
Pasaron casi cuatro meses desde que asumió Roberto Feletti al frente de la Secretaría de Comercio Interior y dispuso nuevos controles de precios para frenar el alza de los alimentos. Como si esa política hubiera tenido éxito cada vez que intentó aplicarse en la Argentina, el funcionario apostó a que la inflación bajara rápidamente, pero no lo logró. En primer lugar, porque el plan -Precios Cuidados extendido- sólo pudo cumplirse en las grandes cadenas y porque, además, no incluyó a los productos frescos, imposibles de controlar por la gran atomización de sus fabricantes.
De esta manera, los alimentos y bebidas subieron 3,4% en octubre; 2,1% en noviembre y 4,3% en diciembre. Para enero, se espera otra vez una cifra alta, según lo que anticipó el propio Feletti en declaraciones radiales.
“Estamos perdiendo la batalla de los productos frescos, como la carne, el tomate, la papa, las verduras. En enero, la inflación será igual a la de diciembre”, dijo el secretario, al tiempo que indicó que la inflación en alimentos, incluso, “va a ser más alta” que en el último mes de 2021. Y el escenario para febrero no se presenta muy diferente. Ya en la primera semana, el aumento en alimentos y bebidas ascendió a 1,8% y lideraron la suba las verduras (4,5%) y los productos lácteos y huevos (2,7%), de acuerdo con un relevamiento de la consultora LCG.

A la cuestión típicamente estacional del verano, se sumó este año el clima, tanto las altas temperaturas como las intensas lluvias, lo que provocó la destrucción de muchos cultivos y la fuerte disminución de la oferta. Las consecuencias que esta situación tuvo sobre los precios seguirán sintiéndose durante este mes, y probablemente también en marzo.
Con ánimo de dar alguna respuesta frente a esta problemática, que se resuelve con mayor oferta, Feletti adelantó que en la Secretaría de Comercio estudian algún mecanismo regulatorio para reducir la volatilidad de precios en las frutas y las verduras y que los resultados de estas medidas se verán recién en marzo.
Lo mismo había dicho con el congelamiento de 1.300 productos (forman el nuevo Precios Cuidados) y sólo funciona en las principales cadenas de supermercados. En el interior, y en el canal tradicional en general, los precios corren a otra velocidad. “Con la carne, intentaron de mil formas, pero tampoco lograron los resultados deseados”, destacan los analistas del mercado.
Sin un verdadero plan macroeconómico, estas medidas no sirven en el corto plazo y siempre fracasan en el largo, repiten incansablemente los economistas. Y en el caso de los frescos, el control es inaplicable por su gran atomización.

“La inflación es un problema macroeconómico, no se va a resolver persiguiendo carniceros y verduleros. A corto plazo, es cierto que muchos fijan precios como un margen sobre los costos, y se puede trabajar sobre eso, pero el nivel actual es de una inflación que no se debe a quién renuncia (salario o márgenes), sino que responde a una desorganización total del régimen monetario y es ahí donde debería apuntarse para resolverlo, aunque sea doloroso”, afirmó a Infobae el economista de LCG, Guido Lorenzo.
Respecto de los acuerdos de precios, manifestó que como la inflación alcanzó una inercia muy fuerte, quedan desactualizados muy rápido, por lo que “congelar y actualizar trimestralmente lo único que hace es generar un desgaste que reprime inflación por unos meses y luego se destapa con fuertes aumentos”.
De hecho, es lo que está sucediendo, por ejemplo, con los cerca de 400 que quedaron afuera de Precios cuidados en la renovación de enero. Fuentes del supermercadismo aseguran que se está dando una fuerte discusión con las empresas para evitar que los aumentos superen el 2,5% mensual, ya que algunas enviaron listas con incrementos de hasta 20%, en algunos casos, a pesar de la advertencia de la Secretaría de Comercio de que no podían subir más que esa pauta establecida.
Tanto es así que el equipo de Feletti le envió a la Asociación de Supermercados Unidos (ASU) un listado de estos productos, con el respectivo porcentaje de incremento mensual autorizado. “Ocurre que muchos productos venían con precios congelados desde junio, ya que la actualización negociada con Paula Español, en octubre, no fue considerada por Feletti”, se justificó el directivo de una alimenticia.
Al referirse a la inflación de alimentos en enero, que fue más alta que la de diciembre, el secretario de Comercio hizo referencia también a estos productos que habían quedado fuera del programa oficial, a pesar de las advertencias que realizó a través de ASU de que habría inspecciones y, eventualmente, clausuras, si las empresas no cumplían con la pauta establecida.
El Gobierno sigue insistiendo en acuerdos, controles, inspecciones y clausuras, a pesar de las sobradas muestras, recientes e históricas, de que nada de esto funciona más que para contener por un breve tiempo algunos precios y calmar la inercia. “Sigue sin haber una política antiinflacionaria integral. La inflación es un fenómeno macroeconómico, no es sectorial. Por lo tanto, no se puede atacar solamente con acuerdos y controles, sino que funcionan si son parte de un programa consistente que tiene al reordenamiento macro como norte”, sostuvo el economista de Analytica, Ricardo Delgado.
Según la visión del economista de marras, “pensar que le van a poder dar batalla a los productos frescos por fuera de un programa va a ser muy complejo, con una brecha cambiaria del 100% que implica expectativas devaluatorias permanentes en los formadores de precios, sin capacidad de controlar y con programas que son muy acotados en términos de alcance, en cantidad de bocas y de alimentos. Es ir a pelear una guerra con balas de juguete. No es el camino y no va a haber éxito para poder bajar la inflación en serio”.
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