Ya es una “guerra de palabras”, según la definió Financial Times, en referencia a la polémica sobre el rol que tuvo Kristalina Georgieva, actual directora del FMI, cuando fue funcionaria del Banco Mundial y los datos y procedimientos de una publicación clave de ese organismo fueron manipulados para favorecer a China.
Las alegaciones están contenidas en un informe de 16 páginas de WilmerHale, un estudio de abogados de Washington contratado por el propio Banco Mundial para investigar alegaciones de irregularidades en los informes “Doing Business” 2018 y 2020. El informe denuncia el activo rol de Georgieva, entonces CEO y jefa operativa del organismo, para mejorar la posición de China en esa suerte de ranking de competitividad y clima de negocios que a raíz de los hallazgos el Banco decidió discontinuar.
Ni un paso atrás
Ni la funcionaria ni sus críticos dan señales de ceder.
En un texto dirigido al staff y al directorio del Fondo, Georgieva dijo que las acusaciones son falsas y están “fundamentalmente” equivocadas y ahora contrató a SKDK, una firma de relaciones públicas, para dispensar al personal del organismo de la ingrata tarea de defender su integridad, hoy puesta en duda.
Del otro lado, tres legisladores del Congreso de EEUU pidieron a la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, investigar no solo las acciones de Georgieva cuando estaba en el Banco Mundial, sino también las reuniones e intercambios que –ya como directora del FMI- tuvo con representantes chinos. Y trascendió que Yellen, que solía tener una relación muy fluida con Georgieva, dejó de responder sus llamados telefónicos.
Además, el jueves pasado 331 exempleados del Banco Mundial, incluidos ex directores ejecutivos, gerentes y altos funcionarios, suscribieron una carta a las actuales autoridades del Banco, alertando sobre el “riesgo reputacional sin precedentes” en que está inmerso el organismo y pidieron que los hallazgos del informe de WilmerHale sean seguidos por “acciones decisivas y sustantivas para restaurar la confianza pública de que los datos y los resultados estadísticos del Banco están libres de manipulación política y estratégica”.
Según Financial Times, el texto, que aún no se hizo público, dice que las acciones descriptas en el informe “constituyen una forma de corrupción institucional” y “representan un grosero abuso de la autoridad”, por el cargo que Georgieva ostentaba en el Banco Mundial.
A esas fuerzas se contrapusieron economistas de renombre como Joseph Stiglitz (el mentor académico de Martín Guzmán) y Jeffrey Sachs, para quienes las acusaciones contra Georgieva son una caza de brujas alimentada por el agrio enfrentamiento geopolítico entre China y EEUU.
Relaciones Públicas
La movida de relaciones públicas de Georgieva, cuya renuncia al FMI pidió en un reciente editorial la muy influyente revista británica The Economist, incluyó una serie de tuits, distribuidos por SKDK, de 16 ministras y ministros de Finanzas de África, en los que afirman que las alegaciones contra la titular del Fondo “son serias y deben ser investigadas”, pero de una manera que no socave la “integridad” del Fondo. Y además elogian la “integridad, energía y progresismo” de la todavía directora del Fondo.
El próximo paso tendrá lugar este lunes, cuando WilmerHale responda preguntas del directorio del FMI, que al día siguiente, martes, se reunirá con Georgieva para considerar el asunto.
Los cuestionamientos a la asediada funcionaria no podían llegar en peor momento. El lunes 11 de octubre, se iniciará, en modo mixto, parte virtual y parte presencial, la próxima Asamblea FMI-Banco Mundial, lo que pone urgencia a la resolución de la polémica.
Georgieva mantiene una relación muy cordial con Guzmán, a quien conoció –y con el que volvió a reunirse más de una vez- en un encuentro organizado por el Papa Francisco. Su eventual salida del FMI significaría una mala noticia para el ministro de Economía, que también bajo fuego del sector kirchnerista de la coalición de Gobierno.
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