La meta de déficit cero en 2025 que acordó el Gobierno con el FMI es alcanzable incluso si la economía crece solo al 3% anual

Un estudio planteó escenarios en base a hipótesis de crecimiento, recaudación y gasto. Pero al menos se debe mantener el gasto real constante, para que vaya perdiendo peso respecto al PBI, mientras los ingresos aumentan a un mayor ritmo

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Guzmán y el presidente Alberto
Guzmán y el presidente Alberto Fernández, cuando el ministro planteó proyecciones ante los gobernadores

Para empezar a empezar a disminuir el endeudamiento neto del sector público es necesario dejar de tener déficit. Y si se quiere generar recursos genuinos para cancelar deuda, es necesario tener superávit fiscal.

A partir de esa sencilla afirmación Nadin Argañaraz y Ariel Barraud, economistas del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf) plantean, bajo diferentes hipótesis, evaluar cuándo y cómo podría el sector público argentino emparejar los tantos, dejar de endeudarse y cerrar un período que hacia 2025 sumará ya casi veinte años consecutivos de números en rojo.

El estudio tiene en cuenta los principales puntos del preacuerdo entre el gobierno y el FMI y plantea escenarios que –aclara- no son proyecciones ni recomendaciones de política económica. El equilibrio primario puede lograrse en el año 2025 en la medida que la economía crezca al 3% anual, con ingresos que en el periodo muestren una reacción “consistente y positiva” superior al ritmo del PBI, a niveles cercanos a los más altos mostrados en la historia reciente, y controlando el gasto primario, de modo de mantenerlo constante (sin crecimiento real) desde 2022, dicen Argañaraz y Barraud, En cualquier otro escenario, aclaran , el equilibrio se alcanzaría entre dos y tres años más tarde, esto es, en un horizonte que supera incluso el mandato del próximo gobierno (2023-27).

“Es clave que la economía crezca año a año, aunque sea a tasas moderadas. El marco de política económica es esencial para que esto pueda ocurrir”, dice el estudio.

Teniendo en cuenta los parámetros propuestos, el equilibrio primario se lograría en el año 2025, como preacordaron el gobierno y el Fondo Monetario, “con ingresos que en el periodo muestren una reacción consistente y positiva por encima del crecimiento de la economía a niveles cercanos a los más altos mostrados en la historia reciente, y con un control del gasto primario agregado que lo mantenga constante (sin crecimiento real) desde 2022.

Ni muy muy, ni tan tan

Los autores no recurren a supuestos pesimistas, pero tampoco demasiado optimistas. Asumen que la tasa anual de crecimiento del PBI puede ser del 2 o del 3%, con una reacción (elasticidad) de los ingresos tributarios de entre 1,15 y 1,45 respecto al PBI. Esto es, en el primer caso la recaudación aumenta 1,15% y en el segundo 1,45% por cada punto que crece la economía. Para llegar al equilibrio en 2025 la economía debería crecer al 3%, la elasticidad ser de la recaudación debería ser de 1,45 y el gasto no aumentar más que la inflación, algo que, teniendo en cuenta el historial reciente y no tan reciente, luce como el supuesto más heroico.

La convergencia hacia el equilibrio
La convergencia hacia el equilibrio fiscal, en años, si el gasto público crece a igual ritmo que la inflación, mezclando dos pares de supuestos: crecimiento al 2 ó 3% anual, y elasticidad baja (1,15) o alta (1,45) de la recaudación respecto de la variación del PBI

“Parece ser un escenario optimista desde la mirada de un acreedor, pero muy desafiante para un gobierno”, dice un pasaje. Con los mismos supuestos, es decir gasto primario constante y crecimiento del PIB del 3%, pero con una evolución de los ingresos más moderada (elasticidad del 1,15), el periodo para el equilibrio se estiraría a 2026.

Por otra parte, si el crecimiento económico fuese del 2% anual, es posible aun manteniendo el gasto primario constante, “licuarlo” respecto del PBI llevaría más tiempo. En tal caso, el equilibrio primario se alcanza en 2027 si la recaudación fiscal muestra una elasticidad de 1,45; estoes, el equilibrio que el gobierno argentino le prometió al Fondo alcanzar en 2025 se lograría recién hacia 2029, cuatro años más tarde.

El marco de política económica es esencial para que esto pueda ocurrir, dicen Argañaraz y Barraud que además notan en un apartado del informe que el gobierno “comenzó” 2022 con un déficit de 0,2% del PBI, por la parte que no gastó de la recaudación del impuesto a la riqueza, que recaudó 0,5% del PBI y del que se gastaron 0,3%, pero los fondos ya están asignados y se gastarán este año, en el que ya no existirá ese ingreso extraordinario, así como tampoco ingresará el 1% que el FMI envió en agosto pasado en la forma de “Derechos Especiales de Giro (DEGs)” a la Argentina, como cuota-parte de la emisión de USD 650.000 millones que hizo el organismo para proveer de mayor liquidez a sus socios.

Bien medido, dice el estudio, el déficit de 2021 fue de 3,25% del PBI.

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