En julio los precios de los alimentos cayeron en tranquera y subieron en góndola y la brecha entre lo que recibe el productor y lo que paga el consumidor aumentó por cuarto mes consecutivo

Según un relevamiento, la diferencia de valor entre el primer y el último eslabón de la cadena de comercialización fue de 5,87 veces. Los casos extremos, y dónde conviene comprar, según de qué se trate

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Según un relevamiento privado, la diferencia de valor entre el primer y el último eslabón de la cadena de comercialización fue de 5,87 veces y creció 12,4% en julio. REUTERS/Agustin Marcarian
Según un relevamiento privado, la diferencia de valor entre el primer y el último eslabón de la cadena de comercialización fue de 5,87 veces y creció 12,4% en julio. REUTERS/Agustin Marcarian

La brecha entre el valor que recibe el productor por los alimentos que elabora y el que pagan los consumidores volvió a crecer en julio y alcanzó las 5,87 veces entre el valor en el primer y el último eslabón de la cadena de comercialización, según un informe de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME).

La entidad mide mensualmente el comportamiento de precios de una canasta de 24 productos ligados al sector primario, entre frutas, verduras y carnes. En ese sentido, CAME planteó que la diferencia entre lo que cobra el producto de ese bien y el precio que termina por pagar el consumidor creció 12,4 %, tendencia que acumula cuatro meses consecutivos. En los últimos cinco meses esa brecha se ensanchó 32,8 por ciento.

Según la organización que nuclea a pequeñas y medianas empresas, el aumento en la distancia entre el precio de la producción y la venta al público se explica por una baja de 1,4% en los precios al productor, mientras que los precios al consumidor crecieron 8% en los comercios pymes de cercanía y 10,9% en los hipermercados.

La brecha se ensancha más al considerar solamente los productos frutihortícolas. Mientras en abril la diferencia entre los precios de un extremo y otro de la cadena era de 4,96 veces, en julio ascendió hasta 6,56 veces. Esto significa que el consumidor final paga el producto 556% más caro que el precio al productor. Para el caso de la canasta de carnes que toma en consideración CAME, esa diferencia es mucho más estable: en abril había sido de 3,23 y en julio terminó en 3,24 veces.

Fuente: CAME
Fuente: CAME

En ese sentido, CAME relevó que los productos con mayor aumento mensual en sus brechas fueron el tomate redondo, con un alza de 212%, zapallito (95,2%), berenjena (60,6%) y zanahoria (34,7 por ciento). Por el contrario los mayores descensos se dieron en lechuga (-22,5%) y papa (-12,8 por ciento).

En julio, las mayores brechas entre precios de origen y destino se dieron en productos como el zapallito con una diferencia de 15 veces, zanahoria (13,4 veces), naranja (11,3 veces) y limón (10,4 veces). Los productos con menores brechas, en tanto, fueron: pollo (1,86 veces), frutilla (1,86 veces), huevos (1,95 veces) y ajo (2,28). La brecha del zapallito (15 veces) resultó 8 veces mayor a la brecha de la frutilla y el pollo (1,86).

“Considerando los 19 productos frutihortícolas relevados (sin incluir ganaderos), en 13 de ellos se podían encontrar mejores precios en los comercios minoristas pymes que en los hipermercados, y en 6 al revés. El brócoli nuevamente mantuvo una diferencia importante, ya que en verdulerías y almacenes el precio del kilogramo fue 41,9% menor que en los hipermercados. En el otro extremo, estuvo la naranja, donde los precios en los comercios pymes resultaron 29,8% mayores que en dichas cadenas”, mencionó la entidad.

En julio, las mayores brechas entre precios de origen y destino se dieron en productos como el zapallito con una diferencia de 15 veces, zanahoria (13,4 veces), naranja (11,3 veces) y limón (10,4 veces)

El Índice de Precios en Origen y Destino (IPOD) es un indicador elaborado por el sector de Economías Regionales de CAME “para medir las distorsiones que suelen multiplicar por varias veces los precios de los productos agropecuarios, desde que salen del campo hasta que llegan al consumidor”, según define la entidad. Estas distorsiones son muy dispares según producto, región, forma de comercialización y época del año.

“En general, las diferencias se deben a un conjunto de comportamientos. Por un lado, los especulativos, adoptados por diferentes actores de la cadena de valor que abusan de su posición dominante en el mercado -básicamente, los hipermercados, los galpones de empaque y cámaras de frío-. Por el otro, factores tales como la estacionalidad, que afecta a determinados productos en algunas épocas del año, las adversidades agroclimáticas, y los costos de almacenamiento/acopio y transporte, entre otros”, consideró la entidad.

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