El Indec difundió ayer el índice de utilización de la capacidad instalada de la industria argentina. Se trata del indicador que refiere en qué medida, en función de sus máximas posibilidades, producen las empresas de los distintos sectores. El dato, habitualmente de poca repercusión salvo entre economistas y analistas especializados, adquiere por estos días mayor notoriedad tras las reiteradas presiones del Gobierno a los grandes fabricantes, particularmente de alimentos, para que produzcan “al máximo” de su capacidad.
De acuerdo con la estadística oficial, en febrero la utilización de la capacidad instalada del total de las empresas industriales argentinas se ubicó en 58,3%, nivel inferior en poco más de un punto al de febrero del año pasado (59,4%), último que mes pre-pandemia. A partir de ahí, previsiblemente, cayó a mínimos apenas por encima del 40% durante el segundo trimestre, en coincidencia con el parate económico de los meses de cuarentena más rígida. Ya en el tercer trimestre, con las progresivas flexibilizaciones, se fue recuperando el nivel de utilización de la capacidad instalada, que osciló de julio a diciembre entre 57% y 62%, máximo en octubre para todo 2020.
Durante todo ese período, nunca se logró superar ese nivel, a pesar de las sucesivas disposiciones de la Secretaría de Comercio respecto de producir al máximo de la capacidad, similares a la intimación publicada hace 10 días en el Boletín Oficial, mediante la cual el Gobierno impone a más de 1000 empresas de la industria y el comercio “fabricar, distribuir y comercializar al máximo de su capacidad instalada, mientras persista la emergencia sanitaria”.
En el marco de una fuerte tensión entre las compañías y el Gobierno por la regulación de precios, la suba de costos y los faltantes de algunos productos e insumos, el Indec informó ayer que las alimenticias están produciendo al 63% de su capacidad, los sectores textiles y de caucho y plástico al 50% y la industria automotriz al 33%
El rezago de las estadísticas del Indec permitirán recién a mediados de julio conocer el impacto de la disposición pero los antecedentes existentes permiten anticipar su efecto, si es que se produce alguno. En marzo del año pasado, Comercio ya había emitido una primera disposición en ese sentido, aunque focalizada sobre empresas alimenticias y de consumo masivo. Fue cuando debutó el plan de Precios Máximos, en el contexto del anuncio de las primeras medidas de la cuarentena, ante el temor por la inflación como por posible desabastecimiento que provocaban las imágenes de consumidores desbordados stockeándose en supermercados y mayoristas. Esa presión se intensificó en julio, cuando en plena cuarentena y junto con la primera renovación de Precios Máximos, se insistió en la medida que la industria consideró “inaplicable”.
“De acuerdo a las diferentes categorías, la demanda está al 20 o al 50 por ciento, lejos de llegar a máximos. Hoy no compra el que quiere comprar, sino únicamente el que puede pagar”, reaccionó en ese momento el titular de la Coordinadora de Industrias de Productos Alimenticios (COPAL), Daniel Funes de Rioja. De hecho, ese mes la capacidad instalada del sector productor de alimentos y bebidas fue de 59,5%, incluso inferior a la del mes anterior (60,1%), si bien se incrementó con picos de hasta 65% hacia noviembre, producto de la combinación de estacionalidad y necesidad de las fábricas de recomponer stocks. Sin embargo, ni en ese rubro particular ni a nivel general, a pesar de las repetidas intimaciones, la utilización de la capacidad instalada anotó en algún momento un impacto diferente al de la demanda. No sólo lejos de acercarse “al máximo” sino ni siquiera asomarse a los niveles récord, superiores a 70% de hace diez años cuando, ante la falta de inversión para ampliar la capacidad de producción y una demanda interna estimulada con planes de financiamiento a tasas negativas, las empresas producían cerca del máximo de su potencial.
Esa realidad hoy no se registra. En el marco de una fuerte tensión entre las compañías y el Gobierno por la regulación de precios, la suba de costos y los faltantes de algunos productos e insumos, el Indec informó ayer que las alimenticias están produciendo al 63% de su capacidad, los sectores textiles y de caucho y plástico al 50% y la industria automotriz al 33%. En el extremo opuesto, sólo la refinación de petróleo y la producción de minerales no metálicos supera el 75% de utilización de su capacidad.
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