenarios posibles son varios y de ello depende que se acelere o no más la inflación. Pero por ahora los economistas, al menos públicamente, prefieren no ser alarmistas y ajustarse a lo prometido por el Gobierno. Aunque los riesgos de una mayor aceleración de los precios son altos, más todavía si se consideran los atrasos acumulados en varios sectores y el actual contexto internacional de suba de los precios de los commodities producto del contexto bélico.
“Febrero deja un arrastre importante. En la segunda quincena del mes pasado hubo aumentos significativos que ya te dejan un arrastre para marzo. Para febrero esperamos una inflación del 4% y para marzo, del 4,8%, por lo que el trimestre cerraría en 13,2%”, explicó a Infobae el director de Ecolatina, Federico Moll.
También para la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL) el número de marzo se puede acercar al 5%, cifra que podría replicarse en abril. Y un escenario similar es avizorado por C&T Asesores, donde estiman que la inflación de marzo tendrá un piso de 4% y “podría ser mayor producto de la dinámica que están teniendo los alimentos a raíz de la suba de los commodities”, enfatizó María Castiglioni, economista de la firma.
“Hay una serie de elementos que hacen que la inflación de este año supere a la de 2021. Hoy estamos proyectando 59%, con algo de atraso cambiario y tarifario” (Bour)
Además de la inercia y del arrastre de febrero, en marzo hay varios aumentos previstos que impactarán fuerte en el Índice de Precios al Consumidor (IPC). Por un lado, las cuotas de los colegios privados, que siempre suben en el mes de inicio de clases. Esta vez, se prevé un 10% de incremento. A su vez, las cuotas de las prepagas se incrementarán 6% en marzo y otro 6% en abril. También está previsto un alza del 12% en los sueldos de servicio doméstico y la incidencia del alza del valor del trigo en la harina, el pan y las pastas, por lo que también los alimentos tendrán fuertes subas este mes.
Por otro lado, las paritarias comienzan a cerrarse entre marzo y abril, lo que también presionará al alza los precios, al igual que el aumento de tarifas, en torno al 20%, también vigente a partir de este tercer mes del año.
“Hay una serie de elementos que hacen que la inflación de este año supere a la de 2021. Hoy estamos proyectando 59%, con algo de atraso cambiario y tarifario. Y este escenario es independientemente de si se firma o no con el FMI”, aseveró Juan Luis Bour, de FIEL. El analista remarcó que a todos los factores mencionados se suma el hecho de que en febrero la emisión monetaria para financiar el déficit fiscal siguió siendo alta y no hay certezas de que el acuerdo con el Fondo reduzca fuertemente esta ayuda del BCRA al Tesoro, tal como está planteado en el Memorandum de entendimiento. De acuerdo con el programa acordado con el staff técnico -que debe pasar todavía por el difícil filtro del Congreso y posteriormente por el board del organismo-, la emisión este año no deberá superar el 1% del PBI. El resto deberá ser conseguido en el mercado, a través de colocaciones de deuda, pero los privados dudan de que este objetivo sea fácilmente lograble.
“Si el Gobierno no puede cerrar bien los números con el FMI, tolerará un poco más de inflación”, planteó Bour, quien agregó que “esta gestión necesita de una tasa de inflación alta porque es la única forma de ajustar el gasto público”. Por su parte, Castiglioni remarcó: “Si la Argentina no cumple, tendría que usar parte de las reservas, pero escasean. Por lo tanto, eso puede llevar a más devaluación y más inflación. En ese contexto, no sería extraño que la inflación del año pueda ser del 70%”.
El Memorando de políticas económicas y financieras acordado con el Fondo blanquea niveles de inflación más realistas que los que había fijado el ministro de Economía, Martín Guzmán, en el proyecto de Presupuesto 2022 (33%). Según el documento consensuado con el organismo, el Gobierno procurará “reducir la inflación en un rango de 38%-48% para fines de 2022 y en 5 puntos porcentuales adicionales por año hasta fines de 2024″. A su vez, remarcan que “la estrategia de desinflación se basará en un enfoque de varios frentes que abarcará políticas fiscales, monetarias y de precio-ingreso, adecuadamente calibradas”.
Sin embargo, las cifras que esperan los privados son aún más altas. “Es difícil pensar en una inflación menor al 55%. Pensar que el acuerdo con el FMI reducirá los niveles de inflación en forma significativa es poco creíble; sí brindará la posibilidad de que el tipo de cambio se deslice gradualmente. Si se aprueba, se habrá logrado desactivar la bomba, pero no vemos una reducción de la inflación relevante”, manifestó el director de Ecolatina.
Para bajar la inflación, coinciden los economistas, es clave la coordinación de expectativas. La sociedad debe creer que las medidas anunciadas por el Gobierno, en el marco del acuerdo, se cumplirán y que realmente hay un plan consistente tendiente a atenuar la suba de precios. Son importantes las definiciones, aseguran en el mundo privado, de reducir el déficit al 2,5% del PBI, bajar la emisión monetaria y subir las tasas de interés, pero no sólo deben cumplirse sino que también debe haber un consenso dentro del Gobierno de que ése es el camino -que no haya boicots internos-. De todos modos, hay otros factores que juegan en contra de una desaceleración rápida de la inflación, como es la suba de los precios internacionales, o el atraso de muchos precios relativos que deberán corregirse y presionarán sobre la inflación.
“Febrero deja un arrastre importante. En la segunda quincena del mes pasado hubo aumentos significativos que ya te dejan un arrastre para marzo” (Moll)
“De acá a junio, por las paritarias, la suba de los colegios, las prepagas y el impacto en alimentos de los precios internacionales de los commodities, la inflación va a ser alta. Es muy difícil juntar a todos los actores para coordinar expectativas con toda esta incertidumbre. Primero el Gobierno deberá corregir las distorsiones, las empresas terminar de incorporar la inflación global, y recién ahí podrá plantearse una coordinación de expectativas”, se sinceró un empresario de los que Guzmán suele consultar.
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