La decisión del Gobierno nacional de suspender las exportaciones de carne vacuna por 30 días debido a la suba de los precios internos, no solo abrió una discusión sobre el valor de producto, que mostró una suba interanual del 65% en abril, sino que también lo hizo sobre el poder adquisitivo de la ciudadanía que debido a las recurrentes crisis económicas se vio corroído perjudicando el consumo en general.
Según un informe del Consorcio Regional de Experimentación Agrícola (CREA), desde el comienzo de la crisis económica de 2018, que todavía continúa, el promedio del salario real privado descendió un 15% hasta la actualidad, misma proporción en que descendió el consumo de carne en dicho período.
Pero si se mide en cuánto bajó la capacidad de compra de carne de ese salario, el resultado muestra una merma del 17,8%. Esto quiere decir que los empleados privados con un sueldo promedio hoy pueden comprar casi un 20% menos que hace tres años, lo que deja entrever una fuerte caída en el poder adquisitivo de los trabajadores, impulsada por la recesión y el proceso inflacionario.
Para poder realizar dicho cálculo, el líder del Área de Economía de la Unidad de Investigación y Desarrollo de CREA, Esteban Barelli, explicó a Infobae que se tomaron en cuenta los cortes que se pueden sacar de una media res y se armó una canasta para poder obtener un valor por kilo y también el salario real desestacionalizado del sector privado publicado por el Ministerio de Trabajo de la Nación. A partir de ahí, y teniendo en cuenta los últimos datos públicos, con un sueldo promedio de $69.923 se puede adquirir 182 kilos de carne, mientras que el promedio de 2018 se ubicaba en 270 kilos.
“Lo que hay que entender es que una cosa es el comportamiento del precio de la carne y otra el de los salarios. No se puede analizar solamente el precio de la carne, sino que hay una dinámica. En estos últimos años la economía argentina ha sido muy volátil, con ciclos muy recesivos cuyo impacto se dio en el salario real. Es difícil separar el mercado de la carne de la contracción de la economía en general” destacó Barelli.
En contraposición, la mejor relación salario-carne se dio en el período 2006-2009, donde se alcanzó un pico de poder de compra de 310 kilos. Sin embargo, tras octubre de 2009 ocurrió un desmoronamiento en la capacidad de compra. “En ese período se conjugaron dos cuestiones, que fueron un buen momento de la economía y una recuperación del salario real, aunque también se inició una serie de políticas sectoriales hacia la ganadería”, como mayores derechos de exportación, eliminación de reintegros y permisos de exportación, entre otros puntos.
“Todo eso hizo que haya una oferta en el corto plazo, pero tuvieron un impacto negativo en la oferta futura de la ganadería. Provocaron una reducción de la oferta estructural, que se empezó a ver en 2011 y que hizo que los precios de la ganadería se ponga un escalón por encima”, comentó el especialista.
De hecho, desde ese momento y en paralelo a la contracción de la oferta, “se dio un incremento cercano al 40% en términos reales (en el precio), posicionando a la carne en un nuevo piso de precios que aún hoy persiste”. Así, teniendo en cuenta la relación salarios-carne de ese momento donde los precios emprendieron una suba, el poder de compra del producto se desmoronó un 18%.
Precios y los efectos del cierre
Respecto a la sostenida suba de precios de la carne que viene ocurriendo hace meses, Barelli explicó que “los precios ganaderos tienen aumento en ciclos. La actividad venía con un precio retrasado y recién se empezaron a acomodar el año pasado y fue un poco eso lo que empezó a cambiar las expectativas de los propios productores. Si se mira lo que pasó con las hembras el año pasado, se puede observar hubo una leve baja en el stock porque ya habían empezado las señales negativas por los precios, que comenzaron a mejorar en el segundo semestre. Ahora se está empezando a cuantificar la mejora”.
En cuanto al cierre de exportaciones dispuesto por el Gobierno nacional, Barelli indicó los pobres efectos a corto plazo que pueden llegar a tener sobre los precios internos, pero destacó las graves distorsiones y problemáticas que pueden traer a la actividad en el mediano y largo plazo.
“Si se implementan medidas que no van a favor de la producción ganadera, la oferta se va retraer, y en el corto plazo solo se podrían generar pulsos únicos de oferta (liquidando stocks por malas expectativas) con una esperable baja de producción en el largo plazo. En ese sentido, con la medida actual, en estos días lo único que se podría disponer inmediatamente es de la carne congelada que iba a ser destinada a exportación, lo cual representa un 10% de la faena de un mes”, indicó.
Sin embargo, destacó que “a futuro, la magnitud del pulso de oferta dependerá si las malas señales persisten, aunque por la estructura ganadera de hoy, con una tasa de extracción de machos cercanos a 100% en los últimos años, la oferta ajustará antes que en lo acontecido en 2006-2009 “, lo que podría derivar en una nueva suba de precios.
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